– ?Por que no la llamas Marie?

– Es un nombre muy poco comun -dije.

Desperte de este sueno con un claro sentimiento de alivio. Un nuevo sueno, en lugar de las exhaustivas repeticiones de los viejos, era especialmente bienvenido en esos momentos. Supe que este indicaba un notable progreso en mi carrera de sonador. El sueno tenia, es cierto, un caracter mas pesadillesco que los anteriores. El terror que experimente al perder mi pierna, al afrontar el castigo en el salon, fue muy grande. Sin embargo, estime que mis emociones, en este sueno, eran mucho mas esperanzadoras y positivas, mas proximas al modelo que tenia de ellas. Pues habia decidido que mi caracter durante la vida diurna, y mi caracter mientras sonaba, debian ser lo mas similares posible. Estaba preparado a hacer a uno u otro cuantas concesiones fueran necesarias para reunirlos.

Pueden preguntarse como lograrlo. El problema de cambiar mi vida para que se amoldara a mis suenos, no era insuperable -mucho mas facil que cambiar mis suenos para amoldarlos a mi vida-. Pero de todos modos, un esfuerzo de voluntad no seria suficiente por si solo. Creo que el ultimo sueno me dio la clave para hallar el metodo correcto. Todos los suenos eran un espejo ante el que se presentaba mi vida diurna, ofreciendome, a cambio, una imagen poco familiar, pero no incomprensible. Con perseverancia y atencion, ambas se unirian, aunque necesitara pasarme toda la vida delante del espejo. Este es el destino de los espejos, y de lo reflejado.

Mientras meditaba estas cosas aquella manana, en mi habitacion del hotel, observe tambien que el nuevo «sueno del espejo» me proporcionaba una ayuda sustancial para mi actual proyecto de matrimonio. No era extrano que me hubiera sentido desanimado. No habia entendido ni mi proyecto, ni las razones que lo justificaban. Estupidamente, crei que podia aventurarme buscando una esposa por el mundo, sin exigencias ni condiciones previas. Comprendi entonces que la unica manera de buscar una esposa -y deben recordar la urgencia de mi busqueda, con Frau Anders presionando de cerca sobre mi- era concebir claramente cual me convenia. Como se elige el nombre para un nino. Ya no buscaria a la deriva, esperando que mi futura esposa se me apareciera, sino que la buscaria yo mismo en el lugar mas apropiado. ?Que matrimonio resistiria mejor los indeseados avances de Frau Anders que una union totalmente solida y respetable? Habia sido absurdo de mi parte imaginar que iba a poder repudiar el excentrico casamiento que Frau Anders me ofrecia, mediante otro casamiento igualmente excentrico, con alguien ajeno a mi propia clase, tanto si se trataba de una prostituta como de una dependienta, o la sobrina de mi portero.

Decidi regresar a mi casa para buscar una esposa, porque es alli, pese a todo, donde hemos nacido y crecido, donde aprendimos el sentido de lo propio y lo impropio, cualquiera que sea, para el resto de nuestra vida. Seguramente muchas actividades que ejercia en la capital, como mis excursiones con Jean-Jacques o mi relacion con Frau Anders, nunca hubiera podido imaginarlas en mi ciudad natal. Hubiera dejado de ejercerlas, no por miedo a ser descubierto y censurado por mi familia, sino por respeto. En la ciudad natal, hay muchas cosas que uno no llega a hacer, porque ni siquiera las imagina.

Pase algunos acobardados dias mas en el hotel, meditando las sugestiones y estrategias sugeridas por los suenos. Como siempre, el sueno empezo a repetirse, pero con cierto numero de variaciones. A la noche siguiente, el espejo cayo sobre mi; fue asi como resulte herido. A la otra noche, regrese al salon para transferir mis propiedades al banista, y quede atrapado dentro. La tercera noche, mi padre me prohibia casarme. En la manana siguiente a esta ultima version, decidi no esperar ni un momento mas, y poner en practica mis nuevas resoluciones sobre como casarme. ?Que mejor lugar para encontrar una esposa apropiada que mi ciudad natal, entre las mujeres de mi clase? Telegrafie a mi familia diciendo que iba a hacerles una visita, y abandone el hotel.

