– Quiere saber como vamos a condenar a su asesino, ?no?

– Si. -La joven no pudo ocultar el nerviosismo que impregnaba su voz.

– Bien, la mala noticia es que no hay rastro de pistola. Esto pone las cosas mas dificiles. Las armas son fantasticas. Hacen ruido, producen un estropicio, son faciles de rastrear en un laboratorio y la gente, por lo general, no es suficientemente inteligente para librarse de ellas cuando les descubrimos. Tampoco hay cuchillo. ?Sabia usted que el estrangulamiento es una forma muy inteligente de asesinar a alguien? Generalmente, deja muy poco tejido que pueda relacionar al asesino y la victima. Pero, en el lado positivo, los forenses encontraron dos huellas en su tocador y una tercera en el joyero hallado en el fondo del callejon. Tambien consiguieron extraer una huella parcial de un pulgar, solo un pequeno fragmento, del cuello de la victima, no sabria decirle aun si va a sernos util. Esto es muy raro, senorita Martinez, pero si podemos cotejarla, pues bien, entonces incluso el fiscal mas incompetente podra trincar a ese hijo de perra.

– Yo no soy una incompetente, detective.

– No pretendia decir eso…

Se produjo un silencio momentaneo. Robinson penso que le habria costado decirle algo mas estupido a Espy Martinez.

– Esta bien, detective. Asi que ahora ya se como conseguir una condena. Fantastico. Solo hay un problema: ?Que va a hacer usted para atrapar al asesino?

– Bueno, primero cotejaremos las mejores huellas que tenemos con alguna de las obtenidas en los robos con allanamiento en la zona durante los ultimos meses, a ver si podemos encontrar la muestra de aquel bastardo. Luego trabajare las casas de empenos y peristas, por si encuentro algunas de las joyas robadas. El hijo de Sophie me dio una descripcion bastante buena de varias. Ya he enviado un parte con los detalles a algunos lugares pertinentes. Intensificaremos la busqueda de aquel collar con la inicial de Sophie.

Espy iba a hacerle notar que referirse a la victima por su nombre de pila sonaba bastante impio, pero se contuvo.

– ?Y luego que?

– Rogar que tengamos suerte. Introduciremos la huella en el Gotcha Computer del condado pero no se si…

– ?El que?

– El Gotcha Computer. Ese ordenador tan moderno que compraron el ano pasado con dinero federal. Se supone que es capaz de cotejar las huellas de la escena de un crimen con las huellas almacenadas en la memoria del ordenador.

– ?Funcionara?

– Ya lo ha hecho otras veces. Pero solo si nuestro chico malo ha sido arrestado y le tomaron las huellas el ano pasado mas o menos. Ya veremos.

Espy se levanto y se quedo junto a su mesa.

– ?Hay algo mas que quiera contarme antes de que hable con Lasser?

– Acerca de que caso; tengo otros seis abiertos.

– Pues este se queda en el podio de la clasificacion -respondio antes de colgar.

Walter Robinson permanecio con el auricular pegado a la oreja escuchando el monotono tono. Se pregunto como seria Espy Martinez cuando no estaba asustada, y luego penso que tal vez seria mejor preguntarse si es que alguna vez no lo estaba.

Abraham Lasser era un hombre robusto. Lucia un mostacho que caia a ambos lados de su boca y una melena despeinada de pelo negro con vetas grises que parecia explotar de su cuero cabelludo de forma incontrolada. Esto contrastaba con su predileccion por vestir elegantes trajes italianos cruzados y zapatos con brillo de espejo. Acechando por el laberinto de oficinas de la sexta planta del Palacio de Justicia metropolitano, parecia una especie de pesadilla de un disenador de moda. Cuando hacia su aparicion en alguna sala del cuarto piso, mostraba su lado grunon y sarcastico, rutinariamente impostado y rutinariamente temido por los abogados defensores. Era un hombre que concedia un gran valor a la intimidacion, tanto de sus oponentes como de la gente que trabajaba para el.

