Y comprendio que significaba: alguien mas habia seguido ese camino y las habia quitado.

Estaban en un extremo de otro sotano tenebroso. Como en Amherst, solo una bombilla desnuda en el techo cerca de la escalera situada al otro lado proporcionaba una patetica aura de luz. A su alrededor habia los mismos montones de material y equipo desechado, y por un instante Francis temio que simplemente hubiesen trazado un extrano circulo, porque todo parecia igual. Escruto las sombras que lo rodeaban y tuvo la extrana sensacion de que las cosa habian sido movidas para abrir un paso. Peter empunaba el arma con ambas manos en la postura de un tirador, preparado.

– ?Donde estamos? -pregunto Francis.

Peter no tuvo ocasion de contestar porque la habitacion se sumio de golpe en una absoluta oscuridad.

34

Peter dio un paso hacia atras como si lo hubieran abofeteado. Se ordeno que debia conservar la calma, lo que era dificil en la repentina noche que los envolvia. Francis solto un grito y se encogio de miedo.

– ?Pajarillo! -ordeno Peter-. No te muevas.

Al joven no le costo nada obedecerlo. Estaba casi paralizado por el panico. Haber sentido el alivio momentaneo de llegar a un lugar reconocible y de pronto volver a sumirse en la oscuridad le aterro indeciblemente. Los latidos de su corazon le indicaban que seguia vivo, pero todas sus voces le advertian que estaba al borde de la muerte.

– ?No hagas ruido! -susurro Peter mientras avanzaba a tientas y amartillaba el revolver. Alargo la mano izquierda para tocar a Francis en el hombro y comprobar su posicion. El arma produjo un clic espantoso en la oscuridad. Peter se mantuvo inmovil, intentando no hacer ningun ruido delator.

Francis oia a sus voces gritar: ?Escondete! ?Escondete!, pero eso era imposible en ese momento. Se agacho para ocupar el menor espacio posible. Respiraba nervioso, con dificultad, y cada vez que inspiraba se preguntaba si seria la ultima. Era solo medio consciente de la presencia de Peter, quien, con un nerviosismo que contradecia su experiencia, dio otro paso al frente. Su pie produjo un leve ruido en el suelo de cemento. Y Francis noto que se volvia a un lado y otro, como decidiendo en que direccion se encontraba la amenaza.

Francis intento evaluar la situacion. Sabia que el angel habia apagado las luces y estaba esperando en algun sitio del cubiculo negro en que estaban atrapados. El asesino estaba en un terreno conocido mientras que Peter y el solo habian alcanzado a ver unos segundos su entorno antes de ser sumidos en la oscuridad. Francis apreto los punos y todos sus musculos se tensaron, gritandole que se moviera, pero no pudo. Estaba clavado en el sitio como si el cemento del suelo se le hubiera solidificado alrededor de los zapatos.

– ?No hagas ruido! -susurro Peter, y siguio volviendose a un lado y otro, con el arma delante, preparada para disparar.

Francis noto que el espacio entre el y la muerte se reducia. Percibia la oscuridad de la habitacion como si hubieran cerrado su ataud y el unico ruido que oyese fuera las paladas de tierra que le echaban encima. Queria gritar, gimotear, retroceder y acurrucarse como un nino. Sus voces le gritaban que lo hiciera. Le instaban a correr, a huir, a encontrar algun rincon donde esconderse. Pero el sabia que ningun sitio era seguro, y procuro contener el aliento y escuchar.

Oyo unos aranazos a su derecha. Se volvio en esa direccion. Podia haber sido una rata. Podia haber sido el angel. La incertidumbre lo rodeaba.

La oscuridad lo igualaba todo. Unas manos, un cuchillo, una pistola. Si al principio contaban con la ventaja del arma de Lucy, ahora todo favorecia al hombre que los acechaba en silencio. Francis intentaba reflexionar, que la razon se impusiera al panico que lo embargaba. Penso: «He pasado tantos anos de mi vida a oscuras que deberia sentirme a salvo.»

Supo que lo mismo podia ser valido para el angel.

Despues penso en lo que habia visto antes de que se apagara la luz.

Reconstruyo los pocos segundos de vision que habia tenido. Comprendio que el angel habia presentido que lo seguian o los habia oido en el tunel. Y habia decidido no huir, sino esperarlos escondido. Habia dejado la luz encendida solo lo suficiente para comprobar quien lo perseguia. Francis se esforzo en visualizar aquel sotano. El angel los atacaria por sorpresa. Conocia al dedillo ese lugar y no necesitaba luz para orientarse. Francis reconstruyo la habitacion mentalmente, intentando recordar cada cosa con exactitud. Aguzo el oido, pues su respiracion le sonaba como un bombo, tan fuerte que amenazaba con tapar cualquier otro sonido.