Mi hermano mayor estaba en viaje de negocios cuando llegue a casa. Me alegro su ausencia, porque pense que tales asuntos serian mucho mejor tratados por las mujeres. Mientras mi hermano era un tipico negociante y un respetado padre y esposo, las mujeres de mi familia eran todavia mucho mas convencionales. La razon por la que mi hermano no era capaz de proporcionarme una eleccion totalmente convencional, no tenia nada que ver con el hecho de que mantuviera a una querida en otra parte de la ciudad; es excepcional, por lo menos en este pais, el marido de mediana edad que no tiene una relacion extramatrimonial. Pero habia sostenido algunas conversaciones con mi hermano -mientras nuestro padre estaba enfermo- y sospechaba que el tenia algunas ideas sobre el caracter y las independientes formas de vida, que podrian comprometer su juicio, en el caso de que le encomendara la delicada tarea de encontrarme una esposa. Si bien sabia que me recomendaria solo mujeres del circulo social de nuestra familia, podia igualmente intentar favorecer a las que en algunos aspectos pudieran parecer mas interesantes. En resumen, trataria de complacerme, que era precisamente lo que yo no queria.

Vi muy poco a la esposa de mi hermano, Amelia; estaba muy ocupada con los ninos. Sabia muy poco de mi y estaba seguro de que nunca se habia detenido a pensar en mi. Encontre tambien a mi hermana mayor, ahora viuda, que habia regresado recientemente a la ciudad, despues de residir muchos anos en el extranjero. Y varias tias, casadas y solteras, a las que no habia visto -excepto en los funerales de mi padre- desde que deje la casa, siendo ya un hombrecito, doce anos antes. Fue a estas mujeres a quienes explique mi problema, confiado en la simplicidad y certeza de su juicio.

Explique mis proyectos a mi cunada y a mi hermana, y les pedi que me volvieran a introducir en la vida social de la ciudad. En poco tiempo, fui invitado a tomar el te, a bailes y reuniones familiares, y, entre las varias candidatas, elegi a una joven de apariencia simple y llana, de caracter modesto, que parecia realmente contenta con mis atenciones. Era hija de un oficial del ejercito, educada en un convento, amiga de los ninos y de irreprochable reputacion. Mis parientes pensaron que era una excelente eleccion.

Tras varias visitas a su casa, en las que respetuosamente escuche las disertaciones de su padre, acerca del modo como nuestro pais se vengaria en la proxima guerra de nuestro enemigo, de tocar a duo con la hija, y despues de una ultima entrevista con mis familiares, hable con el viejo coronel y recibi su permiso para proponerle matrimonio a su hija, se hizo la propuesta y fui aceptado. La boda se realizo cuando mi hermano regreso del viaje, bronceado y mucho mas joven de lo que me habia parecido la ultima vez que lo vi. Poco despues, mi esposa y yo nos dirigimos a la capital para empezar nuestras nuevas vidas.

CAPITULO XIII

– De modo que te has casado, pequeno Hippolyte -me dijo Jean-Jacques.

No me parecio oportuno que mi esposa hablara con Jean-Jacques, pero lo entere de la noticia, igual que de todas las razones que tuve para casarme y del sistema de mi eleccion. Estuvo de acuerdo en que era una de las formas en que mi familia podia ayudarme, pero el acto en si le parecio discutible.

– Desapruebo en ti que actues de una manera tan trasnochada, que actues convencido.

– Convencido, ?de que? -pregunte.

– De lo que acabas de decirme sobre la propiedad del matrimonio.

– Eso no es ninguna conviccion -dije-. Es una necesidad que descubri con la ayuda de mis suenos. Ya sabes, Jean-Jacques, como aprecio la soledad. La soledad, en ultimo caso, es mi conviccion. Pero no existe contradiccion entre mi soledad y mi matrimonio. Nunca he hecho nada por prurito del orden. Tampoco, igual que tu, por el del desorden.

– ?No te has casado por el imperativo del orden?

– No -replique-. Si mi vida expresa fe en el orden, es mi naturaleza, eso es todo. La prueba es que este orden a otros les parecera desorden, incluso veleidad.

– ?Y tus convicciones?

– No quiero tener ninguna conviccion -dije-. Si soy, o creo en algo, quiero descubrirlo a traves de mis actos. No quiero actuar como lo hago porque eso este de acuerdo con lo que soy o con lo que creo.

– Fui yo quien te dijo eso, ?te acuerdas?

– Tenias razon -dije-. ?Acaso no te creo siempre que tienes razon? Quiero seguir mis actos. No quiero que mis actos me sigan a mi.

– Pero tu interpretacion de mi idea es algo especial. Para ti, parece que, cuantos menos actos, mejor.

– Si -dije-. Solo los que son necesarios, los que definen, los que destruyen.

– ?Y tu matrimonio, Hippolyte? ?Es acaso un acto que defina o destruya?

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