precisamente donde ahora se encuentra usted. El abuelo estaba donde ahora estaba sentada la abuela. El senor Adcock estaba en aquella silla. Hablaban del Documento R, lo mismo que usted y la abuela hace un rato.

Collins se incorporo despacio en su asiento, advirtiendo que los brazos se le ponian de piel de gallina y que un estremecimiento helado le recorria el cuerpo. Las ultimas palabras de Noah Baxter y su propia corazonada habian resultado fructiferas. Trato de conservar la calma.

– ?Dices que el director Tynan y tu abuelo hablaron del Documento R? ?Les oiste hablar de eso? ?No te equivocas?

– El abuelo no hablo de el. Quien hablaba era el director Tynan.

– ?Y eso cuando dices que fue?

– Antes de que se llevaran al abuelo al hospital. La ultima vez que el director Tynan estuvo aqui. Estaba hablando con el abuelo cuando se puso repentinamente enfermo.

– ?Y oiste todo lo que dijo el director Tynan?

– Pues claro -repuso Rick-. Estaba detras de la cortina, igual que hoy. Y tenia el cassette en marcha. Grabe sus palabras igual que hoy he grabado las de usted.

– ?Salio bien la grabacion? Quiero decir, ?se podian escuchar las voces con claridad?

– Ya ha oido usted el aparato, es perfecto -contesto Rick con orgullo-. A la manana siguiente volvi a pasar la cinta cuando la abuela se fue al hospital. No me habia perdido ni una sola palabra. Todo estaba alli.

– Menudo aparato tienes -dijo Collins chasqueando la lengua-. Me tendre que comprar uno igual. -Se detuvo.- Oye, ?y que hiciste con la cinta? ?La borraste? ?O la tienes todavia por ahi?

Parecio como si a Collins se le detuviera el corazon mientras aguardaba la respuesta del muchacho.

– No, nunca borro las cintas -dijo Rick.

– Entonces, ?la tienes aqui?

– Ya no. No conservo ninguna con la voz del abuelo. Cuando el abuelo se puso enfermo, cogi la ultima cinta, escribi en ella «ASJ», que quiere decir «Abuelo Secretario de Justicia», y «Enero», y despues la puse con las demas y las coloque todas en el cajon de arriba del archivador especial del abuelo junto con las cintas que el tenia grabadas, para que no se perdieran.

– Y el archivador del abuelo se lo llevaron de aqui, ?verdad?

– Si, pero solo durante algun tiempo.

– Rick, ?recuerdas lo que habia en aquella ultima cinta que grabaste de tu abuelo y el director Tynan? ?Recuerdas lo que se dijo acerca del Documento R?

Collins espero. Y pudo comprobar que era cierta la expresion que se solia utilizar en tales casos: la gente esperaba conteniendo la respiracion.

El muchacho hizo una mueca.

– No prestaba demasiado atencion… lo unico que me interesaba era grabar la cinta. Y a la manana siguiente, cuando la volvi a pasar, solo quise comprobar si lo habia grabado todo.

Pero algo de lo que oiste si lo recordaras. Antes has dicho que oiste al director Tynan hablar del Documento R.

– Y es cierto -insistio Rick-. Hablo de el. Pero ya no me acuerdo. El director Tynan no hacia mas que hablar y hablar. Y entonces el abuelo se puso repentinamente enfermo… y todo el mundo empezo a correr y la abuela lloraba… y yo me asuste y apague el aparato y me quede alli escondido hasta que vino la ambulancia. Cuando todos se fueron hacia la puerta, sali de detras de la cortina y subi corriendo a mi dormitorio.

– ?Y no recuerdas ninguna otra cosa?

– Lo siento, senor Collins, pero…

– Es suficiente -dijo Collins dandole al muchacho unas palmaditas de gratitud en el brazo.

Hannah Baxter regreso al salon.

– ?Ya esta el nino otra vez dandote la lata y molestandote con el magetofono, Christopher?

– De ninguna manera. Hemos mantenido una interesante conversacion. Rick me ha sido muy util.

– En cuanto a Harry Adcock -dijo Hannah-, acabo de echar un vistazo a la agenda de citas de Noah. Si, tanto Vernon como Harry estaban anotados para la visita de aquella noche.

