que haya que ir a buscarlas.
– No importa -dijo-. Vuelve con tu mujer y trata de ser feliz.
Le ofreci una dolorosa y tierna despedida y regrese a la capital. Tan pronto como deshice las maletas, fui al apartamento de Monica, ansioso por saber que habia pasado tras nuestra larga separacion. Era un dia laborable, antes de media tarde, de modo que la supuse en su trabajo, pero estaba dispuesto a esperarla y llevarla a cenar. Entre con mi llave, y la descubri con un hombre en calzoncillos, inclinado sobre una maquina de escribir.
Estaba muy tranquila, mucho mas tranquila que yo; y el hombre, todavia mas sereno que ella. El permanecio sentado en la misma posicion durante nuestra vacilante y dolorosa conversacion, manoseando las teclas de la maquina. De vez en cuando pulsaba imprevistamente una tecla. Entonces soltaba el carro, abria el cajon de la mesa, sacaba una goma y pulcramente borraba la letra equivocada de la primera pagina y de cada una de las copias. Parecia estar ansioso por continuar escribiendo lo que yo habia interrumpido. Monica lo ignoraba, poseida por una verguenza que no intente disminuir. Yo, yo no sentia ninguna verguenza por mi intrusion, pero si un poco de malestar.
?Lo he dicho con suficiente claridad? Monica se habia casado. El mecanografo de los calzoncillos era traductor de un oscuro idioma eslavo y poseia los mas admirables sentimientos politicos. Juntos pensaban traducir el mundo entero en su saludable y esperanzador idioma. Los felicite. Monica me beso en la boca. Su joven marido se levanto gravemente y me ofrecio la mano. Abandone silenciosamente el apartamento y espere en el rellano siguiente hasta oir otra vez el tecleo de la maquina. No tuve que esperar mucho.
Volvi a mi soledad y a mis suenos. Pobre Hippolyte, he sido rechazado en las circunstancias en que mas hiere el rechazo; creia que seria yo quien rechazara, falto incluso de las distracciones de un espontaneo y consolador amor. Por primera vez en la vida, me senti dolorosamente solo. Lo que tenia que hacer era lo que habia juzgado imposible para Frau Anders: empezar una vida nueva. No era tan facil. Por otra parte, mi caso era diferente. Despues de todo, me encontraba sano y robusto. Apenas rebasaba los treinta anos. Si no se podia empezar de nuevo a mi edad, ?cuando podia hacerse?
Continuaba sonando todavia el sueno de «la clase de piano». Continuaba sonando con una mujer superior ordenando mi vida y un hombre en banador negro, instigandome a que saltara. Habia matado a la mujer. Habia saltado. Pero como en el sueno, al caer, mis sentimientos se hicieron mas intensos.
La primera vez que Frau Anders habia ordenado mi vida, me senti liberado de un gran peso. Ahora habia solo espacio, un espacio agrandado por la ausencia de mi bienintencionada Monica. Si esto fuera un sueno, pensaba, haria volver a Frau Anders. Le explicaria por que la habia matado. Hasta pediria su permiso. ?Un fracaso temperamental? Quiza. Pero todo esto era innecesario. El asesinato de Frau Anders no era un sueno, aunque para otros propositos muy bien pudo serlo, ya que un dia ella, sencillamente, aparecio. Fue un monotono dia de primavera, con el frio aun del invierno. Yo estaba sentado en un cafe, dentro y en la parte trasera, donde mas se notaba el calor, sosteniendo entre mis dedos una copa de conac. Entonces vi la cara, pegada contra el cristal. Yo acababa de cambiar algunas palabras con el camarero, que se habia ido. Y entonces aparecio ese rostro. Una extranisima cara que me parecio un confuso borron, debido al panel de vidrio y al empanado salon del cafe que nos separaba. Era una cara que recordaba, y estas son siempre las caras que observan, escudrinan y juzgan. Tome el periodico y lo interpuse entre nosotros. Despues mire otra vez. La cara permanecia aun en el mismo lugar. Sonreia o gesticulaba con sombria expresion, pero no estaba muy bien definida o me parecia poco lograda. Entonces una mano se elevo para desempanar el cristal, donde el aliento de la cara lo habia manchado. La cara se hizo asi mas clara, pero no del todo visible.
