– No puede usted imaginar lo asustada y preocupada que estoy. -Su voz sonaba tranquila, pero tenia los ojos arrasados en lagrimas. Demostraba un notable dominio de si misma-. Anoche no pude dormir, y Jerry tampoco. En cierto momento, salio a recorrer el barrio en coche. Dijo que sabia que no la veria pero que no podia quedarse con los brazos cruzados. Es que es la primera vez que ella lo hace…, eso de no aparecer en toda la noche. Ninguno de nuestros hijos lo habia hecho nunca.
Utilizaba el tiempo presente, al igual que su marido. Aun no lo habia asimilado del todo.
– ?Cuantos hijos tienen? -pregunte, tomando notas en mi libreta tan rapidamente como podia.
– Tres -respondio-. Amy es la menor. Jerry Junior esta cursando el segundo ano en Stanford, y su hermano mayor, Stephen, estudia medicina en Boston.
– ?En Harvard?
La mujer sonrio.
– Creo que eso es lo que a el le gustaria. No, en Tufts.
– Aun asi, es toda una hazana -asevere.
Ella asintio.
– Estuvo en la guerra, ?sabe? Como asistente medico en la Division America. No recuerdo el numero. El caso es que le toco atender a muchos heridos, y creo que fue alli donde se decidio. A su regreso, siguio cursos de verano de quimica y de no se que otra cosa y logro ingresar en la universidad. Ahora esta en segundo ano.
– Hableme de su hija -le pedi.
La mujer contuvo el aliento, como si mi peticion la hubiese pillado por sorpresa.
– Todos han sido buenos hijos. Nunca me han dado muchos problemas. Stephen fue a la guerra contra nuestra voluntad porque, segun decia, ahora que habia terminado la escuela sentia que era su deber. Habia pedido todas las prorrogas y todo eso. En cuanto a Jerry Junior… Bueno, el nos dio algunos dolores de cabeza cuando estaba en la escuela secundaria, porque empezo a ir a manifestaciones, se dejo el pelo largo y todo eso. Pero en el fondo no parecia tomarse todo aquello muy en serio. Mas que nada, temiamos que tuviese problemas de drogas porque parecia que todos en el colegio las tomaban. Pero le fue muy bien en los estudios. Siempre habia sacado buenas notas, como su hermano. A veces me preocupa que Amy se esfuerce demasiado por estar a la altura de sus hermanos. Son muy importantes para ella; siempre ha actuado como ellos y los ha imitado en todo. A veces creo que la confundia el hecho de ser una chica, de ser diferente. Le gustaba mucho estar al aire libre, y supongo que corretear y jugar por ahi le atraia mas que las munecas y… esto… ?Que otra cosa hacen las ninas? Cuando nos mudamos aqui… Jerry trabajaba en Northwest y durante anos vivimos en Minneapolis. Vinimos aqui hace… bueno, hara dos anos en octubre, y me alegro que aqui tambien ella pudiese salir y divertirse. No era lo mismo que mudamos a Nueva York o algun otro de esos sitios peligrosos, ?sabe? Ademas, es una chica tan sensata…
–
– Asi es. -La madre solto una carcajada que perturbo por breves instantes la quietud de la sala-. Y es subdelegada de su clase. Va a cursar su ultimo ano en Sunset. Quiere estudiar veterinaria. Creo que es una manera de seguir los pasos de su hermano mayor sin miedo a fracasar. Pienso que acabara por estudiar medicina tambien… -De pronto, se quedo inmovil, como la imagen congelada de alguien que se lanza desde un trampolin, suspendido sobre las aguas en mitad de la caida-. Es decir, claro esta… No lo se. Oh, Dios mio, ?que ha sucedido?
Las lagrimas contenidas brotaron de golpe. La madre emitio un leve gemido y se hundio en la silla. Era un momento de derrota para ella y la mujer parecia perdida y confundida. Tenia el rostro crispado en una expresion que yo habia visto antes. La sala estaba en silencio, salvo por el zumbido de la camara. La mujer se tapo la cara con las manos y comenzo a mecerse adelante y atras, como si padeciese un dolor fisico.
