siquiera despues de que Jean-Jacques dijera:

– No imagine que le gustara. ?Esperabas tu otro resultado?

– Esperaba otro resultado -proteste-. Puedo haberme equivocado al amueblar la casa antes de que hubiera aprendido a conocer su utilidad. Quizas, por el momento, habria bastado con etiquetar las habitaciones y ofrecer una lista pormenorizada de sus contenidos posibles. Las habitaciones con su mobiliario real no permiten que Frau Anders ejercite su propia imaginacion.

– Amigo mio -replico Jean-Jacques-. Frau Anders nunca hubiera imaginado esta casa, si tu no se la hubieras terminado completamente. Nuestra antigua anfitriona es una mujer de fuerte apetito y voluntad, pero tambien es obstinada, incapaz de imaginar nada. Esta gente solo puede ser sacudida, lo cual es una estupida sustitucion de los placeres de la imaginacion.

Dije a Jean-Jacques que me parecia que menospreciaba la capacidad de Frau Anders. Pero, por otra parte, su respuesta me agrado. Trataria de no enfadarme demasiado si Frau Anders se negaba a ocupar la casa. No tenia deseos de forzarla a nada. Al dia siguiente, nos encontramos en la jaula del gorila.

– Esperare en tu casa durante un tiempo -dijo gravemente-. No me creas desagradecida, si espero algo mas.

– Oh, mi querida amiga -solloce, profundamente conmovido, y cogi sus manos temblorosas.

– ?No me falles! -dijo llorando.

– Siempre te servire y te honrare -replique.

Poco despues, Frau Anders se traslado a la casa. Cuando le hice la primera visita, parecia contenta. Mientras me reprochaba los gastos que hice al remodelar y amueblar la casa, pude observar que no estaba disgustada con mi extravagancia, ya que, como muchos ricos venidos a menos, pensaba que el capricho y el despilfarro eran ornamentos necesarios de la riqueza.

Puedes estar seguro, lector, que no olvidaba las restantes exigencias de Frau Anders. Trate de no pensar en ellas, pero gradualmente fui perdiendo aquel poder de alejamiento. No habia regalo que pudiera ofrecerle para reparar las injurias que le habia ocasionado, excepto ofrecerme yo mismo, lo cual, a pesar de lo mucho que deseaba llevar a cabo esta reparacion, no queria. Las razones por las que ella me queria, no puedo decirlas. Pero sus objetivos eran inconfundibles, su persistencia -cada vez que iba a visitarla-, inquebrantable.

Por ultimo, decidi que habia una sola manera de poner fin a las embarazosas esperanzas de Frau Anders. Mi tactica era casarme lo antes posible. Creo que esta idea se me hubiera ocurrido aun sin la urgencia a que Frau Anders me inducia, ya que amueblar una casa -incluso para una mujer que presumi viviria sola- me hizo pensar en aquellos que habitualmente las ocupan: las familias, el santificado orden de las relaciones domesticas. Pense tambien en mi hermano, a quien siempre habia respetado por haberse casado rapida y decididamente. Mucha gente permanece soltera esperando la pareja idonea. Pero yo permanecia soltero por apatia. Decidi esforzarme y contraer matrimonio.

Mientras buscaba alguien con quien hacerlo, trate de eliminar de mi mente cualquier idea preconcebida acerca de la persona que pudiera llegar a gustarme, tanto en lo concerniente a edad, como a estado, o apariencia personal. No me importaria si era mayor o menor que yo; si fea o hermosa, de acuerdo con los standards oficiales; si virgen o dos veces viuda; si prostituta o aristocrata, patrona o dependienta. El unico requisito era que la mujer con quien me casara deberia provocarme una emocion fuerte y positiva, y que yo deberia despertarle un sentimiento similar.

?Como reconocer ese sentimiento? Ya que no queria perder tiempo eligiendo mujer, era importante que tuviera alguna nocion de lo que deberia experimentar al verla. En otras palabras, debia decidir previamente que sentimientos serian suficientes en el primer encuentro para indicar que aquella mujer merecia ser considerada como esposa. Revise los distintos sentimientos que habia experimentado con mujeres, y decidi que la atraccion sexual no era la decisiva, pues me habia sentido atraido sexualmente hacia muchas mujeres. Por la misma razon, descarte el atractivo intelectual: me habian atraido varias mujeres, a lo largo de la vida, por su arte en la conversacion y en la discusion, la ultima, muy especialmente, Lucrecia, la hija de Frau Anders. El sentimiento que buscaba deberia ser uno que no hubiera experimentado nunca, y esto era completamente logico, ya que antes nunca habia pensado en casarme.