Cuando alguien quiere determinar si una persona esta muerta o no, se pone un espejo o un trozo de vidrio en la boca para ver si el vidrio recoge un halo de humedad de la respiracion. Respirar sobre vidrio es un signo de vida en el dominio de la muerte. Entonces lo supe. Era una resurreccion. Era Frau Anders.
Entro en el cafe y se dirigio directamente a mi mesa. Por un momento senti el impulso de llamar al camarero o de esconderme bajo la mesa.
– No corras -dijo severamente, mientras se sentaba-. Quiero hablar contigo.
– Es un sueno -murmure.
– No seas estupido, Hippolyte, no hay nadie mas real que yo.
– Es cierto -dije con la mayor extraneza-. ?Que indestructible eres!
– ?No gracias a ti! Sospeche que harias algo por el estilo. Te estuve observando todo el tiempo y escape por la puerta trasera, saltando por encima de tus asquerosos trapos empapados de queroseno, mientras tu te ocupabas de encender la cerilla delante de la casa. Querido mio, no eres mejor como asesino que como tratante de blancas.
– ?Que has hecho durante todo este tiempo? -murmure.
– No voy a contestar a ninguna de tus preguntas. Estoy aqui simplemente para inspirarte remordimiento, pero tu si puedes decirme lo que estas haciendo. Por ejemplo, ?que estabas haciendo en el momento en que te vi?
– Estoy esperando que se muera mi padre -dije tristemente.
– Espero que no estes ayudandole en este ultimo proyecto -dijo en tono muy severo.
– ?Por quien me tomas? ?Por un parricida? -replique, indignado, y le explique brevemente mi vida durante los tres meses que pase cuidando a mi padre.
– Bien -dijo ella-. Yo no te voy a pedir que seas mi enfermero. Las cosas me van perfectamente, gracias.
– Pero, ?y tus heridas? -exclame.
– Preocupate de las tuyas. Yo puedo cuidar de las mias.
– ?Y donde vives? -pregunte humildemente. Hizo una pausa, en silencio, y miro mi cara-. No te pregunto la direccion -anadi rapidamente.
– Si quieres saberlo, alquile una parte del apartamento de una mujer arruinada. Tengo la sala de baile y varias antecamaras. Hay muchos espejos en estas habitaciones, pero no me importa, estoy aprendiendo a ser valiente.
– ?Ves a otras personas?
– ?Por que me haces tantas preguntas? ?No has preguntado suficiente?… Principalmente, visito medicos. Voy a una clinica donde estoy recuperando el uso de mi brazo derecho.
– Y a Lucrecia, ?la ves?
– ?A aquella frivola muchacha? ?Nunca! Me despreciaria.
– No te asustes -dije amablemente-. Te ayudare. Lo prometo. Me dedicare por completo a tu bienestar, sin imponerte nada. -Me miro con suspicacia-. Esto debera planearse, pero cuando haya acabado te ofrecere una gran sorpresa. -Se me habia ocurrido una maravillosa idea. Empece a hablar con mayor rapidez- Antes de un ano, despues que hayan ocurrido algunas cosas que me permitiran dedicarme a tu bienestar y que me ofreceran los medios para hacerlo, sere capaz de brindarte algo que podras tener durante toda tu vida. Una vida -conclui- que hare cuanto pueda para prolongar hasta el maximo posible.
– ?Vas a darme algo?
– Si.
– ?Algo que yo quiero? ?Algo que tendre a mi lado, que podre conservar toda mi vida?
– Si. Lo guardaras y te guardara.
Ella sonrio.
– Creo que se lo que es.
– ?Lo sabes? No se como puedes saberlo. Se me acaba de ocurrir.
– Las mujeres somos muy intuitivas -dijo sutilmente-. ?Cuanto debo esperar?
– ?Oh! Puede ser un ano o mas. En parte, depende de que consiga cierta cantidad de dinero.
– Yo tengo dinero -anadio rapidamente-. Eso no debe interponerse en nuestro camino.
– No -replique firmemente-. Debe ser mi dinero. Tu crees que las mujeres tienen el monopolio de la intuicion. Seguramente aceptaras el mismo orgullo convencional que sienten los hombres por administrar el dinero. - Parpadeo-. ?Esperaras?
Asintio. Entonces anadio:
– Estoy muy asustada por ti.
– Y yo por ti -dije-. Pero en este encuentro de temores tambien te amo.
– ?Que extrano! -murmuro-. Cuando llegue a la puerta de este cafe te odiaba. No. Era peor que odio. Sentia
