por medio de suaves lineas helicoidales. Un orificio oscuro, en forma de ovalo retorcido, surgio en la lejania. Al ir avanzando a primer plano y aumentar, viose que la parte inferior del ovalo era un camino ancho, ascendente en espiral, que penetraba en la oscuridad de la gigantesca entrada de un edificio tan enorme como toda una ciudad. Sobre la entrada habia unos grandes signos azules, bordeados de rojo, que, contemplados desde lejos, semejaban las aguas marinas rizadas por el viento. La entrada fue aproximandose, y en el fondo de ella aparecio a la vista una sala gigantesca, escasamente alumbrada, cuyas paredes proyectaban los destellos del espato fluor.

De subito, el cuadro desaparecio. Los astronautas del Telurio, aunque esperaban ver algo sumamente extraordinario, quedaron estupefactos. La galeria, al otro lado de la transparente pared, volvio a quedar sumergida en la luz azulada de antes. Aparecieron algunos de los astronautas desconocidos. Esta vez sus movimientos eran bruscos y precipitados.

Al propio tiempo surgio en la pantalla una serie de cuadros en sucesion tan vertiginosa, que los telurianos apenas si tenian tiempo de discernir su contenido. Una astronave blanca, igual que la que se encontraba en aquellos momentos al lado del Telurio, estaba surcando la oscuridad del espacio. Veiase como su anillo central giraba, lanzando en todas direcciones sus rayos. De pronto, el anillo ceso de girar, y la nave quedo inmovil a poca distancia de un minusculo astro azul. Unas rayitas entrecortadas partieron de la nave y fueron a alcanzar a otra, aparecida en el angulo izquierdo de la pantalla y que estaba tambien suspensa en el espacio al lado de un vehiculo cosmico semejante al Telurio. Todos lo reconocieron: era su misma nave. La blanca, al recibir el mensaje de su companera, se aparto del Telurio y desaparecio en el negro abismo del espacio.

Mut Ang lanzo un suspiro tan profundo, que todos volvieron la cabeza hacia el.

— La cosa esta clara — dijo—. Muy pronto se marcharan de aqui. Han entrado en contacto con otra nave de las suyas, que se encuentra lejos, lejisimos, aunque no comprendo como puede establecerse comunicacion a tales distancias. Algo le ha ocurrido a la segunda nave, posiblemente, una averia, y su peticion de socorro ha llegado hasta nuestros desconocidos, a quienes seria mas justo llamar amigos.

— ?Y si no esta averiada, sino que ha hecho un hallazgo muy importante? — aventuro en voz baja Taina.

— Es posible. Sea como sea, se van. Y hay que darse prisa para fotografiar cuanto se pueda y recoger el mayor numero posible de datos. Lo mas importante son sus mapas, su ruta y lo que hayan descubierto en su viaje... Estoy seguro de que se han cruzado en su camino con hombres que respiran oxigeno, como nosotros.

Los desconocidos dieron a entender que podian permanecer aun alli durante un periodo equivalente a un dia terrestre. Los tripulantes del Telurio, estimulados por drogas especiales, trabajaban con verdadero frenesi, sin ceder en nada a los grises moradores del planeta fluorico.

En tanto unos fotografiaban las paginas de los libros de texto ilustrados, otros hacian grabaciones de la lengua en que hablaban los desconocidos. Se procedio a un intercambio de colecciones de minerales, aguas y gases en envases transparentes e irrompibles. Los quimicos de ambos planetas se esforzaban por comprender los simbolos que representaban la composicion de las sustancias organicas e inorganicas.

Afra, palida del cansancio, estudiaba los diagramas de los procesos fisiologicos, las formulas y los esquemas geneticos, asi como las fases del desarrollo embriologico del organismo humano en el planeta fluorico. Las cadenas interminables de moleculas de proteinas resistentes al fluor eran asombrosamente parecidas a nuestras moleculas albuminoideas: los mismos filtros de energia, las mismas barreras surgidas en la lucha de la materia viva, contra la entropia.

Al cabo de veinte horas, Tey y Kari, agotados, rendidos, aparecieron en la galeria trayendo enrollados los mapas celestes, en los que estaba trazada toda la ruta recorrida por el Telurio desde el Sol hasta el lugar del encuentro. Los desconocidos se apresuraron mas aun. Las cintas fotomagneticas de las maquinas mnemotecnicas de los terrenos apuntaban la situacion de estrellas desconocidas con signos indescifrables de las distancias, los datos astrofisicos y las rutas cruzadas en complejos zigzags de las dos naves blancas. Todo eso debia ser descifrado mas tarde por medio de las tablas explicatorias que los viajeros de la nave blanca habian preparado con ese fin.

