duros, en los casos de divorcio o de delitos de poca monta. Conoce muy bien las relaciones abusivas, aunque ese no es exactamente tu problema, y es
Ashley asintio.
– No te habra pegado, ?verdad? -Scott hizo la pregunta aunque su hija ya le habia dado la respuesta.
– Ya te he dicho que no. Solo insiste en que estamos hechos el uno para el otro.
– Si, bueno, no se a el, pero se quien te hizo a ti, y dudo que estes hecha para ese tipo.
Una sonrisa asomo al rostro de Ashley.
– Y confia en mi -anadio su padre, tratando de hacer una broma que distendiera el ambiente-, no parece un problema grave que un prestigioso historiador no pueda resolver. Un poco de investigacion. Tal vez algunos documentos originales o declaraciones de testigos. Fuentes primarias. Un poco de trabajo de campo. Y nos pondremos en marcha.
Ashley consiguio soltar una risita.
– Papa, no estamos hablando de un trabajo de investigacion…
– ?Ah, no?
Esto la hizo sonreir de nuevo. Scott capto la sonrisa, que le recordo muchos momentos de felicidad y le parecio lo mas valioso de su vida.
El sabado era dia de partido en el colegio privado de Hope, asi que se sintio dividida entre ir al campus o esperar la llegada de Ashley. Por experiencia, sabia que el sol de la manana ayudaba a secar el campo, pero no del todo, asi que el partido de la tarde se jugaria en medio de un fangal. Una generacion atras, probablemente, la idea de que unas chicas jugaran en el barro hubiese resultado tan inapropiada que el partido se habria suspendido. Ahora estaba segura de que las muchachas del equipo anhelaban el campo sucio y resbaloso. Estar manchada de tierra y sudorosa se consideraba algo positivo. «El progreso definido por la aceptacion del barro», penso con ironia.
Hope estaba en la cocina, medio vigilando el reloj de la pared, medio asomada a la ventana, atenta al inconfundible sonido del Porsche cuando apareciera en la esquina.
La ventana estaba entreabierta y Hope oia los sonidos de las casas vecinas, tan tipicos del sabado por la manana que eran casi cliches: las toses y carraspeos de una segadora de cesped; el zumbido de un aspirador de hojas; agudas voces de ninos que jugaban en un patio cercano. Era dificil imaginar que pudiese existir la menor amenaza al ordenado discurrir de sus vidas. Hope no podia saber que Ashley habia pensado lo mismo hacia unos instantes.
De pronto vio a Sally en la puerta de la cocina.
– Llegaras tarde -dijo esta-. ?A que hora es el partido?
– Tengo tiempo -respondio Hope.
– ?Es un partido importante?
– Todos lo son. Algunos un poco mas. Estaremos bien. -Vacilo un instante y anadio-: Deben de estar al llegar. ?No dijo Scott que saldria temprano?
Sally tambien hizo una pausa antes de responder.
– Creo que deberiamos decirle a Scott que se quede. Tiene derecho a participar en cualquier decision que tomemos.
– Aja -dijo Hope.
Todo lo relacionado con Scott la ponia en lo que antes solia llamarse «una situacion embarazosa», pero era algo mas profundo y complejo. Hope creia que Scott la odiaba. Al menos, odiaba verla. O tal vez odiaba lo que ella representaba. O lo que habia hecho para atraer a Sally, o lo que habia sucedido entre ellas. Fuera lo que fuese, albergaba furia acumulada contra ella, y Hope creia imposible que eso cambiase alguna vez.
– Me pregunto si sera conveniente que estes aqui cuando el llegue -anadio Sally.
«Conque era eso», penso Hope, y se enfado. Le parecio injusto: habian pasado suficientes anos para que se guiaran por una conducta civilizada, aunque por debajo hubiera tensiones. Le dolio que Sally, de algun modo, quisiera satisfacer los sentimientos de Scott a costa de pisar los suyos. Hope habia dedicado anos a criar a Ashley y, aunque no podia decir que fuera de su misma sangre, sentia que tenia tanto derecho a preocuparse por ella como sus progenitores.
Se mordio el labio antes de contestar. «Se prudente», se advirtio.
– Bueno, no creo que sea justo, pero, si piensas que es importante, bueno, me inclino ante tu conocimiento superior en estos asuntos.
Lo ultimo pudo ser sincero o sarcastico. Sally no supo que decidir. Se sentia un poco sorprendida por haberle pedido a Hope que se retirara cuando llegara su ex marido. «?Que me pasa?»
– No es… -empezo, pero la interrumpio el sonido del coche de Scott-. Han llegado.
– De acuerdo -dijo Hope, envarada-. Entonces me quedare aqui.
– Aqui la tenemos, sana y salva -dijo.
Sally cruzo el cesped y abrazo a su hija.
– ?No crees que deberias entrar, para ver si se nos ocurre algun plan? -le dijo a su ex.
Ashley miro a sus padres, esperando. Fue consciente en ese instante de las pocas veces que estaban tan cerca el uno del otro. Una distancia bien definida marcaba siempre sus encuentros.
– Es cosa de Ashley -dijo el-. Puede que no quiera abordar el tema ahora mismo. Tal vez necesite almorzar y un rato para despejarse.
Los dos miraron a Ashley, que asintio, aunque tuvo la sensacion de que se comportaba como una cobarde.
– Muy bien -dijo Sally con su tono de abogada, siempre dispuesta a hacerse cargo-. Esta tarde, entonces. ?A las cuatro o cuatro y media?
Scott asintio y senalo la casa.
– ?Aqui?
– ?Por que no? -dijo Sally.
A Scott se le ocurrian una docena de motivos, pero se contuvo.
– Bien, a las cuatro y media, pues. Podemos tomar te. Eso seria muy civilizado.
Sally no respondio al sarcasmo. Se volvio hacia su hija.
– ?Esto es todo lo que has traido? -dijo, senalando la maleta.
– Es todo.
Hope, que observaba y escuchaba a un lado, penso que en realidad Ashley habia traido mucho mas. Pero no era tan obvio.
Ashley se abrio paso a saltitos por el borde del campo embarrado y ocupo un sitio desde donde podia ver a Hope dirigir a sus chicas.