– ?No va a llamar a la policia?

Gulptilil suspiro sin ocultar su irritacion.

– Cuando un paciente muere en una intervencion quirurgica, ?llama el neurocirujano a la policia? Esta situacion es analoga, senorita Jones. Presentamos un informe a las autoridades. Nos ponemos en contacto con la familia, si disponemos de sus datos. En algunos casos, cuando existen dudas razonables, solicitamos la autopsia del cadaver. Y a menudo, senorita Jones, como este hospital es el unico hogar y la unica familia que tienen algunos pacientes, nos encargamos directamente de su entierro.

Se encogio de hombros, pero ese movimiento ocultaba lo que Lucy Jones considero enojo.

En la puerta se habia reunido un grupo de pacientes que queria ver que pasaba en el dormitorio. Gulptilil dirigio una mirada al senor del Mal.

– Creo que esto esta rozando la morbosidad, senor Evans. Dispersemos a esos hombres y traslademos el cadaver al deposito.

– Doctor… -empezo Lucy, pero este la interrumpio.

– Digame, senor Evans, ?Vio alguien una pelea en este dormitorio ayer por la noche? ?Hubo gritos y punetazos, maldiciones e imprecaciones?

– No, doctor -respondio Evans-. Nada de eso.

– ?Una lucha a muerte, quiza?

– Tampoco.

– Ya lo ve, senorita Jones -dijo Gulptilil, volviendose hacia ella-, si se hubiera cometido un asesinato, sin duda alguien se habria despertado y habria visto u oido algo. Sin embargo…

Francis fue a decir algo, pero se detuvo. Dirigio una mirada a Negro Grande, que meneo la cabeza. Francis comprendio que el corpulento auxiliar le estaba dando un buen consejo. Si contaba lo que habia oido y la presencia que lo habia amenazado, lo mas probable era que lo considerasen otra alucinacion. Aquellos medicos estaban predispuestos a llegar a esa conclusion. «Oi algo, pero nadie mas lo oyo. Senti algo, pero nadie mas lo observo. Se que se cometio un asesinato, pero nadie mas lo sabe.» Su situacion era ciertamente complicada. Su relato habria sido anotado en su expediente como una indicacion mas de lo lejos que estaba de la recuperacion y de la posibilidad de salir del hospital.

Contuvo el aliento. La presencia del angel no era real ni imaginada. Y el angel lo sabia. No era extrano que se sintiera seguro. «Puede hacer cualquier cosa -penso-, pero ?que quiere hacer?»

Se mordio el labio inferior y observo a Bailarin. Se pregunto como lo habria matado. No habia sangre, ni marcas en el cuello. Solo la mascara de la muerte grabada en sus rasgos. Quiza lo habia asfixiado con una almohada. Una muerte silenciosa. Un breve forcejeo y luego la inconsciencia. ?Era eso lo que habia oido la noche anterior? Llego a la dolorosa conclusion de que si. Pero mientras concluia el, Francis, no habia abierto los ojos.

En esa ocasion, el cuchillo que habia matado a Rubita habia estado reservado para el. Pero el macabro mensaje dejado en aquella cama era para todos. Francis se estremecio. Todavia se estaba recuperando del espanto de la noche anterior, cuando habia estado a punto de morir o de sumirse en una locura mas profunda. Ambas alternativas eran igual de horribles.

– Esta clase de muertes son un engorro -dijo Gulptilil con displicencia a Evans-. Alteran a todo el mundo. Asegurese de ajustar la medicacion de cualquiera que parezca obsesionado con este hecho. -Dirigio una mirada a Francis-. No quiero que los pacientes piensen demasiado en esta muerte, sobre todo los que tienen una vista de alta esta semana.

– Entendido -respondio Evans.

Francis reflexiono sobre las palabras del medico. No creia que la muerte de Bailarin obsesionase a ningun paciente pero la noticia de que esa semana iba a haber vistas de altas causaria un gran impacto en muchos de ellos. Alguien podria irse, y en el Western, la esperanza era medio hermana del delirio.

Echo un ultimo vistazo al cadaver y sintio una tristeza extrana en su interior. Penso que a Bailarin lo habian dado de alta de improviso.

Pero entre las oleadas de miedo y tristeza que sentia, Francis percibio algo mas: una yuxtaposicion de hechos que le despertaban una sospecha inquietante.

