grabara todo con su pequeno cassette?
– Eso dice. Se trata probablemente de un aparato muy bueno. Rick me ha asegurado que la fidelidad de la grabacion habia sido perfecta.
– ?Y oyo a Tynan hablar del Documento R?
– Con toda claridad.
– ?Como reconoceremos la cinta?
– Es una cassette Memorex y lleva escrito encima «ASJ» y «Enero», que fue cuando se efectuo la grabacion. No tendria que resultar dificil encontrarla entre las cintas de Noah, pues este utilizaba cintas en miniatura Norelco de quince minutos de duracion, cassettes de dos pulgadas y cuarto por una y media, cuando dictaba en casa.
– Ha hecho usted muy bien sus deberes -dijo Pierce, complacido.
– El problema no es como identificar la cinta -dijo Collins-, sino como llegar hasta ella. Ya se lo he dicho. Se encuentra en el primer cajon de arriba del archivador de Noah, que Tynan conserva ahora en su despacho.
– Yo tambien he hecho mis deberes -dijo Pierce-. Tynan permanecera en su despacho hasta las ocho y cuarenta y cinco de esta tarde. Lo abandonara entonces para trasladarse directamente al aeropuerto y tomar el avion de Nueva York; una vez alli, desde el aeropuerto Kennedy tomara el vuelo de las once en punto a San Francisco, desde donde se trasladara en automovil a Sacramento.
– Hasta ahora, todo bien.
– Su despacho quedara vacio. Nosotros estaremos cerca. En cuanto se nos comunique que no hay moros en la costa, usted y yo penetraremos en el edificio Hoover a traves de una entrada que hay en la calle Diez. Ya le dije que disponemos de dos confidentes en el propio edificio del FBI y que uno de ellos es un agente del turno de noche. Bien, pues este nos franqueara la entrada. Y se encargara tambien de que la puerta del despacho del director no este cerrada con llave.
– Pero es posible que el archivador de Noah si lo este.
– Lo estara -dijo Pierce-. Es un anticuado archivador Victor Firemaster que cierra por combinacion. Lo abrire. Ya le he dicho que nosotros hemos hecho tambien nuestros deberes. -Estupendo -dijo Collins con admiracion.
– Y en cuanto a su esposa…
– ?Si?
– Para que se tranquilice, le dire que Jim Shacks sabe donde se encuentra en Forth Worth. Esta bien.
– ?Donde se encuentra?
– Shack no nos lo ha dicho. Pero no importa. Lo mas importante es que hemos echado un vistazo al expediente de Tynan sobre el caso de su esposa. Hemos averiguado el nombre y la direccion de la testigo que Tynan se esta reservando. Una tal Adele Zurek. Ahora vive en Dallas. ?Le suena ese nombre, Zurek?
– Karen jamas lo ha mencionado.
– Lo suponia. Era una mujer de la limpieza que trabajaba a horas. Cuando la asistenta de su esposa tenia el dia libre, la senora Zurek la sustituia. Jim Shack acudira a verla esta tarde. Si logra averiguar algo, le llamara a usted esta noche.
– Pero es que estaremos fuera.
– Lo sabe. Llamara a partir de las diez y seguira probando hasta que usted le conteste.
– Gracias, Tony.
– Ahora, hablemos de esta noche. Calles E y Doce. A dos manzanas del edificio del FBI. Hay un establecimiento especializado en hamburguesas con un rotulo de neon en el que puede leerse: «Cafe hasta el borde». Este alli a las ocho en punto.
– Alli estare -le aseguro Collins-. Esperemos que nos vaya todo bien -dijo con inquietud.
– No se preocupe por eso -dijo Pierce-. Lo importante es que el contenido de la cinta merezca la pena.
– Fue Noah quien establecio una relacion entre el Documento R y la Enmienda XXXV…, quien advirtio que era peligroso y tenia que darse a conocer. Tendremos que confiar en el.
