siguiente, cuando llame al timbre de Monica, no quiso recibirme, pero deslizo una nota bajo la puerta, comunicandome que necesitabamos separarnos por un tiempo. Solo podria volver con ella cuando hubiera cambiado. Esta propuesta no me dio ninguna esperanza, pues dudaba que pudiera ocurrir algun cambio en mi que no hubiera tenido ya lugar. Unos dias antes yo no era un asesino, ahora si. ?A que diferencia mayor en mi podria jamas aspirar?

Sin embargo, insisti. Durante varias semanas, visite diariamente a Monica. A veces me dejaba entrar, pero nunca permitia que nuestras discusiones tuvieran su termino natural, en el amor. A veces llegaba a perdonarme, pero con la misma indiferencia con la que me condenaba por mi falta de humanidad. Se que no deberia haber dejado que las cosas llegaran a ese extremo, pero estaba bajo la impresion de que el amor era necesario, y si no el amor, por lo menos algo que se le pareciera. Pues, ?a que se debia que todo el tiempo que pasaba con Monica -o con otra mujer -tuviera que mirarla y ella a mi, y ninguno de los dos pudieramos mirarnos a nosotros mismos? Ya que era asi, nuestros ojos no estaban situados del lado de la pantalla en que se proyectaba desde nuestras frentes, para que pudieramos mirar nuestras propias caras, sino que estaban situados en nuestras cabezas, o sea, condenados a mirar hacia afuera; de este hecho anatomico, deduje que los seres humanos estaban disenados para amar. La unica excepcion de este diseno es el sonar. En un sueno nos miramos a nosotros mismos, nos proyectamos sobre nuestra propia pantalla; somos actor, director y espectador, todo al mismo tiempo. Pero de esta privilegiada excepcion no informe a Monica.

Quizas esta fue la razon por la que nuestra relacion fracaso y no llegamos a reconciliarnos. Nunca habia sonado con Monica ni tampoco le hable jamas de mis suenos. Tampoco podia hablarle de aquel asesinato, que cada vez se parecia mas intensamente a los suenos, todo el imagen palpitante sin ninguna consecuencia.

Este breve periodo de renovada soledad estuvo mezclado con variaciones del «sueno de la clase de piano», en el que a veces, para mi confusion y embarazo, no mataba a la superiora, sino que encontraba un nuevo interes en el juego del ajedrez. Trate de no indagar sobre los motivos por los que habia desmantelado el sueno, actuando fuera de el.

Entonces pense que ya sabia cual era el sentido de mis suenos.

El problema de su interpretacion habia sido reemplazado por otro tema, porque estaba preocupado por ellos. Llegue a la conclusion de que mis suenos eran acaso un pretexto para mi atencion. Muy bien, entonces. Cuanto mas enigmatico, mejor. Me interese por la forma de mi atencion y por la atencion en si misma.

?Por que no tomar los suenos como son, simplemente? Quizas no necesitara en definitiva «interpretar mis suenos». Tal como era obvio en el sueno, mas reciente, en que, para aprovechar las instrucciones de la superiora, era mejor no haber aprendido nunca a tocar el piano; del mismo modo se me ocurrio que, en cuanto a mis suenos, era mejor no aprender a interpretarlos. Queria realizar mis suenos, no solo observarlos, y esto fue lo que hice.

Una completa atencion era todo lo que se requeria. En estado de atencion total no existen rincones oscuros, ni sensaciones, ni sombras que molesten, nada que parezca sucio. En un estado de total atencion no hay lugar para interpretaciones ni para autojustificaciones, ni para propaganda a favor del yo y sus revoluciones.

En un estado de total atencion no se necesita convencer a nadie de nada. No hay que compartir, disuadir ni reclamar. En un estado de total atencion hay silencio y, a veces, asesinato.

Un dia, Jean-Jacques me dijo: «Ser un individuo es la unica tarea». Ahora no hay nadie en quien pueda confiar, ni en Jean-Jacques. A el, solo puedo hablarle de mi en la forma mas indirecta. Sin embargo, nuestras conversaciones mantenian un gran interes para mi.