Con este proposito, renove mis relaciones con varias companeras de mis dias de estudiante, con la esperanza de que tuvieran hermanas dignas de eleccion. Entretanto, me parecio muy interesante conocer los exitos y fracasos de mis ambiciosos companeros de hacia diez anos, y no pude encontrar en estos circulos ninguna mujer que despertara el magico sentimiento que estaba esperando. Al mismo tiempo, no quise desatender a la hija del carnicero de la esquina, a la sobrina del portero, a cada una de mis vecinas solteras, por muy asperas que fueran sus voces. Pero en todos estos encuentros, no senti nada que se diferenciara especialmente.

Despues de varios meses, empece a temer que, procediendo sobre estas bases, no iba a encontrar una esposa. Desanimado, empece a deslizarme de nuevo hacia mis habitos insociables de licenciado. Habia abandonado casi este ambicioso proyecto, cuando, una noche, algo sucedio que acelero mi busqueda. Habia pasado la tarde con una antigua companera de colegio; algo desinteresado, continuaba mi busqueda, porque esta amiga tenia una prima divorciada. Subi las escaleras meditabundo, pensando en lo dificil que resultaba hacer una cosa, cuando vi una oscura figura, una mujer con una bufanda negra cubriendo su cabeza, sentada en la esterilla que habia delante de mi puerta. Solo una mujer podia ser tan silenciosa, tan persistente; de modo que me dirigi a ella por su nombre.

– Si, soy yo -replico Frau Anders-. ?Puedo visitarte en tu casa?

– No hay nada, aqui -dije, mientras abria la puerta invitandola a pasar.

– Tengo un proyecto para ti. No, para nosotros. Resolvera el problema que te plantee el ano pasado, cuando regrese a la ciudad, el problema que tu me resolviste de aquella manera tan ruda y desafortunada.

– ?Tu asesinato? -pregunte.

– Si. Mi querido Hippolyte, te has demostrado a ti mismo como un inepto para el crimen. Tus talentos no son adecuados ni para esclavizar ni para asesinar.

Asenti con la cabeza. Es suficientemente malo ser acusado por la propia conciencia, pero imaginen lo desairado que resulta ser disculpado por la frustrada victima.

– ?Para que crees que sirvo? -le pregunte.

– Puedes servir para marido.

– Oh, querida mia -replique tristemente-, es extrano que tu me hables de esto. Desde que construi aquella casa para ti, mis pensamientos se dirigen fuertemente a la vida domestica. Pero a juzgar por los resultados de mis intentos de encontrar una esposa, creo que tendre menos exito como marido que como negrero o asesino.

– ?Que sucedio con aquella buena chica a quien veias cuando regrese?

– Se caso.

– ?Y las otras que has considerado?

– No siento nada.

– Bien -dijo-. Tengo una candidata para ti, una mujer mayor que tu, en condiciones fisicas algo deterioradas. Pero, dejando aparte estos pormenores, ella esta dispuesta hacia ti por lazos de larga amistad, por alguna aventura espiritual y por un tenaz afecto.

– ?Mi querida amiga!

– ?Que obstaculos podrian impedir nuestra feliz union? -continuo-. Mi marido se ha vuelto a casar. Mi hija no se preocupa en absoluto por mi, ni pienso aparecer a su lado para perturbar su busqueda de la felicidad, con mi ruinoso aspecto y mis aspiraciones insaciables.

– Mi querida amiga -dije con mayor firmeza-, lo que propones esta enteramente fuera de lugar. Los dos nos conocemos demasiado bien. Ninguno podria proporcionar felicidad al otro.

– Yo pensaba que… -murmuro.

– Lo se, lo se. Pero solo puedo ser quien soy.

Lleve a Frau Anders a su casa en taxi. Estaba contento porque el tema se habia discutido abiertamente y porque fui claro con ella. Pero tenia razones para suponer que Frau Anders no cederia tan facilmente. Redoble mis esfuerzos de sociabilidad y casi nunca estaba en casa.

Una semana despues, tenia que pasar las primeras horas de la noche con mi antigua amiga, habia estado en otra recepcion inutil y llegue a casa sintiendome desanimado. Frau Anders vino a la puerta. Tenia un aspecto mucho mejor, mas saludable, y se lo dije. No respondio a mis gentilezas, y me precedio en silencio por la casa.

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