– Dios mio -murmuraba-. Mi hija…
– Por favor, senora, solo uno o dos minutos mas -le pedi-. ?Tiene alguna fotografia de Amy que podamos llevarnos, algun retrato reciente? Se lo devolveremos, por supuesto.
La madre se aparto las manos del rostro y me miro.
– ?Un retrato?
– Asi es. Del anuario escolar, tal vez, o alguna foto de familia…
– Le traere una. -Se volvio hacia Porter-. ?Quiere usted tambien un vaso de agua?
Incluso yo me senti impresionado. Me recordo a los boxeadores a quienes habia visto recibir un golpe demoledor sin perder la lucidez. La mujer se puso de pie cuando Porter asintio, y la segui con la mirada. Era alta y llevaba un vestido sencillo, elegante y de colores vivos, y el cabello castano claro recogido. Note que el poco maquillaje que se habia puesto se le habia corrido con las lagrimas. Se movia con agilidad y gracia. Cuando abandono la habitacion, dirigi la vista hacia Porter, que estaba contemplando las fotografias de la pared.
– Son buenas -comento-. Las tomo alguien que sabe manejar una camara. Incluso es posible que sea un profesional. Buena composicion, iluminacion, todo.
La madre entro con una fotografia en una mano y un vaso en la otra.
– Casi todas las saco Jerry Junior -dijo.
Habia oido los comentarios y reaccionado como cualquier madre orgullosa.
– Es probable que intente seguir su vocacion cuando termine el bachillerato.
– Bueno, pues puede decirle que me han parecido muy buenas.
La mujer sonrio.
– Gracias. Significara mucho para el.
Me entrego la foto.
– ?Esta bien esta?
La estudie con atencion. Era el retrato de una adolescencia rubia y bonita, de amplia sonrisa y semblante franco. Llevaba pantalon vaquero y estaba de pie junto a la piscina. Junto a ella habia un collie.
– Esa es
– Es perfecta -dije. «Conmovera a los lectores hasta las lagrimas», pense-. Se la enviare cuando hayamos terminado.
– Esta bien.
Por un momento los tres permanecimos callados.
– ?Cree que hay alguna posibilidad de que la policia se equivoque? -pregunto la mujer. Adverti que los ojos se le humedecian de nuevo-. No seria la primera vez que se equivocan, segun creo. ?Ha visto usted el… eh…?
No podia pronunciar la siguiente palabra. Decidi mentirle.
– A menudo se cometen errores. Deberia usted esperar a que emitan un dictamen mas definitivo. Yo he visto los restos, pero… -senale la foto- realmente no hay manera de saberlo.
– Llevaba vaqueros y una camiseta de rayas azules y blancas cuando salio anoche.
Me volvi hacia Porter. En el mismo instante, la misma imagen debio pasar por su mente. Aparto la mirada.
– Lo siento, no me acerque tanto.
Pero si lo habia hecho.
La madre se sento de nuevo.
– Todo parece tan irreal… Tengo la sensacion de no saber que esta pasando, aunque si se que se trata de algo importante. Es como si todo le estuviera ocurriendo a otra persona, no a mi. Como si ustedes estuvieran aqui por otro. Es todo un gran error. ?Esto es real? ?Oh Dios mio! No se que sentir, que pensar. -Levanto la vista hacia mi-. ?Como puedo pensar con coherencia cuando de pronto todo el mundo parece haberse vuelto loco?
No supe que responder.
Entonces sono el telefono, un timbrazo furioso, alarmante. La madre atraveso la habitacion y descolgo el auricular. Preste atencion. Enseguida supe quien llamaba y por que, aunque solo oia las respuestas de la mujer.
– Si, querido -dijo-. Estoy bien. -De pronto su rostro se contrajo y sus ojos se abrieron desorbitadamente-. ?Dimelo! -grito-. ?Dimelo! -Cerro los parpados y apreto los dientes. Luego se sento en una silla, con la espalda rigida y la mirada al frente-. ?Ya estoy sentada! ?Dimelo! ?Dimelo! ?Dimelo!
Entonces, repentinamente, se llevo la mano a la cara, su unico gesto de horror.
– Oh, Dios mio -musito-. Mi nina. -Colgo el auricular con cuidado y suavidad, como si no quisiera despertar a