camino...

— ?El Corazon de la Serpiente! — exclamo Taina.

— Eso es. Y en los escritos de los defensores de la vieja sociedad que proclamaban el estallido inevitable de la guerra y la existencia perpetua del capitalismo, veo tambien el corazon de un reptil venenoso.

— Por consiguiente, nuestros temores son atavismos de los tiempos en que aquella serpiente emponzonaba la vida de los hombres, ?no es asi? — dijo Kari con un dejo de tristeza—. Y yo soy, probablemente, el hombre mas vibora de todos nosotros, pues abrigo todavia temores... o dudas, como quiera que se los llame.

— ?Kari! — grito Taina en tono de reproche.

Mas el siguio obstinado:

— Nuestro jefe nos ha hablado de las crisis mortales que destruian las civilizaciones avanzadas. Todos conocemos planetas donde la vida sucumbio porque sus habitantes se vieron arrastrados a una guerra atomica antes de que pudieran crear una nueva sociedad conforme a las leyes de la ciencia y poner fin a la sed de exterminio, ?arrancar de cuajo el corazon de la serpiente! Sabemos que nuestro planeta estuvo a punto de correr la misma suerte. De no haber surgido en Rusia el primer Estado socialista, que marco el comienzo de grandes transformaciones en la vida del planeta, el fascismo se hubiera extendido y, con el, las mortiferas guerras atomicas. ?Y si ellos estan alli? — el joven astronauta senalo con la cabeza hacia el lado de donde esperabase la aparicion de la astronave desconocida—. ?Y si ellos no han pasado aun este peligroso limite de su historia?

— Eso queda excluido, Kari — objeto con calma Mut Ang—. Es posible cierta analogia entre el desarrollo de las formas superiores de la vida y las formas superiores de la sociedad. El hombre ha podido desarrollarse tan solo en un medio ambiente relativamente estable y favorable. Eso no implica que no haya habido cambios. Por el contrario, los ha habido y muy radicales, pero unicamente en relacion al hombre, y no a la naturaleza en general. Los cataclismos, las grandes conmociones y los cambios hubieran imposibilitado el desarrollo de los seres racionales. Lo mismo cabe decir de la forma superior de la sociedad, que no supo lanzarse a la conquista del espacio, construir astronaves y penetrar en las profundidades insondables del Universo hasta que no se estabilizaron las condiciones de vida de toda la humanidad, hasta que no fueron, por consecuencia, eliminadas totalmente las guerras asoladoras que acompanaban al capitalismo... Por eso estoy seguro de que esos habitantes de otro mundo que vienen a nuestro encuentro tambien han pasado el punto critico. Seguramente hubieron sufrido no poco hasta construir una sociedad verdaderamente racional.

— Me parece que existe algo que pudiera quiza llamarse sabiduria espontanea en las historias de las civilizaciones de los diversos planetas — dijo Tey Eron con los ojos brillantes—. La humanidad no puede vencer el espacio mientras no haya adoptado el modo superior de vida en el que no hay lugar para las guerras y en el que cada cual se siente responsable por todos.

— En otras palabras, la humanidad no era capaz de vencer las fuerzas de la naturaleza en el plano cosmico antes de haber ascendido al grado superior de la sociedad comunista. ?No podia ni puede haber otro camino! — corroboro Kari—. Lo mismo cabe decir de toda otra humanidad, si entendemos por ella las formas superiores de vida racional organizada.

— Nosotros y nuestras naves son las manos que la humanidad tiende hacia las estrellas — dijo Mut Ang—. ?Y esas manos estan limpias! Mas esto no puede ser privilegio exclusivo de nosotros. Pronto percibiremos el roce de otra mano igual de limpia y poderosa que la nuestra.

Los jovenes acogieron con voces de jubilo estas palabras finales de su capitan. Y los que ya no eran tan jovenes y habian aprendido a vigilar sus emociones, rodearon con visible agitacion a Mut Ang.

Aquella nave que venia hacia ellos, procedente de un planeta de otro astro muy lejano, hallabase aun a una distancia de millones de kilometros. Los hombres de la Tierra, por vez primera en la larguisima historia de su evolucion, entrarian en contacto con hombres de otro mundo. No era de extranar, por lo tanto, que los astronautas no pudieran contener la excitacion que les agitaba. No, no era posible retirarse a descansar o a consumirse esperando en la soledad. Pero Mut Ang, que habia calculado la hora en que las astronaves habrian de encontrarse, ordeno a Svet Sim que administrase a todos un calmante.

— En el momento del encuentro con nuestros hermanos cosmicos, debemos hallarnos en el mas perfecto estado fisico y espiritual — dijo firmemente, respondiendo a las protestas—. Nos espera una tarea ingente: hallar las vias de comunicacion para conversar con ellos, para intercambiar nuestros conocimientos — Mut Ang fruncio las cejas—. Nunca he sentido tanto temor como ahora de ser incapaz de realizar esto. — Una sombra de inquietud cayo sobre su rostro, habitualmente sereno; sus dedos crispados palidecieron.

