– ?Tiene alguna teoria? ?Alguna intuicion?

El medico se rio.

– El asesino resultara ser un novio celoso o un padrastro maniaco sexual. Pero, en resumidas cuentas, a ustedes les da lo mismo. De cualquier modo es una buena historia, ?no?

Hice caso omiso de su sarcasmo.

El doctor dio una larga chupada a su pipa y percibi el aroma del tabaco que se mezclaba con el olor del cesped cortado.

– ?Tiene idea de quien es ella?

– Pregunteselo a los detectives -respondio-. ?Por que no me llama mas tarde, cuando haya terminado la autopsia? Ella sera la primera de la lista. Es probable que termine por la tarde, temprano.

– Esta bien -dije-, le llamare entonces.

Vi a Martinez y a su companero, Wilson, de pie junto a su coche camuflado, rodeados de reporteros de la television.

Me acerque para escuchar.

Martinez parecia exasperado. Aparentemente, alguien se habia enterado de que la muchacha tenia las manos atadas: ya no era un secreto. Wilson hablaba con los periodistas.

Era un hombre de cuarenta y tantos anos, demasiados para un detective de homicidios. Tenia el cabello abundante y negro salpicado de gris, y el menton salido en un permanente gesto de desafio. Llevaba un traje azul tradicional con una banderita estadounidense en la solapa y tenia el rostro enrojecido por el sol y por las preguntas. Al acercarme, lo oi decir:

– No insistan, no les dare detalles. Me parece muy patetico. Es decir… -Hizo una pausa, mirando a las camaras-. ?Que ha hecho una muchachita como esta? Los adolescentes tienen el mismo derecho a crecer y envejecer que el resto de nosotros. Odio ver estas cosas: me afectan mucho. -Ahora estaba furioso-. Realmente es una lastima -murmuro-. Y no me da la impresion de que a ustedes les importe mucho…

– Vamos, Phil -intervino Martinez-. Ya es suficiente. Vamonos. -Me miro, enarcando ligeramente las cejas.

Escribi lo que habia dicho Wilson, sacudiendo la cabeza. «Es su trabajo -pense-. Pero tambien es el nuestro. No hay diferencia.»

– Atraparemos a este sujeto -afirmo Wilson-. Y espero que se pudra en la carcel. Ojala no hubieran quitado la silla.

– Vamos, Phil. Ya basta. -Martinez se habia sentado al volante y encendido el motor-. Vamonos.

Wilson se volvio hacia el.

– Esta bien -dijo, y dirigiendose de nuevo a las camaras agrego-: Mas tarde habra un comunicado oficial.

A continuacion se dejo caer en el asiento y cerro de un portazo que sono como el disparo que marca el comienzo de una carrera. Se produjo un repentino frenesi de actividad cuando los camarografos comenzaron a guardar su equipo para marcharse. Encontre a Porter esperando en el automovil. Habia encendido el acondicionador de aire.

– Es un dia caluroso para un homicidio -comento-. Oye, quiero parar a tomar una fotografia del desfile antes de regresar, ?esta bien?

– Ningun problema.

El vehiculo enfilo la calzada con un chirrido de los neumaticos.

– El glorioso Cuatro de Julio -dijo-. El ano pasado fue el Watergate. El anterior, el fin de la guerra. El proximo, sera el Bicentenario. Habra mucha gente disfrazada de George Washington. Travestis, tal vez. -Rio-. Pero ?a quien le importa? -Hizo una pausa para meditar por un momento-. Supongo que a los ninos exploradores. Recuerdo que cuando era un crio participe en el desfile. Me encanto, me hizo sentir que realmente era verano. Tengo que admitirlo.

Pense en mi tio, con su uniforme. Mi padre tenia una fotografia de el enmarcada en su estudio. En ella, mi tio aparecia joven y fuerte, con su traje azul y rojo, tan imponente y vistoso que parecia mucho mas que un simple atuendo. Cuando era pequeno, yo contemplaba ese retrato con una mezcla de temor y fascinacion ante aquel uniforme que rezumaba valentia, fuerza y hombria al mismo tiempo. En la fotografia, los colores eran tan vividos como las emociones. La musica del funeral me vino a la mente y, de pronto, adverti que la ventanilla estaba bajada al oir los compases de una banda, los golpes sordos de bombos y de pies que marcaban el paso a pocas manzanas de distancia. Porter estaciono el automovil.

