y las mejillas. Estaba al borde del desvanecimiento. Con lo poco que le quedaba de conciencia, trato de sacar el revolver, pero la mano segura y firme con que sujetaba la culata hacia unos segundos ahora era floja e insuficiente. Sus movimientos eran extremadamente lentos, como si estuviese maniatada. Intento encanonar al auxiliar mientras una vocecita interior le gritaba: «?Dispara! ?Dispara!» Pero, con la misma brusquedad, perdio el arma y el equilibrio, y cayo con un fuerte golpe al suelo, donde solo noto el sabor de la sangre. Parecia la unica sensacion posible, como si el dolor hubiera anulado todas las demas. Unos estallidos carmesi le deslumbraban los ojos. Un ruido ensordecedor le destrozaba los oidos. El olor del miedo le saturaba la nariz. Quiso gritar pidiendo ayuda, pero las palabras le resultaban inalcanzables, como si estuvieran al otro lado de un precipicio.
Lo que paso fue lo siguiente: el auxiliar habia levantado de golpe el auricular para atizarle un golpe brutal a la mandibula, demoledor como el punetazo de un boxeador, a la vez que alargaba la otra mano a traves de la abertura para sujetarla por el vestido. Cuando salio impulsada hacia atras, el tiro de ella, de modo que su cara choco contra la rejilla que estaba ahi para protegerla. La empujo de esa manera brutal contra la tela metalica tres veces y despues la lanzo al suelo, donde habia caido de bruces. El arma, que le habia arrancado con mucha facilidad de la mano, se deslizo por el suelo hasta detenerse en un rincon del puesto de enfermeria. Fue un ataque de una rapidez y eficiencia inauditos. Unos pocos segundos de fuerza desenfrenada con apenas sonido. Lucy, prudente y calculadora, tenia el arma en la mano y, acto seguido, estaba en el suelo, apenas capaz de hilvanar las ideas, salvo una unica y terrible: «Voy a morir esta noche.»
Intento levantar la cabeza del suelo y, a traves de la niebla visual que le habia provocado el impacto, vio como el auxiliar abria con calma la puerta del puesto. Hizo un gran esfuerzo para arrodillarse, pero no pudo. Queria gritar pidiendo ayuda, defenderse, hacer todo lo que habia planeado y que antes parecia tan facil de lograr. Pero sin darle ocasion de reunir la fuerza o la voluntad necesarias, el ya estaba a su lado. Un violento puntapie en las costillas le quito el poco aliento que conservaba. Lucy gimio y el angel se agacho y le susurro unas palabras que le provocaron un panico paralizante.
– ?Te acuerdas de mi? -siseo.
Lo realmente terrible de ese momento, lo que supero la salvaje agresion sufrida segundos antes, fue que, cuando oyo aquella voz tan cerca de ella y con una intimidad que solo revelaba odio, fue como si el tiempo no hubiera pasado.
Peter espiaba con la cara pegada a la ventanita para intentar ver que pasaba en el pasillo. Solo consiguio ver la penumbra y unos rayos de luz tenue que no revelaban ningun signo de actividad. Pego la oreja a la puerta para oir algo, pero su grosor se lo impidio. No sabia que pasaba, si es que pasaba algo. Lo unico seguro era que la puerta que tenia que estar abierta estaba cerrada, que fuera de su vista y su alcance quizas estaba pasando algo, y que, de repente, no podia hacer nada al respecto. Cogio el pomo y tiro freneticamente de el, provocando un ruido tenue e impotente que ni siquiera era lo bastante fuerte para despertar a ninguno de los demas hombres, sedados, de la habitacion. Maldijo y tiro de nuevo.
– ?Es el? -oyo Peter a su espalda.
Se volvio y vio a Francis de pie, a poca distancia. Tenia los ojos desorbitados por el miedo y la tension, y un haz de luz que se filtraba por una ventana hacia que su rostro pareciera mas joven aun de lo que era.
– No lo se -respondio Peter.
– La puerta…
– La han cerrado con llave. No entiendo como pudo ocurrir.
Francis inspiro hondo, absolutamente seguro de algo.
– Es el -afirmo con una determinacion que lo sorprendio.
El dolor limitaba sus pensamientos y movimientos. Luchaba por mantenerse alerta porque sabia que su vida dependia de ello. La hinchazon ya le habia cerrado un ojo, y creia que tenia la mandibula rota. Intento alejarse a rastras del angel, pero el volvio a golpearla con el pie.
