Tiene una especie de pureza.
– ?Era buen jugador, inspector?
– No lo hacia mal, nada mal. Pero no era lo bastante corpulento para jugar en esa posicion en la universidad. Ser ala es dificil, senor Winter. La mayoria de las veces luchas en la linea enfrentandote con apoyadores y defensas exteriores; otro currante que defiende a los chicos que hacen de corredor y de
– El deporte contiene poesia -comento Winter con una sonrisa.
– Y tambien metafora -anadio Robinson.
– ?Como supo que estaba aqui?
– Por los Kadosh. Me dijeron que le gustaba venir aqui, al parque, despues del anochecer para ver los partidos de baloncesto.
– No me imaginaba que fueran tan observadores.
Robinson sonrio de oreja a oreja y Winter se encogio de hombros.
– Por supuesto -anadio-. Tiene razon. Primera leccion: los vecinos siempre saben mas de lo que parece. Es verdad. Bueno, eso explica como supo que estaba aqui. Ahora cabe preguntar por que me buscaba.
– Porque Leroy Jefferson comparecera ante el juez manana por la manana, y al mediodia estara sentado junto a un dibujante de la policia para darnos una descripcion y una declaracion, y cuando las tengamos, debemos dar el siguiente paso.
– Poner la carnaza en el anzuelo.
– Exacto.
– Creo que tenemos que ir con cuidado -advirtio Simon.
– ?Por que lo dice?
– Porque estamos en una posicion muy vulnerable.
– Adelante -pidio Robinson tras asentir con la cabeza.
– Esta vez tenemos que encontrar a ese hombre. Ahora disponemos de una oportunidad unica y no podemos desaprovecharla.
– Continue -pidio el inspector.
Simon hizo una pausa mientras observaba como los jugadores serpenteaban por la cancha. Las farolas imprimian un tono amarillento a su piel, casi como si su sudor y sus musculos fueran enfermizos, y libraran la lucha por hacerse con la pelota contra alguna dolencia extrana.
– Si no identificamos y detenemos a la Sombra, si solo lo asustamos, desaparecera. Puede irse a cualquier parte y adoptar otra identidad. Si se nos escapa, es imposible saber adonde ira. No sabemos nada sobre sus origenes ni sobre su historia desde el final de la guerra. De modo que no sabemos nada sobre sus recursos. ?Como se sigue a alguien sin sustancia? ?Cree que dejaria un rastro que pudieramos seguir? Lo dudo, mas si ha llegado hasta este punto despues de tantos anos. Asi que deberiamos suponer que este tal Leroy Jefferson nos va a proporcionar nuestra unica y mejor esperanza. Tenemos que atraparlo esta vez.
– Ha estado pensando en ello, ?eh?
Winter asintio y miro a Robinson.
– Como usted. De hecho, apuesto a que por eso ha venido a verme esta tarde.
Robinson extendio los pies y se estiro hacia atras para relajarse.
– Usted tenia muy buena reputacion en la policia de Miami City.
– ?Ha echado un vistazo a mi hoja de servicios?
– Por supuesto. Queria saber con quien estoy tratando.
– Todo eso son tonterias, ?sabe? Resolvio tal caso, hizo tal detencion, recibio tal distincion… Eso no explica quien soy.
– Tiene razon. Digame pues, ?quien es usted, senor Winter?
Simon espero un instante antes de contestar.
– ?Ve al chico que tiene la pelota? -pregunto a la vez que senalaba la cancha.
– ?El que no para de hacer lanzamientos de media distancia?
– Si, ese.
– ?Que pasa con el?
– No podria jugar asi contra mi.
Robinson rio, pero observo como jugaba el adolescente. Vio la rapidez de su primer paso, observo su punta de velocidad al hacer una finta.
– ?Le ganaria en fortaleza? -pregunto.
– No. Empezaria a quitarle cosas, una a una. Y entonces, cuando no se lo esperara, lo someteria a un mareaje a presion. Lo pillaria por sorpresa y tendria que hacer un pase.
– Lo veo dificil -comento Robinson.
– Pero es la unica forma.
– Tiene razon. ?Es asi como cree que deberiamos hacerlo?
– Si. La trampa debe ser sutil, tener una defensa invisible. La Sombra debe creer que puede lograr algo, salirse con la suya, pero en realidad estara haciendo lo que queremos. Asi es como debemos hacerlo.
Los dos hombres permanecieron en silencio.
– El rabino Rubinstein y Frieda Kroner…
– No se preocupe por ellos. Cuando llegue el momento, haran lo que tengan que hacer.
– He situado un coche patrulla delante de las dos casas las veinticuatro horas del dia.
– Retirelos. No podemos volverlo mas cauteloso de lo que ya es.
– Pero ?y si…?
– Ellos conocen el riesgo. Son el anzuelo, y lo entienden.
– No me gusta.
– ?Como va a hacerlo, sino?
Robinson no respondio de inmediato.
– Sigue sin gustarme demasiado -dijo por fin.
– Vera, esta es la ventaja que yo tengo sobre usted, inspector -sonrio Winter-. No trabajo para nadie ni cobro ningun sueldo de la ciudad de Miami. No tengo que preocuparme por nada salvo conseguirlo. No tengo que preocuparme por como quedare en los periodicos o ante mis superiores ni nada. Cuando dije que podiamos tenderle una trampa, hablaba en serio. Y una trampa necesita un anzuelo fresco y apetecible, y siempre corre el riesgo de acabar devorado, de que los resortes de la trampa no la cierren en el momento preciso y la presa logre huir despues de haber robado el anzuelo. Asi que lo que sugiero, inspector, es que planee esto muy en secreto. Que su amiga, la senorita Martinez, y usted no se lo cuenten a nadie. Asi, si algo sale mal, podran culparme a mi.
– Yo no haria eso.
– Claro que si. Y estaria bien. Yo solo soy un viejo ex policia chiflado, y no me molestaria lo mas minimo. Incluso es probable que volviera mi vida mas interesante.
– Aun asi, no lo haria.
– ?Por que no? Soy viejo, inspector Robinson. Y ?sabe que?, ya nada me asusta. ?Comprende? Nada, excepto no atrapar a este hijo de puta. -Simon sonrio y aplaudio un buen lanzamiento-. No quiero que este hombre me sobreviva -sentencio.
– Aun le quedan sus buenos anos por vivir.
– Bueno, por lo menos son anos -bromeo el ex policia y solto una carcajada-, aunque yo no me apresuraria a catalogarlos de «buenos».
– Muy bien. Retirare los coches patrulla. Y luego que.
– Luego le obligaremos a actuar. -La voz de Winter habia adquirido cierta frialdad.
– ?Y como lo conseguiremos?