– Si intentamos acercarnos mucho mas, jamas podremos salir -dijo-. Vamos, es a unas tres calles de aqui. Solo es un pequeno desfile por la calle principal. Mas tarde habra uno mas grande, pero me gusta fotografiar a los chicos de la escuela secundaria. Son mas espontaneos que cualquier banda universitaria.

Por un instante, pense en la muchacha del decimotercer hoyo. Probablemente hubiese pasado el dia observando el desfile desde la acera. O tal vez hubiese marchado al cabo de un rato, con su cabellera rubia suelta, luciendo su juventud por el medio de la calle.

Segui a Porter hacia el lugar de donde procedia la musica, que cada vez sonaba mas alta, y reconoci los compases del Barras y estrellas. ?Que es un desfile sin Sousa?

La multitud no era muy nutrida pero si estaba muy atenta. Habia montones de ninos con globos y otros en cochecitos. La banda tocaba una pieza muy popular que apenas resultaba reconocible. Los instrumentos de viento relumbraban al sol, y los chicos marchaban al compas de la musica. Porter se encamino hacia la calle y se perdio entre la gente. Alcance a verlo, agachandose, volviendose, corriendo delante de los que desfilaban, tomando fotografias. Mientras la intensidad de la musica aumentaba y disminuia, pose la mirada en un grupo de majorettes que avanzaban por el centro de la calle, agitando sus bastones plateados, que lanzaban destellos al girar. Las muchachas llevaban puestos uniformes dorados que reflejaban el sol de manera que daba la impresion de que cada una de ellas despedia un resplandor especial. Observe a una de las jovenes, que marchaba a un lado. Su baston parecia moverse alrededor de ella por voluntad propia y tenia hipnotizados a los espectadores. En cierto momento, la muchacha retrocedio un paso y lo arrojo al aire. El baston dio varias vueltas recortado contra el azul del cielo, como si danzara al ritmo de la marcha, antes de iniciar su caida. La joven calculo el tiempo y extendio el brazo para atraparlo. Por un segundo crei que lo tenia bien sujeto, pero su mano debio de insuflarle entonces la misma vida que al lanzarlo hacia arriba, porque el palo se le escapo y cayo al suelo. La chica se detuvo por un instante para agacharse a recogerlo. Al cabo de un segundo, lo sostenia de nuevo en la mano y habia reanudado su baile, pero ahora se notaba que estaba conteniendo las lagrimas. Despues doblo una esquina y desaparecio de mi vista.

Volvi a pensar en la joven del decimotercer hoyo. A esa edad, se tenia una percepcion distinta de las cosas. La caida de un baston provocaba el llanto. ?Que otra cosa? Una cita cancelada, una palabra hiriente, un examen suspendido. No habia tiempo para preocuparse por la muerte ni lagrimas para los que morian.

Segui escuchando el sonido ritmico de los bombos hasta que Porter me toco el hombro.

– Regreso a la realidad -dijo.

2

Regresamos a la redaccion por la tarde. Porter se alejo hacia el cuarto de revelado y yo me dirigi lentamente a mi escritorio. Nolan estaba sentado ante el suyo. Cuando me vio, se levanto y se acerco a mi, bailoteando, con una amplia sonrisa.

– Has dado en el clavo -dijo.

– ?Que?

– Parece que en Gables recibieron anoche al menos media docena de llamada de un tal Jerry Hooks y su esposa. Es un ejecutivo de Eastern Airlines; tiene un puesto muy importante y una casa enorme en la zona suroeste, ya en el municipio de Gables. Tambien tiene una hija de dieciseis anos llamada Amy. Anoche ella fue a una fiesta con unos amigos y no volvio a casa. Bingo.

– ?Estas seguro de que es ella?

– Mi teniente de la policia lo confirmo antes de que tu llegaras. Ya ha enviado a los dos detectives a la casa. Te sugiero que los sigas.

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