– Ojala resulte interesante -dijo Pierce-. Porque es nuestra ultima esperanza antes de manana. De ello depende nuestro exito. -Miro a su alrededor al tiempo que se guardaba el libro en el bolsillo.- Bueno, yo me ire primero. Nos veremos esta tarde.
– Hasta entonces.
Eran las ocho y media de la noche cuando Chris Collins, lleno de inquietud, abandono el taxi junto a la confluencia de las calles E y Doce. Tres puertas mas alla de la esquina descubrio el rotulo de neon rojo y blanco en el que podia leerse: «Cafe hasta el borde».
La barra estaba llena, pero solo algunas de las mesas de formica blanca se hallaban ocupadas. En la situada en el rincon mas alejado pudo ver a Tony Pierce.
Collins se acerco y se acomodo al lado de este, que se estaba terminando muy tranquilo un bocadillo de hamburguesa.
– Llega usted muy puntual -le dijo Pierce entre bocado y bocado.
– Estoy hecho un manojo de nervios -reconocio Collins.
– ?Y por que va a estar nervioso? -le pregunto Pierce secandose la boca con una servilleta-. Acudira simplemente a visitar el despacho del director del FBI. Ya ha estado alli otras veces.
– Pero no en su ausencia.
– Tiene razon -dijo Pierce riendose-. Ahora vamos a estudiar los planes. ?Que va usted a hacer cuando tenga el material?
– Bueno, pues, la cinta de Rick tal vez nos diga donde esta el Documento R.
– Es posible. ?Que hara cuando tenga la cinta?
– Si se trata de algo tan terrible y perjudicial como Noah dio a entender, llamare a Sacramento inmediatamente. Localizare al vicegobernador, dado que es el presidente del Senado del estado de California. Le dire que dispongo de importantes pruebas relacionadas con la votacion final sobre la Enmienda XXXV y le rogare que me permita comparecer ante el Comite Judicial por la manana, inmediatamente despues de que Tynan haya pronunciado su discurso. Abrigo la esperanza de que consigamos alzarnos con el triunfo.
– Perfecto -dijo Pierce-. Es posible que manana a estas horas podamos celebrarlo en un buen restaurante.
– Falta mucho para manana por la noche -dijo Collins.
– Tal vez. Ande, tomese un cafe conmigo. Disponemos todavia de unos minutos.
Les habian servido el cafe y estaban empezando a beberselo cuando Pierce senalo hacia la puerta, situada a la espalda de Collins.
– Ahi viene.
Collins volvio la cabeza.
Van Allen se estaba acercando entre las mesas y la barra. Al llegar junto a la mesa, se inclino y dijo en un susurro:
– Via libre. Tynan ha salido hacia el aeropuerto hace diez minutos.
Pierce dejo la taza, deposito una propina en la mesa y se levanto.
– Andando.
Una vez Pierce hubo pagado la cuenta, los tres salieron a la calle E y echaron a andar en silencio para recorrer las dos manzanas que les separaban de su destino. No hablaron hasta llegar a la confluencia de la calle E con la calle Diez, en cuya acera de enfrente se levantaba la impresionante estructura color beige del edificio del FBI con sus adornos de columnas.
– Yo les dejo aqui -dijo Van Allen-. Aguardare al otro lado de la rampa del estacionamiento. Si ocurriera algo y Tynan regresara, conseguire llegar hasta ustedes antes que el. Buena suerte.
Observaron como se alejaba. Pierce tomo a Collins del brazo y le dijo:
– Ahora actuemos con rapidez.
Cruzaron la calle y echaron a andar de prisa por la acera de la calle Diez, junto a la que se levantaba el edificio J. Edgar Hoover. Pierce subio los empinados peldanos de dos en dos, mientras Collins trataba de no quedar rezagado. Junto a la puerta de cristal no se veia a nadie, pero muy pronto aparecio una figura entre las sombras del interior. El hombre abrio la puerta.
Pierce le cedio el paso a Collins y ambos penetraron en el vestibulo. Collins apenas pudo ver al agente que les