Espy Martinez habia sido asignada a su departamento de Delitos Mayores hacia ocho semanas. Durante aquel tiempo solo se habia reunido con el media docena de veces, mas o menos, y en todas simplemente para obtener autorizacion para llegar a un acuerdo con la defensa. Este era el procedimiento habitual en la oficina, desde que un desafortunado ayudante habia negociado con la defensa sin autorizacion en un caso poco solido de esposa contra marido maltratador, y el acusado habia salido directamente de la sala en busca de un fusil automatico que llevaba en su coche. Se disparo a bocajarro despues de abatir a tiros a su ex mujer y a sus dos hermanas, delante del Palacio de Justicia. Las bromas que corrian por la oficina sugerian que habria sido mejor para el ayudante que habia aceptado negociar si le hubiesen matado tambien, puesto que la muerte era mejor opcion que enfrentarse a la furia volcanica de Abe Lasser.

Cuando la joven llego ante su oficina, inspiro hondo, llamo a la puerta y entro.

La secretaria de Lasser alzo la vista y le sonrio.

– Pase, la esta esperando -le indico, y consulto su reloj de pulsera de forma significativa.

– Tenia que hablar con un detective de Homicidios -se justifico Espy Martinez.

– Entre de una vez, querida -la urgio la secretaria.

La joven lo hizo. Lasser estaba tras su mesa, al telefono. Le hizo un gesto con la mano para que se sentase y siguio hablando. Ella dejo que sus ojos se paseasen por la habitacion. Habia varios diplomas enmarcados y membresias de varios Colegios de Abogados. Tambien habia las consabidas fotografias de Lasser con diversos politicos locales y estatales, incluida una instantanea ampliada a todo color del jefe de la fiscalia y el gobernador, bronceados, sonrientes, en camiseta y pantalon corto, de pie al borde de un embarcadero, ambos sosteniendo un gran pescado.

Separadas a poca distancia de estas fotografias, habia siete fotografias mas, cada una cuidadosamente emparejada y enmarcada en acero negro brillante. En ellas no habia politicos, sino que eran fotografias de fichas policiales de rostros de frente, de perfil izquierdo y derecho, tomadas en la carcel del condado. Espy observo aquellos rostros, que parecian mirarla hoscamente. Cuatro eran hombres de raza negra, dos aparentemente hispanos, uno con un tatuaje de una lagrima bajo un ojo y el otro con una cicatriz que recorria su ceja. Solo habia un hombre blanco, cuya mirada denotaba una inquietante y malevola indiferencia. Miro aquel rostro y luego a uno de los hombres negros. Tenia una apariencia adormilada, casi despreocupada, con los ojos entrecerrados, como si el hecho de ser fotografiado en prision fuese una rutina diaria para el.

Abe Lasser de pronto empezo a hablar a gritos:

– ?Maldita sea! Mira, si publicas esto antes de que entre en el tribunal, esos bastardos se escaparan. ?Se escaparan! ?Entiendes? Quieres cargar eso en tu conciencia?

Cubrio el auricular con la mano, sonrio a Espy Martinez y susurro:

– Es el jodido Herald, que ha localizado a un testigo del Gran Jurado en la pelea del caso Abella.

Espy asintio. Enrique Abella era un motorista borracho que habia provocado una persecucion a toda velocidad en la que se vieron implicados media docena de policias. Cuando finalmente lograron acorralarle, le redujeron de forma brutal y abusiva, y, posteriormente, este llego a los calabozos del condado con tres costillas fracturadas, multiples contusiones, una mandibula rota y seis dientes menos, una conmocion de segundo grado y un ojo probablemente irrecuperable.

El se giro rapidamente en su asiento.

– No, joder, escucha. Mantenlo hasta que se hayan presentado los cargos, te prometo que van a estar sellados. Te garantizo que tu, y solo tu, sabras cuando vamos a entregar a estos bastardos para que les tomen las huellas y las fotos. Seras el unico que podra entrar una camara alli, ?de acuerdo? Este es el trato.

Hizo una pausa y escucho, antes de espetar:

– ?No, joder, no vas a hablar con ningun maldito redactor! ?Hace diez anos que nos conocemos! Y despues de tanto tiempo no puedes hacer un trato para conseguir dos jodidas exclusivas solo si mantienes…

Abe Lasser empezo a asentir con la cabeza. Sonreia. Su voz se suavizo al instante.

Por supuesto que confio en ti. Y tu confias en mi. Ambos confiamos el uno en el otro; y tu consigues algo y yo tambien consigo algo y todos contentos, ?de acuerdo?

De pronto, se inclino hacia delante y hablo sosegadamente pero con tono frio y amenazador.

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