Avanzo deprisa, y sus zapatillas deportivas resonaban en la tarima de madera como si fuera un caballo trotando en el pavimento.

El rabino se giro cuando se acerco, pero Frieda Kroner siguio observando a los policias.

– Senor Winter -dijo el hombre-, gracias por venir.

– ?Que pasa?

– Nos han llamado. A Frieda, para ser exactos.

– ?Han encontrado al senor Silver?

– No -respondio Frieda Kroner sin apartar los ojos de los policias-. Han encontrado su ropa.

– ?Como?

– El policia la llamo -explico el rabino tras sacudir la cabeza-. Al parecer, un chico, un adolescente, intento pagar en un centro comercial con una tarjeta de credito, y la dependienta que vendia los videojuegos no creyo que el muchacho, cuyo nombre era Ramon o Jose o Eduardo, tuviera demasiado aspecto de Irving, asi que llamo a la policia. Y el adolescente dijo esto y aquello, y mintio en esto y en aquello, pero cuando se pusieron un poco duros con el, dijo la verdad enseguida, y explico que habia encontrado una cartera con la tarjeta de credito. No le creyeron, pero el insistio, y la policia lo trajo hasta aqui y el se lo enseno.

– ?Que?

– La ropa de Irving. Justo en la playa, como si la hubiera dejado alli.

– ?Y la cartera?

– Estaba encima.

Simon asintio.

– Aqui es donde lo mato -dijo Frieda en voz baja.

«Creo que no», penso el viejo policia mientras inspiraba hondo, y se alejo de ambos por la arena. A cada paso, se iba enfadando mas, molesto consigo mismo, sintiendo otra vez la misma incompetencia y estupidez. Y con cada paso enojado, otra voz en su interior trataba de tranquilizarlo, de obligarlo a mantenerse atento, porque tal vez habria alli algo que descubrir, y sabia que la frustracion le impedia, quiza mas que ninguna otra cosa en el mundo, ver las cosas con claridad.

Dos agentes uniformados se separaron del grupo y se plantaron delante de el.

– La zona esta cerrada, abuelo -solto uno de ellos con la arrogancia de la juventud.

– ?Quien esta al mando? -pregunto Winter con brusquedad.

– El inspector. ?Quien lo pregunta? -repuso el agente, cenudo.

Winter quiso alargar la mano y apartar al hombre joven, pero vacilo, y en ese instante oyo una voz que le resulto familiar:

– Yo estoy al mando, senor Winter.

Miro mas alla del agente y vio a Walter Robinson en la arena dorada de la playa. Robinson hizo un gesto al agente.

– Dejelo pasar -le ordeno.

Simon avanzo por la arena.

– Me imaginaba que vendria -dijo Robinson en lugar de ofrecerle la mano-. Si no, habria ido yo a buscarle.

– ?Porque?

El inspector contesto con otra pregunta:

– ?Conocia al senor Silver?

– Si.

– Y Sophie Millstein tambien.

– Es evidente, inspector.

Robinson lo cogio por el codo y lo llevo donde el tecnico de la cientifica estaba tomando unas fotos.

– Venga, Walt -comento el hombre en direccion a Robinson-. Dejame guardar estas cosas y volvamos al mundo real.

Robinson sacudio la cabeza.

– Muy bien, senor Winter -dijo en voz baja-. Usted era inspector de policia. ?Que ve?

El de la cientifica oyo la pregunta y los interrumpio con su propia respuesta:

– Venga, Walter. ?No te parece evidente? El anciano quiere acabar con todo, baja hasta aqui por la noche, cuando no hay nadie, deja la ropa bien doblada y se dirige hacia el mar. El cuerpo aparecera en un par de dias en la playa, a unos kilometros de aqui, o dondequiera que las corrientes quieran dejarlo. Deberias llamar a la Guardia Costera para que esten pendientes.

Robinson lo fulmino con la mirada.

– Eso es lo que tu ves -indico con frialdad-. A mi me interesa lo que ve este caballero.

Winter estaba examinando atentamente la playa. Vio la ropa de Irving Silver, doblada como habia dicho el de la cientifica, dispuesta como si el hombre no quisiera dejar las cosas hechas un desastre al morir.

– ?La cartera estaba encima?

– Si -respondio Robinson.

– ?Algo en la playa?

– De momento, nada.

– ?Ninguna nota?

– No.

– ?Han examinado la ropa?

– Solo en su posicion actual.

Winter se arrodillo junto a las prendas.

– ?Puedo? -pregunto.

Robinson se puso en cuclillas a su lado. Tomo una bolsa de plastico para la recogida de pruebas.

– Adelante -dijo.

Habia un sombrero de paja. Simon lo levanto y le dio la vuelta. Vio las iniciales I. S. marcadas en la badana. Se lo senalo a Robinson y este metio el sombrero en la bolsa para pruebas. Luego, recogio una camisa floreada de poliester; las flores eran verdes y azules, y estaban entrelazadas de modo que configuraban un estampado de formas y colores abigarrados. Empezo a examinar despacio la tela con la mirada, a la vez que la palpaba entre dos dedos, hasta que llego al cuello, y ahi se detuvo. Noto que el corazon se le aceleraba y se mareo un momento.

– Aqui -indico casi en un susurro.

Robinson se inclino hacia el y toco la tela donde Winter senalaba. Levanto la camisa y la sostuvo contra la tenue luz con los ojos entornados para examinar la textura. El inspector asintio y solto el aliento en un largo siseo.

– Quiza -comento-. Creo que puede tener razon.

Winter se levanto y observo el mar. Cada ola parecia alargarse para capturar un trozo de noche y lanzar despues la oscuridad a la orilla.

– Es sangre -dijo Winter-. La sangre de Irving Silver.

– No hay mucha -indico Robinson despacio-. Puede que solo sea que se corto al afeitarse. -Se volvio hacia el tecnico de la cientifica-. Recojalo todo con mucho cuidado. -Luego hizo un gesto a los uniformados y ordeno-: Precintad toda esta zona. Podria ser la escena de un crimen.

Simon contemplo el oceano un momento, sintiendo como la brisa marina empezaba a menguar para ceder su lugar a la sofocante noche estival.

– No esta aqui -anuncio en voz baja.

– ?Quien? -pregunto Robinson.

– Irving Silver. -Extendio una mano hacia el oceano-. Es lo que tiene que parecer. Que se ahogo alli y desaparecio. Que se lo trago el mar. Pero no.

– ?Donde esta entonces? -quiso saber el inspector.

– En otro sitio, lejos y perdido. Puede que en los Everglades.

– El cadaver en un sitio ?y la ropa aqui?

– Exacto.

Robinson silbo por lo bajo y fijo tambien la vista en el oceano.

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