Luego, las imagenes proyectadas en la pantalla arrancaron gritos de admiracion a los tripulantes del Telurio. Uno a uno fueron apareciendo circulos en torno de cinco estrellas; y en ellos empezaron a girar planetas. Tras la figura desmanada de una ventruda nave cosmica aparecio toda una bandada de naves mas airosas. En las plataformas ovales que salian de debajo de sus cuerpos, estaban en pie, embutidos en sus escafandras, unos seres que, indudablemente, pertenecian al genero humano. El signo de un atomo con ocho electrones — es decir, oxigeno— coronaba la imagen de los planetas y las naves; pero estas, segun el esquema, se hallaban ligadas solo con dos de los planetas representados: uno de ellos encontrabase en la cercania de un sol rojo y el otro giraba alrededor de un astro dorado brillante de la clase espectral F. Era de suponer que la vida en los planetas de las tres estrellas restantes, a pesar de desarrollarse en una atmosfera rica en oxigeno, no habia alcanzado el nivel necesario para realizar viajes cosmicos o que alli no habian tenido tiempo aun de aparecer los seres racionales.

Aunque los tripulantes del Telurio no lograron esclarecer estos detalles, obraban ahora en su poder datos inapreciables sobre las vias conducentes a aquellos mundos poblados, separados por cientos de parsecs del punto en que ellos se habian encontrado con los emisarios del planeta fluorico.

Habia llegado el momento de la separacion.

Las tripulaciones de las dos naves se alinearon, la una enfrente de la otra, a cada lado de la transparente pared. Los broncineos habitantes de la Tierra y los grisaceos moradores del planeta fluorico (cuyo nombre quedo desconocido) se despedian con miradas, sonrisas y ademanes cuyo afectuoso significado era comprensible para todos.

Una punzante congoja apoderose de los telurianos. Jamas habian experimentado tal sensacion, ni siquiera al abandonar la Tierra natal, sabiendo que no regresarian sino al cabo de siete siglos. Se negaban a admitir que dentro de algunos minutos, aquella gente buena, hermosa y fantastica se desvaneceria para siempre en el espacio cosmico, y por el continuaria buscando solitaria y desesperanzada, una vida racional semejante a la suya.

Solo entonces, quizas, los astronautas llegaron a comprender plenamente que el objetivo principal de todas las busquedas, aspiraciones y luchas era el bien del Hombre. Lo mas valioso de toda civilizacion, en cualquier estrella, en la Galaxia entera y en la inmensidad del Universo, era el Hombre, su inteligencia, sus emociones, su vigor, su belleza... ?su vida!

Forjar la felicidad del Hombre, protegerlo, pulsar su desarrollo eran la tarea mas importante del inabarcable porvenir; mas eso podia conseguirse despues del triunfo sobre el Corazon de la Serpiente, despues del alocado, del necio y maligno derroche de energia vital en las sociedades humanas de organizacion inferior.

El Hombre era la unica fuerza del Universo capaz de proceder con inteligencia y de modificar convenientemente el mundo en todos sus aspectos, venciendo los obstaculos mas serios, es decir, el unico capaz de crear una vida hermosa, potente y justa que le brindase la plenitud de vivas y jubilosas emociones...

El capitan de la nave blanca hizo una senal con la mano, y en el acto la misma mujer que habia exhibido con su cuerpo la belleza de los habitantes del planeta fluorico lanzose en direccion a Afra. Con los brazos muy abiertos se pego a la pared, como si quisiera abrazar a aquella hermosa mujer de la Tierra. Afra, sin notar las lagrimas que le rodaban por las mejillas, se apreto con todo su cuerpo contra la pared como un ave cautiva que golpea con las alas los cristales de una ventana. Apagose la luz en el compartimiento de los desconocidos, y la pantalla ennegrecida trocose en tenebrosa sima, adonde fueron a precipitarse todos los impulsos de los terrenos.

Mut Ang dio la orden de encender la luz terrestre; mas la galeria, al otro lado de la pared, estaba ya desierta.

— ?El grupo exterior que se ponga las escafandras para separar las galerias! — y la voz imperiosa rompio el angustioso silencio que de pronto habia envuelto todo—. ?Los mecanicos a las maquinas! ?El piloto al puesto de mando! ?Todos preparados para partir!

La gente salio de la galeria, llevandose los instrumentos y demas objetos. Unicamente Afra, a la tenue luz que pasaba por la escotilla de la nave, permanecia inmovil, como petrificada por el intenso frio del espacio interestelar.

— ?Vamos, Afra, que se va a cerrar la escotilla! — la apremio Tey Eron desde el interior de la nave—.

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