Llego una camilla para llevarse el cadaver. Gulptilil y el senor del Mal supervisaron el procedimiento. Lucy meneo la cabeza al observar como se eliminaba con displicencia lo que ella consideraba la escena de un posible crimen.

Gulptilil se giro para seguir al cadaver y miro a Francis.

– Ah, senor Petrel -dijo-. Me preguntaba si podriamos tener pronto otra sesion.

Francis asintio, porque no sabia que otra cosa hacer. Pero entonces, en un arranque que dejo boquiabierto al director medico, levanto los brazos y empezo a girar despacio, moviendose con la gracia de Bailarin.

– Senor Petrel, ?esta usted bien? -pregunto Gulptilil a la vez que intentaba detenerlo.

Y a Francis, que se limito a alejarse bailando, le parecio una pregunta de lo mas idiota.

En la sesion en grupo de ese dia, la conversacion se desvio hacia el programa espacial. Noticiero llevaba varios dias anunciando titulares, pero habia una incredulidad generalizada entre los pacientes del Western respecto a la verdad de los paseos lunares. Cleo, con una risita nerviosa, se habia mostrado desafiante y habia hablado de encubrimientos del gobierno y de peligros desconocidos de otro mundo, para ponerse taciturna y guardar silencio al cabo de un instante. Sus cambios de humor parecian evidentes a todo el mundo menos al senor del Mal, que ignoraba la mayoria de los signos externos de la locura cuando aparecian. Era su enfoque habitual. Le gustaba escuchar y anotar, y mas tarde el paciente, cuando hacia cola para la medicacion de la noche, descubria que le habian modificado la dosis. Eso producia un efecto opresivo en las sesiones, porque todos los pacientes consideraban que la medicacion diana era la amarra que los mantenia unidos al hospital.

No se menciono la muerte de Bailarin, aunque estaba en el pensamiento de todos. El asesinato de Rubita los habia fascinado y asustado, pero la muerte de Bailarin les recordaba a todos la suya propia, lo que constituia un temor muy diferente. Mas de una vez, alguno de los sentados en circulo solto una carcajada o sofoco un sollozo, sin que ninguna de las dos cosas guardara relacion con la conversacion, sino con sus pensamientos internos.

Francis penso que el senor del Mal lo observaba con especial atencion. Lo atribuyo a su extrana conducta de esa manana.

– ?Y tu, Francis? -le pregunto Evans.

– Perdone, ?yo que?

– ?Que piensas sobre los astronautas?

– Es dificil de imaginar -respondio tras pensar un momento.

– ?Que es dificil?

– Estar tan lejos, conectado solo por ordenadores y radios. Nadie ha viajado nunca tan lejos. Eso es interesante. No es el hecho de depender de todo el equipo, sino que no ha habido ninguna aventura parecida.

– ?Que me dices de los exploradores de Africa o del Polo Norte? -repuso el senor del Mal.

– Se enfrentaban a los elementos. A lo desconocido. Pero los astronautas se enfrentan a algo distinto.

– ?A que?

– A los mitos -dijo Francis. Echo un vistazo alrededor y pregunto-: ?Donde esta Peter?

– Aun en aislamiento -aclaro el senor del Mal a la vez que cambiaba de postura-. Pero deberia salir pronto. Volvamos a los astronautas.

– No existen -intervino Cleo-. Pero Peter si. -Sacudio la cabeza-. Aunque puede que no. Puede que todo sea un sueno y que nos despertemos en cualquier momento.

Eso provoco una discusion entre Cleo, Napoleon y unos cuantos mas sobre lo que existia de verdad y lo que no, y sobre si algo que ocurria donde no podias verlo, ocurria de verdad. Todo ello hizo que el grupo se agitase para contradecirse y discutir, lo que Evans permitio sin rechistar. Francis escucho un momento, porque, en cierto sentido, encontro ciertas similitudes entre su situacion en el hospital y la de los hombres que se dirigian al espacio. Estaban tan desorientados como el.

Se habia recuperado del susto de la noche anterior, pero no confiaba demasiado en su capacidad de afrontar la noche que se avecinaba.

Rebusco en su memoria todas las palabras que habia dicho el angel, pero le costaba recordarlas con precision. El miedo sesgaba las cosas. Era como intentar ver con precision en un espejo de feria. La imagen

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