– Ser un individuo -repetia-, pero, ?sabes, Hippolyte, que hay dos formas totalmente opuestas de llegar a ser individuo?

Le pedi que se explicara mejor.

– Una manera -dijo- se logra mediante la concrecion, composicion, fabricacion, creacion. La otra -tu manera- se encuentra a traves de la disolucion, el desprendimiento, el entierro.

Creo que lo entendi.

– ?Y tu crees que tu manera -dije- es la de un artista?

– Diria que si, ?no crees?

– Ser un individuo -replique- no me interesa. No estoy interesado en tu sentido, una vida distinguida o artistica.

– Tampoco yo lo estoy -protesto-. ?Que te has creido que soy?

– Pierdes demasiado tiempo, Jean-Jacques -le dije, animandome con mi propio argumento-, protestando contra la banalidad. Tu vida es un museo de antibanalidades. Pero, ?que tiene de malo la banalidad?

– Realmente…

– Mira -dije-: ?Aceptas que el arte no consiste en primer termino en creacion, sino en destruccion?

– Si es asi, ?entonces…?

– Entonces, mi arte es el mayor, tengo la mas intensa individualidad, ya que estoy aprendiendo no lo que debo coleccionar, sino lo que voy a destruir.

– ?Y que va a quedar de ti? -sonrio.

– Tu sonrisa -dije-. Si es que ya no te he ofendido.

– No, ?por supuesto que no, mon vieux!

– Tu sonrisa y mi paz.

Sonrio nuevamente.

– Dejame que te diga una cosa -dije, un poco aturdido al recordar el incidente, pero animado por su seriedad-. Me has preguntado antes que habia hecho durante esta semana. Te lo dire. He estado asistiendo al campeonato nacional de ajedrez que se esta jugando en el Palais de… Alli vi al mayor artista de nuestro pais, un muchacho de dieciseis anos. Su juego fue una revelacion para mi. Juega tan implacablemente, que su juego parece -no, es- completamente mecanico y desprovisto de pensamiento. Mueve los peones sobre el tablero, el caballo salta al ataque, el alfil se cierra formando una garra, sus torres se mueven como tractores, la reina es una despota sedienta de sangre.

– ?Que decidiste sobre tu despotica reina? -pregunto Jean-Jacques.

– No estoy hablando de Frau Anders -replique con frialdad-. No estoy hablando del deseo de justicia, sino del mecanismo de una jugada perfecta. Hablo del juego de un campeon.

Mi amigo permitio que su curiosidad fuera desplazada.

– Su juego te deslumbra porque tu no juegas al ajedrez tan bien como el -dijo Jean-Jacques.

– No -exclame-. Esto no es lo importante, puesto que comprendo el secreto de su juego, aunque no pueda anticipar sus movimientos. El secreto de su juego esta en que el es completamente destructor. Cada dia fui a observarlo a el y solo a el.

– Manana ire contigo -dijo Jean-Jacques.

– No, manana no voy a ir.

– ?Por que?

– Porque hoy me ha mirado. Cada dia me sentaba en la tribuna de espectadores y observaba su rostro, palido y relajado. Nunca mira hacia arriba, pero hoy lo hizo -y me miro directamente. Trate de mantener mi mirada para responder a la suya. Pero no pude. Su mirada era demasiado destructiva y, avergonzado, baje mis ojos.

?Que lei en los ojos de aquel muchacho? Desprecio e indiferencia, perfecta atencion, una energia que quemaba todas las palabras. Habia encontrado a mi maestro en crimenes. Pero esto hubiera sido excesivamente dificil de explicar a Jean-Jacques, quien queria explicar mi fascinacion por el jugador de ajedrez como un impulso de atraccion sexual.

– No lo digas -pedi a Jean-Jacques secamente.

– No lo hare.

Estaba aturdido, porque era el quien ofrecia su mente para ser leida.

– ?Estas seguro?

– Si.

– ?No era concupiscencia lo que sentias por este… campeon?

– No -dije-. La concupiscencia y el miedo son incompatibles. Solo puedo desear lo que soy capaz de imaginar

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