Murray Millstein se dio la vuelta y anduvo un par de pasos en el patio antes de detenerse y mirar por encima del hombro a Simon Winter.

– Hice aleman, ?sabe?

– ?Como dice?

– Estudie aleman en el instituto. Teniamos que estudiar idiomas y yo escogi aleman. Ella lo odiaba. Apenas me hablo durante todo el ano academico. No me permitia ni tener un diccionario de aleman en casa. Tuve que estudiarlo todo en la escuela. Obtuve un sobresaliente.

Winter no supo que responder. Penso que a veces el mundo parece acumular una horrible gama de dolor y sufrimiento y soltarla injustamente, de forma desigual, directamente en el corazon de los desafortunados.

Millstein parecio pensar intensamente por un momento antes de anadir:

– ?Sabe usted lo que significa?

– ?El que? -Simon alzo la vista, casi sorprendido, como si todos sus pensamientos hubiesen sido succionados por un fuerte viento y solo la voz del abogado lo hubiera traido de regreso a la tierra.

– Der Schattenmann -dijo Murray Millstein, encogiendose de hombros-. ?Sabe que significa?

Simon nego con la cabeza. No se le habia ocurrido traducir la frase.

– Significa la Sombra. -Hizo una pausa y luego dijo-: Me pregunto que querria decir con esto. -Sin embargo, Millstein no esperaba una respuesta.

Simon lo vio darse la vuelta y cruzar rapidamente el patio, pasando junto al querubin trompetista, cuya musica, imagino el ex detective, en esta ocasion era un canto funebre.

7 Urgencia

Cuando Espy Martinez llego a la Oficina del Fiscal del condado de Dade la manana siguiente al funeral de Sophie Millstein, tenia un par de mensajes esperandola: uno de Walter Robinson, y el otro era un requerimiento para que se reuniese con el jefe de la fiscalia del departamento de Delitos Mayores. Supo al instante que su jefe querria que le pusiese al corriente de los progresos que se estaban haciendo en el caso; sin embargo, a pesar de que el habia marcado su nota con la palabra «Inmediatamente» en rojo, corrio entre el laberinto de los cubiculos de los fiscales hacia el suyo y telefoneo al departamento de Homicidios de la policia de Miami Beach.

Tras unos momentos de espera, Walter Robinson se puso al aparato.

– Senorita Martinez, me alegro de que telefonee -dijo.

– Detective, acaba de llamarme el jefe de la fiscalia para que le presente un informe de situacion sobre el caso Millstein. ?Que puede decirme?

– Bien, lo primero que tengo que decirle es que no se preocupe demasiado por Abe Lasser. Puede parecer Dracula, pero en el fondo no es tan horrible. Especialmente durante el dia.

Espy Martinez quiso sonreir ante la descripcion que hizo el detective de su jefe, pero impuso rigidez en sus palabras para enmascarar su nerviosismo.

– Querra saber en que punto estamos. ?Donde estamos concretamente, detective?

Robinson empezo a decir algo, pero hizo una pausa y pregunto:

– ?Le estan apretando las clavijas con este caso?

– No. No aun. Pero me parece que estan a punto.

Robinson asintio con la cabeza, aunque ella no podia verlo.

– Ya, lo suponia. Bien, esta manana me han entregado los resultados preliminares de la autopsia y los informes de la escena del crimen. Esto es lo que tenemos. La muerte se produjo por estrangulamiento manual. Las marcas en las zonas de la laringe y la arteria carotida sugieren que la distancia entre el pulgar y el dedo indice del asesino es de cinco pulgadas y media. No hay signos de agresion sexual. Los analisis preliminares de sangre muestran rastros de Dolmane, una sustancia comun en los somniferos. Hay indicios de que fue golpeada aunque no demasiado, y creo que solo los primeros segundos. Los somniferos tuvieron que haberla dejado fuera de combate, asi que es muy probable que la primera cosa de la que se enterara fuese que aquel tipo estaba estrangulandola. No tuvo mucho tiempo de defenderse. No habia ninguna herida defensiva de relevancia en manos o brazos.

Robinson repaso todos los detalles que acompanaron los segundos finales de Sophie Millstein con tono rutinario. Espy Martinez escucho, intentando vincular las palabras de los informes oficiales abreviados, al terror de la vida real que los habia engendrado, pero no lo consiguio.

– En realidad, es del tipo de crimenes que me preocupa -anadio Robinson.

– ?A que se refiere?

– Bueno, un tipo entra y asesina a una anciana dormida, seguidamente saquea el lugar lo mas rapido que puede y luego se larga. ?Ve el problema?

– Pues no.

– ?Por que matar a una anciana dormida? ?Por que no se limito a llevarselo todo sin hacer ruido y luego marcharse tranquilamente?

– Probablemente la senora se desperto.

– Si, probablemente. Pero si hubiese sido asi, ?acaso no habria gritado? ?O luchado con fuerza?

– Los vecinos dijeron que habian oido ruidos.

– Si, pero no gritos de verdad, sino solo un chillido. ?Y que me dice del gato? ?Por que matar al condenado gato?

– ?Tal vez el gato hizo ruido?

– ?Un gato? Tal vez Fluffy o Fido o cualquiera de estos estupidos caniches de juguete que ladran o algo asi, pero ?un gato? ?Vamos! Ese animal listo simplemente se habria escurrido por la puerta del patio y nunca hubiesemos vuelto a verlo.

– Asi pues, ?que quiere decirme? -pregunto ella ya con impaciencia.

– Nada. Solo que me preocupa.

Espy Martinez recordo el cuerpo rigido del gato, con los ojos desorbitados y los dientes al descubierto. Se estremecio. «Tambien me preocupa -penso-, pero ?que tiene que ver con el crimen en conjunto?» Paso por alto esto y dijo:

– De acuerdo. ?Entonces que?

– Entonces nada -dijo el detective.

– Pues continue.

Robinson suspiro y dirigio su atencion de nuevo al fajo de informes que habia sobre su mesa. A veces pensaba que estaba pasando la mayor parte de su vida adulta leyendo informes o preparandolos.

– De acuerdo, veamos. Ah, si, hay un corte post mortem en el cuello de la victima.

– ?Y bien?

– Hace un par de semanas hubo una serie de robos con allanamiento por todo el vecindario de la anciana. Los robos se envian a delitos menores y tal vez en los expedientes de los casos pueda encontrar alguna relacion con el agresor.

– Tiene sentido. ?Que mas?

– ?Que mas?

Espy echo un vistazo al reloj y se dio cuenta de que su jefe la estaria buscando.

– Detective…

– Puede llamarme Walter. La mayoria de sus colegas lo hace.

– Tengo que hablar con Lasser.

– ?Usted quiere saber si soy optimista? Pues bien, en este tipo de casos, senorita Martinez, estadisticamente, bueno, a nivel nacional resolvemos tal vez uno de cada tres. Localmente, un poco menos. Pero lo estoy intentando. Lasser conoce las estadisticas, no deje que se meta con usted.

– De acuerdo, Walter. Lo intentare… -se echo a reir- pero es que la sangre que gotea de sus colmillos me desconcentra. Asi que, por favor, digame algo que pueda ayudar a encerrar en el corredor de la muerte al tipo que mato a Sophie Millstein.

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