Una tarde, varios meses despues de la partida de Frau Anders, mi esposa y yo estabamos sentados junto a una ventana de nuestro apartamento. Al otro lado del patio, una vecina lavaba ropas. Estabamos atentos a los movimientos de sus rollizos brazos rojos, que entraban y salian con fuerza del lavadero.

Cuando hubo terminado y tendido su ropa, entro, sin vaciar el lavadero. Vimos la ropa que habia lavado, agitandose en el viento. Detras de una gran sabana blanca, emergio una oscura figura, coronada por una gorra. Era el desgarbado muchacho que solia traernos el carbon. Miro hacia nuestra ventana. Durante un buen rato, permanecio en su lugar, mirandonos, y despues, lentamente, empezo a retroceder. No vio el lavadero que estaba detras, tropezo, perdio el equilibrio y cayo adentro. Mi esposa miro y sonrio.

El muchacho estaba sentado en medio de un charco de agua caliente que hizo chorrear, sobre su agradable cara y sobre sus ropas, el polvillo del carbon que transportaba. Entonces, renegando, se levanto, apoyandose contra la pared, medio sentado sobre una bicicleta amarilla recostada alli, que pertenecia a mi esposa. Se limpio las narices y echo una mirada a nuestra ventana. Por un momento desaparecio, para regresar otra vez al sitio donde estaba, mascando algo, y permanecio alli mientras empezaba a anochecer.

Al oscurecer, dije a mi esposa que fuera hasta alli, y lo invitara a cenar con nosotros. Preparo una sencilla cena, a base de pan, patatas hervidas, rabanos y queso, que comi de muy buena gana. El muchacho miraba intencionadamente a mi esposa, y ella rehuia su mirada, bajando la vista.

Fue al repartidor de carbon a quien encargue que cuidara a mi esposa, alabando sus encantos, el primero de los cuales era su pureza. Ninguno de los dos replico a mi elocuencia. Dije que iba a dar un paseo, quizas a ver una pelicula, y lo invite a que se quedara en casa. Cuando regrese, a medianoche, el muchacho se habia ido y mi esposa estaba en su cama, durmiendo. A la manana siguiente, como ella no menciono el tema de la noche anterior, tampoco lo hice yo; me abstuve de examinar las sabanas, buscando huellas del joven del carbon.

Mi segunda linea de razonamientos sobre el tema del amor a uno mismo, sera mas breve que la primera.

Cada cambio de emocion es experimentado como una revigorizacion momentanea, pero este destello de sentimientos es falaz. Es el preludio de una disminucion del vigor, que ocurre al advertir la dependencia de nuestros sentimientos de algo o alguien externo a nosotros. El verdadero vigor resulta unicamente del conocimiento de la separacion.

Comunidad, amistad, amor, son expedientes provisionales, inventados porque los hombres no pueden soportar sentirse separados. Es el amor, por encima de todo, quien impide nuestra habilidad para permanecer separados. Sin embargo, el amor no puede rechazarse. ?Como podemos reconciliar entonces amor y separacion? Amor de uno mismo.

A esta segunda linea de razonamientos anadire tambien una breve historia.

Un dia estaba desnudo, delante de mi espejo.

Durante un tiempo, solia quitarme las ropas de dia. Dado que, vestido, me siento tranquilo e indiferenciado, mi espejo me confronta con el sabor de mi mismo, que es agudo y salino.

Cuando mi esposa entro en la habitacion, mi primer impulso fue cubrir mi desnudez. Pero domine el sentimiento de incomodidad, pues era siempre absolutamente honesto, y me lleve una mano al sexo. Ella se paseo por la habitacion, canturreando tranquilamente a media voz.

Pense en tres cosas: el huevo, la mariposa y la lluvia.

Cuando alcance el climax de mi meditacion, mi esposa se acerco y me seco con una toalla.

Mi tercera linea de razonamiento era esta.

Pienso mejor cuando pienso en una sola cosa, siento con mas profundidad cuando siento una sola cosa. Si pudiera remodelar mi cuerpo, seria de dimensiones celestiales, de modo que las ciudades de los hombres aparecieran ante mi como diminutas manchas. O bien, lo haria tan pequeno, que solo pudiera ver una hojita de hierba. Con cuanto amor examinaria esta hojita de hierba. Acariciaria su tallo, me adentraria en sus oscuros pliegues, me frotaria contra su verde costado.

Hay dos grandes pasiones en mi naturaleza. Me gusta concentrarme en algun problema pequeno, y me gusta ser sorprendido. Pero nadie es tan pequeno como yo. Y nadie me sorprende tanto, tampoco.