Solo entonces, tal vez, comprendieron los astronautas la enorme responsabilidad que imponia a cada uno aquel inusitado momento. Ingirieron sin rechistar las pildoras que les ofrecia Svet Sim y se retiraron a sus camarotes.

Al principio, Mut Ang quiso quedarse solo con Kari, pero luego cambio de opinion e invito tambien a Tey Eron al puesto de mando.

Mut Ang sentose en su butaca exhalando un profundo suspiro. Estaba rendido. Estiro las piernas, inclino la cabeza y se tapo el rostro con las manos. Tey y Kari le observaban en silencio, temerosos de perturbar sus reflexiones.

La nave avanzaba con suma lentitud para las magnitudes cosmicas, o sea a la llamada velocidad tangencial, de 200.000 kilometros por hora, que es la que se empleaba para penetrar en la zona de Roche de cualquier cuerpo celeste. Los autopilotos mantenian exactamente la nave en la derrota calculada con toda precision. Ya iba siendo hora de que el radar captase alguna senal de la otra nave. Pero esta no se dejaba ver ni oir, y a cada minuto que pasaba iba aumentando mas y mas la inquietud de Tey Eron.

Mut Ang se enderezo y en sus labios dibujose esa sonrisa medio alegre y medio triste que todos en. el barco conocian tan bien.

— « Ven, amigo lejano, cruza el umbral tan deseado... » — canto el.

Tey, fruncido el ceno, escudrinaba en la densa negrura de la pantalla delantera. El estribillo del capitan pareciole poco oportuno para la seriedad del momento. Pero Kari, que habia repetido la letrilla, mas alegre aun, lanzaba maliciosas miradas al sombrio semblante del segundo capitan.

— Oiga, Kari, haga la prueba de dar senales con el rayo de nuestro localizador — dijo de pronto Mut Ang, dejando de canturrear— : dos grados a babor, otros dos a estribor y luego en linea vertical.

Tey sintiose algo confuso. ?Vaya! En vez de haber reprochado mentalmente al capitan, mejor hubiera sido que a el, a Tey, se le hubiese ocurrido una cosa tan sencilla.

Pasaron dos horas. Kari imaginabase al rayo del localizador deslizandose por la inmensidad del espacio y dejando atras en cada zig-zag cientos de miles de kilometros. Aquellas senales, por su magnitud, superaban en mucho las leyendas mas fantasticas inventadas en la Tierra.

Tey Eron se hallaba en un estado de pasividad contemplativa. Sus pensamientos discurrian lentos, sin provocar emociones. El hombre se acordo de la extrana sensacion de aislamiento que le habia acompanado siempre desde que abandono la Tierra. El hombre primitivo habia debido de experimentar algo semejante: la angustia de estar desligado de todo, de no tener obligacion alguna ni preocupacion por el futuro. Lo mismo habrian sentido, probablemente, los hombres en los periodos de las grandes calamidades, guerras y conmociones sociales. Para Tey Eron lo pasado, todo lo dejado en la Tierra, habiase ido para no volver. Un abismo de cientos de anos separabale del futuro, donde todo deberia ser nuevo y misterioso. Por eso ni le emocionaba lo que pudiera ocurrir, ni trazaba planes o proyectos... Su unico afan era trasladar a la Tierra los nuevos conocimientos adquiridos en las profundidades del Universo. ?Ir adelante, adelante! Pero de pronto habia sucedido algo que eclipso todas las esperanzas y preocupaciones del segundo capitan.

Entretanto, Mut Ang trataba de representarse la vida de la enigmatica nave. Segun el, el barco debia de ser muy parecido al Telurio y tambien semejantes las tripulaciones de uno y otro. Pero se convencio de que era mucho mas facil atribuir a aquellos viajeros desconocidos las caracteristicas mas fantasticas que supeditar la imaginacion a las rigidas leyes de las que Afra Devi habia hablado en forma tan convincente.

Sin alzar la cabeza, solo por la tension que se apodero subitamente de sus companeros, comprendio Mut Ang que en la pantalla del radar habia aparecido una senal. No llego a ver aquel punto luminoso, ?tan rapido habia pasado por el brillante disco negro! El timbre de senales apenas si sono. Los astronautas saltaron de sus asientos y se inclinaron por encima de las tablas de control en un instintivo afan de ver mejor en la pantalla. Por breve que hubiera sido la aparicion del punto luminoso, era muy importante. La otra nave habia efectuado un viraje para encontrarse con ellos, y no se habia ocultado en las sombras del espacio. Por lo visto, el mando estaba a cargo de

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