– Eso pensaba yo -dijo Collins haciendole un guino a Rick y levantandose-. Ahora tengo que irme en seguida. Gracias por la molestia, Hannah. Y gracias tambien a ti, Rick. Si alguna vez buscas trabajo en el Departamento de Justicia, llamame.

Mientras se dirigia hacia la puerta, Collins penso que no era posible que siguiera lloviendo y estuviera nublado. Pero asi era. La luz del sol brillaba unicamente en el cerebro de Collins. Solo quedaba una oscura nube.

El archivo personal de Noah Baxter, con la reveladora cinta de Rick, se encontraba en el despacho particular del director del FBI en el edificio J. Edgar Hoover.

– Pagano -dijo Collins al subir a su automovil-, dejeme en la primera cabina telefonica que vea. Tengo una llamada importante.

10

Eran las primeras horas de la tarde cuando el automovil dejo a Chris Collins frente al ornamentado edificio rojo que albergaba la Imprenta del Gobierno.

– Estacione el automovil entre las calles G y H -le ordeno Collins a Pagano, y anadio-: Pase a recogerme dentro de una media hora.

Paso al lado de un grupo de jovenes negros que se hallaban conversando junto a la entrada y continuo hacia el interior, pero no se molesto en entrar en la Sala de Publicaciones. Tras consultar su reloj, volvio sobre sus pasos y salio de nuevo a la acera. Miro precavidamente a su alrededor para comprobar que no le seguian. No habia nadie sospechoso a la vista. Estaba casi seguro de que Tynan no se habria molestado en hacerle seguir despues de la escena del otro dia y de su consiguiente rendicion. A pesar de ello, le habia entregado una llave de su casa al colega de Pierce, Van Allen, para que este llevara a cabo un registro electronico de la vivienda y se cerciorara de que aquella noche pudiera hablar tranquilamente por telefono.

Satisfecho, Collins echo a andar en direccion a la Oficina Central de Correos. Al llegar a la esquina de la calle E, giro a la izquierda y se dirigio hacia la Estacion Union.

La lluvia habia cesado y el aire aparecia diafano. Respirando hondo, Collins siguio andando a grandes zancadas, embargado por el jubilo y la emocion. Iba a ser dificil, lo sabia, pero ahora se abria ante el una posibilidad.

Se estaba acercando a la fachada de estilo clasico de la Estacion Union; paso junto a la fuente y las estatuas de la plaza, esquivo varios taxis ocupados, hizo caso omiso de la cola de recien llegados que esperaban con sus maletas algun taxi libre y penetro en el edificio.

La espaciosa sala de la Estacion Union -copia de la sala central de las termas de Diocleciano, segun habia leido una vez-estaba casi vacia. Collins se dirigio hacia el puesto de libros y revistas de la izquierda, miro con disimulo mientras adquiria un ejemplar del Washington Post y dedujo que habia sido el primero en llegar.

Habian elegido la sala de espera de la Estacion Union por considerarla un lugar de cita seguro, ya que los agentes del FBI jamas utilizaban el tren para salir de Washington, ni siquiera cuando se trataba de trasladarse a la cercana Filadelfia. Bajo el regimen de Tynan, todos ellos tomaban ahora el avion o el helicoptero. La presencia de un agente del FBI en la estacion seria advertida inmediatamente y podrian adoptarse las medidas adecuadas para evitarle.

Collins se acomodo en un asiento desocupado frente a la entrada de la estacion y abrio el periodico, aunque no se molesto en leerlo. Por encima del mismo mantenia los ojos clavados en la entrada.

No tuvo que esperar mucho. En cuestion de minutos vio entrar al hombre de cabello color arena. Este miro hacia Collins, movio muy levemente la cabeza y se dirigio hacia el puesto de libros y revistas. Echo un breve vistazo a las estanterias, eligio un libro en edicion de bolsillo, pago y cruzo la estacion en direccion a Collins.

Tony Pierce se acomodo en otro asiento a escasa distancia de Collins.

– Casi no puedo creerlo -dijo Pierce en voz baja-. Es fantastico. ?Es posible que el muchacho, ese Rick, lo

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