– Nada. Nada en absoluto. Menti y vivi. -Hizo una pausa y luego anadio-: Siempre me ha preocupado, ?sabe? Por supuesto no habia nada malo en ello, pero nuestros padres, el era profesor de linguistica en la universidad, nos habian ensenado que mentir era pecado, como una pequena mancha en tu alma que nunca podrias acabar de limpiar y que siempre, siempre, siempre era mejor decir la verdad que poner esta pequena marca en tu corazon. Y yo odie que aquel, ya sabe, aquel hombre de las SS me hiciese mentir para salvar la vida. Y todo lo que me sucedio despues, todo parecia formar parte de aquella mentira. Y yo les odie y sospecho que me odio tambien por esa razon.
– Pero si usted hubiera dicho la verdad…
– Habria muerto, lo se.
– ?Asi que usted se hizo electricista?
Sophie Millstein hizo otra pausa y Simon Winter vio que entornaba los ojos al recordar con odio. Lucho con las palabras, pero enseguida brotaron.
– No… -dijo lentamente-. No. Eso es lo que le conte a Leo. Y a todos los que preguntaron. Pero tambien era mentira. Me raparon la cabeza, me rasuraron todo el cuerpo y me converti en una puta. -Inspiro hondo-. Y asi fue como sobrevivi. Siendo una puta.
Sophie Millstein alargo el brazo y saco un panuelo de encaje del bolso que tenia a sus pies. Se seco los ojos y miro a la joven que estaba al otro lado de la camara.
– Supongo que estuvo mal -dijo amargamente-. Tengo mucho que decir.
Miro de soslayo hacia la camara con los ojos aun brillantes por las lagrimas. De nuevo respiro lenta y profundamente.
– Ha sido muy duro perdonarme a mi misma -musito-. Todos estos anos he sentido que hice algo terriblemente malo. Y no podia hacerlo desaparecer como si fuese polvo o pelusa.
Otro silencio, hasta que la voz de la joven dijo:
– Sophie, usted sobrevivio y eso
– Si. Es cierto. Me lo he repetido miles de veces todos estos anos.
La anciana dudo de nuevo. Las lagrimas anegaron sus ojos, emborronando el maquillaje que se habia aplicado con esmero.
– Creo que todo este tiempo pense que estaba mal vivir cuando tantos otros murieron. -Otra pausa-. ?Puedo beber algo, por favor? -pregunto con una leve y delicada sonrisa, como una nina que se da cuenta de que acaba de leer su primera palabra-. ?Un poco de te helado?
Sophie Millstein desaparecio abruptamente de la pantalla reemplazada por interferencias electronicas seguidas de un fondo azul con su nombre, la fecha y un numero de registro.
Esther Weiss se levanto y apago el televisor. Luego se dirigio a la ventana. Los estores repiquetearon al ser alzados. La luz inundo la habitacion y Simon Winter parpadeo. La joven vacilaba junto a la ventana, como si intentase recuperarse.
Se volvio hacia el. Vestia unos vaqueros y una camisa holgada de algodon. Su melena rizada caia sobre sus hombros, enmarcando la cara.
– ?Sabia usted que Sophie era una mujer excepcional, senor Winter?
Simon sintio un nudo en la garganta y nego con la cabeza.
– Era una mujer extraordinaria. No se puede cuantificar la valentia, la perseverancia, la dedicacion, las ganas de vivir: todas estas cosas que son solo palabras, senor Winter. Las palabras que describen conceptos que parecen lejanos y perdidos en la sociedad actual. Todos los supervivientes tienen algo de ellas en algun grado, pero Sophie destacaba especialmente entre un grupo de gente ya especial, senor Winter. ?Sabia esto de su vecina?
El nego con la cabeza de nuevo.
Weiss continuo:
– Todo esto es extranamente enganoso. Parecia solamente una viejecita. Un poco aturdida, tal vez. Un poco loca, quiza. -Miro a Winter-. La tipica abuelita judia. Sopa de pollo y quejandose de esto y aquello, ?verdad?
El no respondio.
– Eso es lo que usted pensaba, ?no?
El asintio con la cabeza lentamente.
– Pues bien, usted estaba muy equivocado -dijo. La mujer le miro con dureza-. Maldita sea, completamente equivocado.
Esther se restrego los ojos para evitar que las lagrimas se derramaran. Inspiro hondo.
– Esto era solo el principio, ?sabe?, para romper un poco el hielo y poder hablar. Teniamos grandes esperanzas. Pero su vecina solo pudo completar otro video antes de ser… -Callo abruptamente-. Maldita sea, asesinada.
Simon permanecio en silencio.
– Es totalmente injusto. ?Que clase de mundo es este, senor Winter? ?Es que no hay justicia en absoluto?
El no respondio, porque la entendia; ademas, ?que iba a decir? Ella tenia razon.
– ?Comento algo acerca de su epoca en Berlin, antes de que la deportasen? -pregunto por fin.
La joven consulto unas notas. Cuando alzo la vista, Simon vio que sus ojos buscaban en su antebrazo. Buscaba un tatuaje.
– ?Que exactamente? Usted no es un superviviente, ?no, senor Winter?
– No -dijo, y al instante penso que de alguna manera era una respuesta equivocada-. Fui policia.
– ?Y por que le interesa la historia de Sophie ahora?
– Por algo que ella dijo horas antes de su asesinato. Sobre un hombre que la habia entregado.
–
– ?Perdon?
–
– Eso es lo que he sabido.
– ?Con quien ha hablado usted?
– Con el rabino Chaim Rubinstein. Con la senora Kroner y el senor Silver.
– Los conozco. Eran
Hizo una pausa y Winter respiro hondo. Ella desvio la vista hacia la ventana, siguiendo con la mirada el haz de luz que se extendia por la habitacion.
– ?Cree que alguien asi va a parar a algun lugar especial del infierno, senor Winter?
El no respondio, aunque penso que tenia una buena respuesta. Por el contrario, empezo a preguntar:
– ?Alguna vez describio…?
– Es un tema muy importante, senor Winter. Es una especie de canibalismo moral. Traicionar a tu propia gente y entregarla a monstruos para salvar tu vida. Durante anos han visitado nuestro centro importantes estudiosos para estudiar esas cintas.