Luego se abalanzo sobre ella y, sentado a horcajadas, la inmovilizo contra el suelo. Lucy gimio y fue consciente de que el angel tenia algo en la mano. Cuando le presiono con ello la mejilla, supo que era: un cuchillo como el que habia usado para desfigurar su belleza tantos anos atras.
– No te muevas -susurro como un implacable sargento de instruccion-. No te mueras demasiado deprisa, Lucy Jones. No despues de todo este tiempo.
Ella estaba rigida de miedo.
El angel se levanto, se acerco tranquilamente al mostrador y con dos movimientos rapidos y feroces corto la linea telefonica y el intercomunicador.
– Ahora -le dijo-, una pequena charla antes de que ocurra lo inevitable.
Lucy retrocedio sin contestar.
El angel volvio a situarse sobre ella y la inmovilizo con las rodillas.
– ?Tienes idea de lo cerca que he estado de ti y en tantas ocasiones que he perdido la cuenta? ?Sabes que he estado a tu lado en cada paso que has dado, dia tras dia, semana tras semana hasta llegar a sumar anos? ? Que siempre he estado ahi, tan cerca que podria haber alargado la mano para tocarte, tan cerca que aspiraba tu fragancia y te oia respirar? Siempre he estado a tu lado, Lucy Jones, desde la noche en que nos conocimos.
Acerco su cara a la de ella.
– Lo has hecho bien -anadio-. Aprendiste todas las lecciones en la facultad de Derecho, incluida la que yo te ensene. -La miro con expresion de subita colera-. Pero ahora solo queda tiempo para una ultima leccion -le espeto, y le puso la hoja del cuchillo en el cuello.
– Es el -repitio Francis-. Esta aqui.
Peter volvio a mirar por la ventanita de la puerta.
– No he oido la senal. Los hermanos Moses deberian estar aqui…
Dirigio un ultimo vistazo a la mezcla de miedo y perseverancia que Francis lucia en la cara, y se volvio para intentar abrir la puerta con el hombro. A continuacion, retrocedio y se lanzo contra el grueso metal, del que solo pudo arrancar un ruido sordo. El panico lo invadia, consciente de repente de que, en un sitio donde el tiempo parecia casi irrelevante, ahora los segundos importaban.
Retrocedio y dio un fuerte puntapie a la puerta.
– Francis -dijo-, tenemos que salir de aqui.
Pero Francis ya estaba tirando del bastidor de la cama, intentando arrancar un montante. Peter no tardo en comprender lo que el joven pretendia, y se situo junto a el para ayudarlo a liberar alguna parte de hierro que sirviese de palanca improvisada para forzar la puerta. Entonces una idea insolita se abrio paso entre su miedo y sus dudas: era probable que la sensacion que sentia fuera la misma que la de un hombre atrapado en un edificio en llamas al enfrentarse a una pared de fuego que amenaza con devorarlo. Tiro con mas fuerza y gruno del esfuerzo.
En el puesto de enfermeria, Lucy luchaba desesperadamente por conservar la calma. En las horas, los dias y los meses posteriores a la agresion que habia sufrido tantos anos atras, habia revivido de modo inevitable todos los «?y si…?» y «tal vez si…» Ahora procuraba reunir todos esos recuerdos, sentimientos de culpa y recriminaciones, miedos y horrores para revisarlos a fin de encontrar el que pudiera ayudarla, porque este momento era igual que aquel. Solo que esta vez iban a arrebatarle algo mas que la juventud, la inocencia y la belleza. Se ordeno buscar por encima del dolor y la desesperacion una forma de defenderse.
Se enfrentaba sola al angel en un edificio lleno de gente, tan aislada y abandonada como en una isla desierta o en un bosque impenetrable. La ayuda estaba a un tramo de escaleras de distancia. La ayuda estaba al fondo del pasillo, tras una puerta cerrada con llave. La ayuda estaba en todas partes. La ayuda no estaba en ninguna parte.
La muerte era un hombre con un cuchillo que la sujetaba contra el suelo. El detentaba todo el poder; una fuerza surgida de la planificacion, la obsesion y la expectativa de ese momento debia de haber alimentado al angel. Anos de compulsion y deseo solo para alcanzar ese momento. Entonces supo, de un modo que trascendia todo lo aprendido en la universidad, que tenia que volver su victoria en su contra, asi que, en lugar de decir
– Siempre supimos que eras tu.
El angel dudo. Y le apreto el cuchillo contra la mejilla.
– Mientes -siseo. Pero no la corto, todavia no. Y Lucy supo que habia ganado unos segundos. No una oportunidad de vivir, sino un momento que habia hecho dudar al angel.