Doblado, con medio cuerpo dentro del enorme refrigerador, Victor saca un par de langostas y un pescado, que le pasa a Alicia. Ella los agrega al resto de los alimentos, amontonados sobre la mesa de la cocina.

– Ya, esto es lo ultimo -dice Victor y se yerque para mirar a Alicia.

Ella se arrima y divisa, en el fondo, el cuerpo de Groote, en posicion fetal. Victor, de lado ahora, introduce una mano e intenta moverlo. Hace varios intentos y no lo consigue.

– ?Puta madre! ?Estapegado al fondo!

– Tendriamos que haberle colocado una lona debajo.

– Ahora habr que echarle agua tibia para despegarlo.

Alicia coge inmediatamente una olla grande y comienza a llenarla de agua.

Victor, ahora con el pecho al aire, enciende un cigarro. Alicia pone la olla a calentar y se le acerca.

– ?Calculaste por fin el peso de los billetes?

– Todavia no, pero ya traje la pesa de Mami.

Alicia da unos pasos, coge su bolso y saca una cajita que contiene una diminuta balanza de bronce.

Victor aplasta el cigarro y se pone a escoger pesas, tambien de bronce:

– Dame ac unos dolares.

– No tengo ningun billete de cien.

– Eso no importa. Cualquier billete sirve, incluso los de un dolar. Todos pesan lo mismo.

Alicia hace un gesto de sorpresa y saca del bolso varios billetes de uno y cinco dolares. ?l cuenta diez billetes, los alisa con la mano y los pone en un platillo. Luego manipula varias pesas hasta que los platillos se equilibran:

– ?Retebien! Cada uno pesa un gramo. Para llegar a 3 millones, haran falta 30.000, o sea, que el rescate va a pesar 30 kilos.

Alicia lo mira preocupada:

– ?Y que yo hago para alzar tanto peso?

– No problem! Voy a equiparte con un aparato capaz de alzar un elefante.

32

Karl Bos, en su depacho, firma unos documentos. Se los entrega a una secretaria que se marcha y cierra la puerta. Jan, Victor y Bos est n alrededor de una mesa con tres telefonos, como para una reunion de negocios. Hay documentos, tazas de cafe, botellas de agua mineral.

Tension en los rostros. Victor fuma y se pasa la mano por el pelo. Van Dongen mira al techo, coge su calculadora y anota unas cifras, en silencio. Karl Bos consulta la hora. En eso suena el telefono. Bos levanta el tubo.

– Yes?

Bos escucha. Enseguida, arquea las cejas y cabecea hacia los otros para confirmar que son los secuestradores.

– It's a woman! -susurra, tapando el microfono-. Yes, I understand…

Alicia, vestida de gringa gordita (peluca y sandalias), habla un ingles americano muy gangoso. Para exagerar y deformar su voz, habla en un tono mas alto y se sujeta la nariz con dos dedos.

– ?Tendr n listo el dinero para el dia 17?

– Si, lo tendremos.

– ?Quien nos lo va a entregar?

– El senor Jan Van Dongen…

– Ah, el hombre de la narizota, lo conocemos… Bien, preparen trescientos fajos. Cada uno debe contener cien billetes de cien, no seriados. Son treinta kilos. Calculen el volumen y procurense una maleta adecuada.

– De acuerdo, pero antes de la entrega, queremos ver una foto del Sr. Groote, junto a un periodico de hoy o de manana.

– ?Una foto? Hmmm… Supongo que no haya problema, pero tendre que consultarlo.

Y cuelga.

Karl Bos tambien cuelga.

– Creo que van a aceptar lo de la foto -dice Bos, y con el pulgar le hace a Van Dongen un signo de victoria.

– ?Fue una buenal idea, Jan! -aprueba Victor.

Van Dongen los observa sonriente.

– Bueno -Bos se pone de pie y recoge la boquilla con el cigarro encendido que habia dejado en un cenicero-. Ahora ?manos a la obra! Quieren trescientos fajos con cien billetes de cien en cada uno. Tiene que estar todo preparado para el dia 17.

Van Dongen saca de su cartera un billete de 10 dolares. Coge una pequena regla y lo mide a lo ancho y a lo largo. Reflexiona. Mueve los labios imperceptiblemente con los ojos entornados y anuncia:

– Nos hace falta una maleta que contenga un octavo de metro cubico…

– Y un hombre fuerte -anade Bos-. Dicen que va a pesar treinta kilos…

– Yo tengo unas pesas en casa -bromea Victor mirando a Jan-, por si necesitas fortalecerte.

33

Un hombre de pelo lacio, negro, y bigote muy espeso, presenta un recibo en el mostrador de Foto Center, en la calle 23. La muchacha le entrega un sobre. ?l paga y se marcha.

Ya en su carro, cuando dobla por Malecon, el hombre se quita la peluca y el bigote.

– Quedaste magnifico, Victor, irreconocible -dice Alicia, sentada a su lado, con las fotos en la mano.

Victor observa una y sonrie.

– Si, muy buena.

Al dia siguiente, una de aquellas fotos del mismo bigotudo de pelo renegrido, pegada a un pasaporte holandes a nombre del difunto Hendryck Groote, servir como documento en el Hotel Triton.

El falso Hendryck Groote recibe las llaves de la habitacion

numero 306, reservada la antevispera a su nombre.

– Le deseamos una feliz estancia en nuestro hotel, Sr. Groote

– sonrie la recepcionista.

34

Alicia y Victor ya han conseguido, casi, descongelar el cadaver. Tendido en una reposadera, al borde de la piscina, Groote tiene en la cabeza el tipico sombrero cubano de yarey, que lo protege del sol. Victor se acerca, le palpa las carnes por varios sitios, y estima el punto de descongelacion.

A unos diez metros, Alicia lo observa y carga un cubo con agua, del que sale un poco de humo. Cuando Victor le hace una sena, ella se acerca y comienza a fregar el cadaver. Lo frota con una esponja enjabonada, para quitarle el maquillaje oscuro.

– ?Cuidado con no arrancarle la piel de la cara! No esta del todo descongelado.

– ?Aun no esta descongelado? -se asombra ella.

– No completamente. Y creo que mas vale asi: si no, se nos derrumbaria por su propio peso.

Alicia hace una mueca de disgusto y se frota la nariz con el dorso de la mano que sostiene la esponja.

– ?Puaj! ?Pronto va a comenzar a apestar!

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