Mi tercera historia:

Frau Anders habia partido. Estaba inmensa, egoistamente aliviado de que tuviera que esconderse, mientras yo estaba a salvo, de que ella estuviera huyendo, pero no de mi. Paseaba por las calles sin rumbo fijo, cada tarde, hasta el toque de queda, alegrandome de no tener por que huir.

Entonces, en la vacuidad de mi ingenio, golpee a un mendigo que pasaba. El no me habia hecho nada; no lo conocia. ?A quien se parecia? No lo se.

El carnicero, saliendo de su tienda, me cogio por la oreja. Las maldiciones caen como gotas de la dorada testa del caballo. Se reunio una multitud de tenderos y amas de casa. Vino un policia con su porra.

Alguien, entre la multitud, me ofrecio un revolver, indicandome que debia correr. Pero yo no deseaba la muerte del mundo, ni de ninguna persona.

Por lo tanto, me dirigi hacia el policia. Tomaron mis huellas, me interrogaron, aquella noche me encerraron y a la siguiente manana me liberaron.

Mi cuarta y ultima linea de razonamiento es la siguiente.

El hombre se esfuerza por ser bueno; maldad es solo el nombre de la bondad para alguna gente. La esencia de la bondad es la monotonia. Notad, por favor, que digo monotonia, no consistencia, que tantos, incorrectamente, creen el sine qua non del buen caracter.

De la monotonia surge la pureza. Esta es la razon por la que casarse con una mujer es mejor, mas puro, que la poligamia. Pero la monogamia es poligama, cuando se enfrenta a la pureza del amor a si mismo.

?Que es mas monotono que uno mismo?

Una pequena historia: la noche en que Frau Anders partio, sone por tres veces el mismo sueno. En este sueno me paseaba por un mar helado.

CAPITULO XIV

Asi, mi esposa y yo vivimos sin discordias durante varios anos. No experimentaba ningun deseo especial de viajar, y, salvo una salida que hicimos para visitar a nuestra familia, no nos movimos de la capital. Pero entonces, mi felicidad fue conducida hacia un brusco y cruel final.

Un dia, mi esposa me dijo que no se habia sentido bien. Yo habia sospechado ya algo anormal, dada su constante somnolencia de las ultimas semanas, la rara palidez de su cara, y tambien por ciertas manchas blancuzcas que habian aparecido en sus brazos y piernas. Ella habia sido siempre una persona de un caracter extraordinariamente equilibrado; frio e insipido, podia decirse, aunque yo no lo juzgara asi. Pero despues, su caracter habitual habia adquirido el inconfundible aspecto de la debilidad y la pesadez. Aun al confesarme lo mal que se encontraba, lo minimizaba, como si quejarse le resultara un esfuerzo excesivamente grande. Pese a sus protestas de que todo iba a ser una perdida de tiempo y de que cualquier medico le diria que sufria del higado, me apresure a buscar servicio medico. Naturalmente, estaba justificada al dar ese diagnostico, mito de la medicina nacional que ha curado a muchos pacientes distrayendolos de sus enfermedades reales hacia otras imaginarias. ?Ojala hubiese sido curada con aquel diagnostico!

En la enfermedad, la imaginacion lo es todo. Usandola adecuadamente puede curar, aunque tambien la imaginacion mata. Pero la imaginacion del cuerpo suele ser generalmente prosaica, hasta torpe. Los suenos son la poesia; la enfermedad, la prosa de la imaginacion. Conoci a un incansable conversador que murio de un dolor que le empezo en la oreja, y un primo mio, abogado en los tribunales, que gustaba de las expresivas gesticulaciones con los brazos, que fue afectado de paralisis. Existen numerosas formas de enfermedad. En sociedades mas simples que la nuestra, la enfermedad goza de un caracter colectivo o comunal: la tipica forma de enfermedad es la plaga. En nuestra sociedad, la enfermedad se reduce a un asunto privado; las enfermedades modernas no son contagiosas. La enfermedad ataca a un solo hombre. Se inicia individualmente, en el organo o la parte del cuerpo afectado por la negligencia o por el cuidado excesivo. Es, por consiguiente, un juicio individual, mas que una infeccion. Por tanto, debe ser soportada con gran resignacion, ya que no puede ser comunicada a otra persona. La enfermedad de mi esposa, tal como el medico me dijo, pues ella estaba realmente enferma, tenia este caracter moderno. No era trasmisible, de modo que yo no estaba en peligro. Y ademas era incurable. Estaba afectada por

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