aplique una simple inyeccion intrasmuscular. Personalmente, yo rechazo operar cuando existen fobias de este tipo, porque el miedo irracional es incontrolable, y en medio de una intervencion, el paciente mas robusto puede hacerte un paro cardiaco.
– Si yo no le tuviera tanto terror al cuchillo, hace 25 anos que me habria operado… En mi adolescencia, mi familia trato de convencerme, pero era algo superior a mi…
– Si ese es el caso -dice el medico de pie y dirigiendose a Carmen- no perdamos tiempo. Yo te aconsejo que antes de pensar en la operacion, lo lleves a un psiquiatra. Quiza con un tratamiento adecuado, quiza mediante hipnosis previa, la operacion no le sea tan traum tica…
29
Vestida con un camison ultra corto y muy sexy, Alicia esta tomando un jugo de naranja, apoyada contra el congelador donde se encuentra el cadaver de Groote.
Una mujer blanca, cincuentona, con cofia y delantal de camarera, esta fregando los cristales de una ventana.
Alicia, se le acerca con un sobre de manila en la mano.
– Ay, Mariana, casi me olvido: Victor me dejo esto para ti.
La mujer se quita los guantes y coge el sobre.
– Es tu sueldo y el del jardinero, mas las vacaciones de los dos.
La mujer mira a Alicia, asombrada.
– Victor quiere que las tomen a partir de hoy.
– ?Ah, si? ?Y por que ahora?
– Como yo me marcho unos dias a Varadero y el sale en viaje de negocios esta noche, presto la casa a unos amigos italianos…
– Si, ya comprendo… Quieren correrse las juergas sin que nadie se entere…
Disconforme, retorna a sus cristales. Alicia la mira de reojo y sigue sorbiendo su jugo.
30
Van Dongen pone en el maletero del Chevrolet rojo de Victor, el bolso de viaje de Karl Bos. Karl se sienta al lado de Victor y se seca el sudor de la cara con un panuelo.
Detras, un carro toca el claxon. Hace calor. En las inmediaciones del aeropuerto hay un gran atasco. Autocares, taxis, coches particulares se entremezclan en caotico forcejeo por evadirse.
Sombreros de yarey, carretillas cargadas de maletas, ron a pico de botella, luctuosas despedidas, camisetas con la efigie del Che.
Victor consigue zafarse del atasco y su coche se va alejando entre la muchedumbre.
– La familia pagar sin condiciones -comenta Bos, cuando el carro enfila por la Avenida de Rancho Boyeros…
– ?Y la esposa de Rieks, que dice? -inquiere Victor.
– Estade acuerdo. Y tambien la madre, que como siempre se mostro muy energica y prohibe que intervenga la policia. Ella, el abogado de la familia y Vincent me recalcaron varias veces que debemos aceptar las condiciones de los secuestradores y pagar lo que sea.
– Yo creo que debemos pedirles una foto de Rieks, junto a un periodico del dia. Tenemos que asegurarnos de que este vivo.
– No, Jan: los Groote me han prohibido hacer eso. El dinero no les importa. Si a Rieks le ocurriera una desgracia, la esposa cobraria de todos modos un seguro por diez millones de dolares. Lo que quieren es no alarmar a los secuestradores, para no poner en peligro su vida.
– ?Pero con pedirles una foto no corremos ningun riesgo! De todos modos, si se niegan, haremos como ellos digan. Pero si aceptan enviarnos la foto, yo me sentire mucho mas aliviado.
Karl Bos piensa unos instantes y hace un gesto de duda. Luego mira la hora y pide un celular.
Victor le presta el suyo y Bos saluda en holandes a su mujer; luego en ingles a su secretaria, y le pide que fije una cita con un ingeniero cubano para el dia siguiente.
Diez minutos despues, el Chevrolet estaciona en el vecino barrio de Fontanar.
La negra, mujer de Bos, sale a recibirlo.
– Ok, gracias, nos reunimos dentro de dos horas en mi despacho.
A la reunion solo asistieron Karl Bos, Van Dongen y Victor, sin secretarias.
El primer punto, era decidir quien mediaria en la entrega del rescate. Victor se anticipo a excusarse. Adujo estar todavia muy deprimido por lo que le habia sucedido. En efecto, a solo cinco dias de haber sido atacado, aun persistian en su frente y munecas las huellas de los hematomas. Se lo veia p lido, habia perdido peso.
Van Dongen se propuso a si mismo y Karl estuvo de acuerdo.
Victor pregunto como iban a solucionar el problema del cash. Semejante suma creaba un serio problema. A peticion de Bos, Vincent Groote ya habia ordenado al Sr. De Greiff, de la sucursal caraquena, enviar con un emisario los tres millones a Cuba. Y De Greiff se habia comprometido a situarlo en La Habana, el 15 de noviembre.
Van Dongen insistio en su idea de pedir fotos de Groote con un periodico del dia en la mano. Victor lo apoyo decididamente y Karl Bos termino por aceptar.
31
Alicia fuma nerviosa.
– ?Cojones! ?Y que vamos a hacer ahora? ?Mandarles la foto del cadaver, tieso, maquillado de mulata?
– ?Calma, Alicia! No hay ningun problema.
Ella lo mira malhumorada y con cierta intriga.
– Manana, cuando tu llames a Bos y te proponga lo de la foto, dile que primero tienes que consultar con tus socios… Y no olvides preguntar quien va a entregar el rescate. Te va a decir que ser Van Dongen…
Alicia garabatea unas notas sobre la mesa y hace otro gesto de mal humor.
– No comprendo por que no te ofreciste tu… Todo seria mas f cil si tu mismo recibes el rescate…
Victor se aproxima al congelador, lo abre y mira en su interior.
– Ni hablar: no quiero tocar ese dinero ante la gente de la compania…
Sin interrumpirse, Victor se pone a quitar las vituallas del congelador.
– … porque resulta ya bastante sospechoso que yo sea el unico testigo del secuestro. Y ademas, Van Dongen es su primo, el hombre de confianza…
Alicia se asombra de verlo en su trajin con los alimentos.
– ?Que haces?
– Hay que descongelarlo ?no?
Ella se queda mirandolo sin comprender
– Para la foto, Alicia… Tenemos que descongelar a Rieks.
– ?Y como vamos…?
– Primero lo exponemos unas horas al sol, alla atras, al borde de la piscina. Le ponemos una pantaloneta y lo acostamos en una reposadera.
– Esta bien…
Alicia se estremece con una mueca de asco.