puede hacer nada al respecto. No se puede llenar de tierra. No se puede cubrir con pavimento. Esto es lo que me gusta. ?Le gusta el mar, inspector?
– Cuando era pequeno y estaba creciendo no lo soportaba. Pero ahora he cambiado.
– Estupendo.
Robinson asintio, y giro de nuevo. En unos minutos habia llegado a The Sunshine Arms y parado junto a la entrada. Winter puso la mano en el tirador de la puerta, pero vacilo.
– ?Piensa en los hombres a los que persigue, inspector?
– A veces. Pero suelen ser mas un objetivo que una persona. Son la culminacion de un conjunto de datos y una serie de observaciones. Son mas bien conclusiones que personas.
– Yo, en cambio, no podia dejar de pensar en los malos, ?sabe? Dejaban de ser el numero de un caso para transformarse en algo muy distinto. Y hubo un par que se convirtieron en algo especial.
– ?Siguen en sus pensamientos?
– Para siempre.
– No se si he tenido ninguno asi.
– ?Cuantos casos pendientes tiene?
– He perdido la cuenta, senor Winter. Parecen amontonarse rapidamente. Y eso que mi indice de resolucion de casos es el mas alto del departamento.
Simon sacudio la cabeza.
– En mis tiempos, todos los homicidios eran algo especial.
– Ya no.
– ?Que opina de la Sombra?
– Todavia no lo se, es dificil hacerse una idea de el. Pero le dire algo: me tiene mas nervioso que ningun otro caso en el que haya trabajado. Ya sabe como va: normalmente tienes bastante idea de lo que estas buscando, aunque no tengas un nombre y un rostro concretos. Sabes que clase de persona es, sus rasgos de caracter, la mentalidad, lo que sea, encaja en el patron habitual y no hay sorpresas En cambio, este hombre parece diferente. -Se detuvo un instante y se corrigio-: En realidad, muy diferente.
– ?Sabes por que queremos atraparlo, Walter?
Era la primera vez que Simon Winter lo llamaba por su nombre de pila, lo que no paso inadvertido al inspector.
– Porque creemos que ha matado una, dos, puede que tres o mas veces.
– ?Es un asesino en serie?
– Bueno, no exactamente. No encaja en ningun perfil del FBI, eso seguro. Pero ha cometido multiples homicidios. ?No es razon suficiente?
– Es una buena razon, pero no la correcta.
– ?Perdon?
– No es la razon correcta. Tu estas aqui porque es tu trabajo: servir y proteger. Yo estoy aqui porque mato a mi vecina, y eso me hace sentir en deuda, y porque puede matar a esas otras personas, a las que ni siquiera puedo considerar amigas, pero a las que he hecho algunas promesas. Pero, en realidad, no son razones concluyentes, no mas que las tuyas. No creo que ni tu ni yo, ni tu bonita amiga de la fiscalia, comprendamos nunca la razon de mas peso. El rabino la sabe, y tambien Frieda Kroner. Nosotros podemos imaginar un cadaver, o dos, o incluso veinte, y decir: «Hay un criminal y debemos detenerlo.» Pero cuando ellos ven a la Sombra, ven a centenares, a millares, a millones de personas que se dirigen hacia su muerte. Ven a sus hermanos, madres, padres, tios, sobrinos, vecinos, amigos, conocidos y a todos los demas. ?Crees que todas esas muertes llegaran a ser otra cosa que cifras para nosotros? Pero no son cifras para ellos, ?no crees?
Simon abrio la puerta y salio del coche. Una vez en la acera, se agacho hacia Robinson.
– No habria que dejar reflexionar a los viejos sobre estos asuntos. Solo enredan las cosas, ?eh?
Robinson asintio despacio.
– Creo que deberiamos atrapar a ese hombre -dijo-, y despues plantearnos lo que ha hecho. -Se detuvo antes de anadir-: Todo lo que ha hecho.
– Si -coincidio Simon-. Deberiamos atraparlo.