Peter tambien sabia que estaban siendo atacados. Hasta la ultima fibra de su cuerpo le gritaba que se hiciera cargo de la situacion, que maniobrara y aprovechara el momento. Pero no podia. Penso que la oscuridad era una desventaja para todos pero al punto comprendio que no era asi. Lo unico que hacia era poner de relieve su vulnerabilidad y la de Francis.

Tambien sabia que el angel tenia un cuchillo, de modo que solo necesitaba reducir la distancia que los separaba. En aquella oscuridad, un revolver era una ventaja mucho menor de lo Peter habia imaginado.

Se volvio a derecha e izquierda. El miedo y la tension lo cegaban tanto como la oscuridad. Sabia que los hombres razonables pueden encontrar soluciones razonables a problemas razonables, pero sus actuales circunstancias no tenian nada de razonable. Les resultaba tan imposible retroceder como atacar, tan dificil moverse como mantenerse en un sitio. Estaban sumergidos en un mar de sombras.

Francis penso que la noche acentuaba los sonidos, pero en realidad los confundia y distorsionaba. La unica forma de ver era oir, asi que cerro los ojos y volvio un poco la cabeza. Se concentro e intento no prestar atencion al Bombero para descubrir la posicion del angel.

A su derecha, a unos metros, sono un ruido sordo.

Ambos lo oyeron y se volvieron. Peter apunto y, con toda la tension del cuerpo ejerciendo presion sobre el dedo en el gatillo, disparo una vez.

La detonacion los ensordecio a los dos y el fogonazo restallo como un relampago. La bala surco el tenebroso sotano con un proposito mortifero, pero en vano.

Francis noto el olor a polvora, casi como si el eco del disparo lo transportara. Oyo la respiracion agitada de Peter, y como maldecia en voz baja. Y entonces tomo conciencia de algo terrible: Peter acababa de revelar donde estaban.

Pero antes de que pudiera decir nada o escudrinar la oscuridad en la otra direccion, oyo un sonido extrano practicamente a sus pies. Acto seguido, algo metalico paso a toda velocidad por su lado, como si volara, como si no tocara el suelo sino que se desplazara por el aire, hasta dar en Peter. Francis se echo atras, perdio el equilibrio y, al caerse al suelo, se golpeo la cabeza. En un segundo desorientador, perdio la nocion de donde estaba y de lo que estaba pasando.

En medio de una oleada de dolor vertiginoso, se percato de que, a poca distancia pero fuera de su vista, Peter y el angel estaban enzarzados en una violenta lucha, rodando por el suelo entre la basura y los desechos. Alargo la mano intentando ayudar a su amigo, pero los dos hombres se habian alejado y, por un instante aterrador, estuvo totalmente solo, salvo por los sonidos apremiantes de un combate desesperado que tanto podia estar dirimiendose a un metro de el como a kilometros de distancia.

En el edificio Amherst, Evans estaba furioso, intentando organizar a los pacientes para devolverlos al dormitorio, pero Napoleon, envalentonado por todo lo que habia pasado, se obstinaba en decir que ellos solo recibian ordenes de Pajarillo y del Bombero, y que hasta que no se llevaran a la senorita Jones en ambulancia y Pajarillo y el Bombero no volvieran de alla donde hubiesen ido, nadie se moveria. Su bravuconeria no era del todo cierta, porque mientras se enfrentaba al senor del Mal en medio del pasillo, con Noticiero a su lado como edecan, muchos pacientes habian empezado a deambular detras de ellos. Al otro lado del pasillo, las mujeres, encerradas aun en su dormitorio, gritaban con desesperacion advertencias variopintas: «?Asesinato! ?Fuego! ?Violacion! ?Al ladron!» Mas o menos todo lo que se les ocurria a falta de saber que estaba pasando. El jaleo que armaban era enloquecedor.

Gulptilil estaba agachado junto a la sangrante Lucy, mientras dos paramedicos la atendian diligentemente. Uno logro por fin detener la hemorragia de la rodilla con un torniquete mientras otro le ponia una via de plasma en el brazo. Estaba palida, al borde del desvanecimiento, intentando hablar pero incapaz de pronunciar palabras,

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