Se enderezo y cerro la puerta. Saludo al inspector con la mano cuando arranco el coche y observo como las luces traseras desaparecian en la oscuridad, parpadeaban una vez y doblaban la esquina. Se quedo solo en la acera. El aire poseia cierta intensidad, como si la noche tropical contuviera, de algun modo, una pequena cantidad de melaza o jarabe de arce. Penso que era enganoso; el calor le llevaba a uno a ignorar los peligros tras la puesta del sol. De repente, empezo a hablar mentalmente con su presa anonima: «?Hiciste tu mejor trabajo tras el anochecer? ?Es entonces cuando te vuelves realmente peligroso? La gente es mas vulnerable por la noche; ?es entonces cuando vas a por ella? ?En una noche como esta?»
Se contesto que si.
Escucho que los ruidos lejanos de la calle se mezclaban con los sonidos de los pisos de su bloque: televisores, musica, voces altas en una discusion anonima. Se percato de que no se oia llorar a ningun nino. No en esa parte de la ciudad. Alli todos eran viejos, y los ruidos que hacian tambien lo eran.
Dio un paso hacia su casa, pero se detuvo y dirigio una mirada hacia la fuente vacia y el querubin que bailaba en el centro.
– Dime, ?que melodia vas a ofrecerme esta noche? -pregunto en voz alta-. Supongo que algo animado, algo para alegrarme.
El querubin siguio tocando en silencio.
– Muy bien, ?que has visto esta noche? -pregunto Winter-. ?Algo diferente? ?Algo fuera de lo normal?
Miro la estatua y se concentro en los ojos del querubin, como si esperara una respuesta. Permanecio asi unos segundos, y despues giro de golpe para examinar todo el jardin. El apartamento de su difunta vecina estaba a oscuras, y encima de el, solo el brillo gris azulado del televisor iluminaba el de los Kadosh. Mientras observaba, se apago una luz solitaria en el del viejo Finkel. Se volvio hacia el suyo para fijarse en sus ventanas. La oscuridad de su interior parecia liquida, cambiante como el oceano que hacia unos minutos habia contemplado. Despacio, recorrio el jardin con la mirada, describiendo un circulo completo mientras observaba las sombras y las formas, e inspeccionaba cada rincon y cada angulo.
«Aqui no hay nada -se dijo-. ?Te has vuelto loco? Estas solo y cansado, y deberias irte a la cama.»
Dio un paso y se detuvo.
«La mato en una noche como esta», penso.
Inspiro con fuerza.
«No me conoce. No sabe que estoy aqui fuera, y no sabe que lo estoy buscando. Cree que sus enemigos son supervivientes ancianos, debiles, con recuerdos vagos y memorias fragiles que pueden haber resistido el paso de las decadas. Ellos son su objetivo. No yo. No sabe nada de mi», se dijo.
?O si?
En ese momento, se dio cuenta de que se habia llevado la mano derecha al costado izquierdo, como si llevara la sobaquera con el viejo revolver, como habia hecho durante tantos anos.
«Aqui no hay nadie, estas solo -se tranquilizo-. Estas comportandote como un estupido. -Pero se corrigio-: Ser cauteloso no es nunca una estupidez. Si confias en tu instinto, puede que hagas el ridiculo, pero eso es todo, y la alternativa es mucho peor.»
Avanzo varios pasos y detesto el sonido que hacian sus zapatos en el pavimento. «Parece un redoble de tambor. Muevete despacio.»
Se desplazo con cautela hacia la franja de hierba que habia junto al sendero, con lo que amortiguo el sonido que hacia al acercarse al edificio.
Se detuvo ante la puerta principal con la mano a pocos centimetros del picaporte. Despacio, aparto de nuevo los dedos.
«Si abres esta puerta te oira -se dijo-. Reconocera el ruido y se preparara… Esperara que llegues a casa como un viejo cansado, que se apresura a meterse en la cama para unas horas de sueno irregular. Esperara que abras la puerta del edificio de golpe y, una vez en el vestibulo, hurgues nervioso en el bolsillo hasta encontrar la llave del apartamento, y que entres disparado en tu casa.»
Se alejo del umbral y se oculto en las sombras.
Se apoyo contra la pared lateral del edificio y escucho, pero solo oyo los sonidos normales de la noche. Busco
