– Muy bien. Acepto el encargo. Ese tipo parece un mal bicho.
– ?Tiene experiencia con casos asi? Un tipo obsesivo…
Matthew Murphy hizo otra pausa, y ella sintio cierta inquietud.
– Si, abogada, la tengo -dijo al cabo-. Me he topado con un par de tipos mas o menos como el que me describe. Cuando estaba en Homicidios.
A Sally se le seco la garganta al oir esa palabra.
La madre de Hope acababa de terminar de rastrillar hojas cuando sono el telefono. Por el identificador de llamadas vio que era su hija. Como de costumbre, lo atendio con una punzada de inseguridad.
– Hola, querida -dijo Catherine Frazier-. Que sorpresa. Han pasado semanas desde la ultima vez que hablamos.
– Hola, mama -respondio Hope, sintiendose un poco culpable-. He estado ocupada con el colegio y el equipo, y se me ha pasado el tiempo. ?Como estas?
– Bueno, bastante bien. Preparandome para el invierno. Se dice que va a ser largo.
Hope tomo aire. La relacion con su madre estaba marcada por una tension subyacente. Aunque civilizada en apariencia, era como un nudo que sujetara una vela hinchada por un viento creciente. Catherine Frazier, que habia vivido toda su vida en Vermont, era en extremo liberal en sus opiniones politicas, pero al mismo tiempo era una colaboradora activa de la iglesia catolica local de la pequena ciudad de Putney, vecina de Brattleboro, antano poblada por hippies y centro agrario de la zona. Habia sufrido la muerte prematura de su esposo y nunca habia pensado en volver a casarse, y ahora disfrutaba viviendo sola cerca del bosque. Todavia albergaba considerables dudas sobre la relacion de su hija con Sally, pero se las guardaba para si, ya que vivia en un estado que no ponia objeciones a las uniones civiles entre mujeres. Sin embargo, los domingos rezaba fervientemente por lograr comprender aquello que habia endurecido la relacion entre ellas. A veces, en el pasado, habia llevado esas dudas al confesionario, pero se habia cansado de rezar avemarias y padrenuestros en vano.
Hope pensaba que su fracaso en ser «normal» y proporcionarle nietos era de algun modo la raiz de la tension, que crecia cuando hablaban, y cuando no lo hablaban, pues el verdadero tema que deberian haber tratado siempre se postergaba.
– Necesito un favor -dijo Hope.
– Lo que quieras, querida.
Hope sabia que eso era mentira. Habia muchos favores que podria haberle pedido y que su madre no le concederia.
– Tiene que ver con Ashley -dijo-. Necesita estar fuera de Boston una temporada.
– Pero ?que sucede? No estara enferma, ?verdad? ?Ha habido un accidente?
– No, no exactamente, pero…
– ?Necesita dinero? Yo podria ayudarla…
– No, mama. Dejame explicar.
– Pero ?que pasara con sus estudios…?
– Pueden esperar.
– Querida, todo esto es muy raro. ?Cual es el problema?
Hope tomo aire y resoplo.
– Se trata de un hombre.
Cuando Scott llamo al movil de Ashley esa noche, una grabacion le informo de que ese numero no estaba operativo. Asustado, de inmediato marco el numero de su telefono fijo. Cuando ella contesto, sintio un arrebato de ansiedad, pero se esforzo por ocultarla.
– Hola, Ash -dijo animosamente-. ?Como van las cosas?
Ella no estaba segura de que responder a esa pregunta. No podia desprenderse de la sensacion de que la vigilaban, la seguian, de que escuchaban cada palabra que decia. Debia tener cautela cuando salia de su apartamento, cuando caminaba por la calle, atenta a cada sombra, a cada esquina, a cada callejon oscuro. Los sonidos corrientes de la ciudad ahora le parecian silbidos agudos, casi dolorosos. Pero decidio mentir en parte. No queria inquietar a su padre.
– Estoy bien -dijo-, aunque las cosas son un poco liosas.
– ?Has vuelto a tener noticias de O'Connell?
Ella no respondio exactamente.
– Papa, he tenido que tomar algunas medidas…
– Si -dijo el con demasiada rapidez-. Si, por supuesto.
– He cancelado el movil…
– Si, y cancela tambien esta linea -aconsejo Scott-. De hecho, tendras que hacer mas cosas de lo que habiamos previsto.
– Tengo que mudarme -dijo ella-. Me gusta este lugar, pero…
– Creo que tienes que hacer algo mas que mudarte -sondeo Scott.
Ashley no respondio inmediatamente.
– ?Que quieres decir? -repuso al cabo.
Scott tomo aire y adopto su tono mas razonable, mas neutral y academico, como si estuviera analizando un trabajo de clase.
– He investigado un poco y no quiero precipitarme en mis conclusiones, pero pienso que cabe la posibilidad de que O'Connell se vuelva, digamos, mas agresivo.
– ?Agresivo? Eso es un eufemismo. ?Piensas que podria hacerme dano?
– Otras, en circunstancias similares, han resultado heridas. Solo estoy diciendo que deberiamos tomar precauciones.
Otro silencio, antes de que ella respondiera:
– ?Que sugieres?
– Creo que deberias desaparecer por una temporada. Es decir, dejar Boston, ir a un sitio seguro durante un tiempo. Retomaras tu vida normal cuando O'Connell se haya marchado por fin.
– ?Que te hace pensar que se marchara?
– Tenemos recursos, Ashley. Si tienes que dejar Boston para siempre, mudarte a Los Angeles, Chicago o Miami, bueno, puede hacerse. Todavia eres joven. Tienes todo el tiempo del mundo para hacer lo que quieras. Pero ahora necesitamos tomar medidas drasticas para que O'Connell no pueda encontrarte.
Ashley tuvo un arrebato de colera.
– El no tiene derecho a hacerme esto -replico alzando la voz-. ?Por que yo? ?Que he hecho mal? ?Por que quiere fastidiarme la vida?
Scott dejo que su hija se desahogara antes de responder. Hacia mucho tiempo que habia aprendido que dejarla gritar y quejarse la calmaba, y que al final atendia, si no a razones, a algo parecido.
– Desde luego que no tiene derecho -dijo al fin-, pero tiene habilidad para algunas cosas. Asi que haremos algunos movimientos que no pueda prever. El primero es alejarte de el.
Scott percibio que su hija lo sopesaba. No sabia que muchas de esas cosas ya se le habian ocurrido a ella. No obstante, Ashley parecio desanimarse y, sin que su padre lo supiera, los ojos se le llenaron de lagrimas. Nada era justo. Cuando hablo, lo hizo con resignacion.
– Muy bien, papa -dijo-. Es hora de que Ashley desaparezca.
– Entonces, ?contrataron a un detective privado?
– Si. Un tipo muy competente y con mucha experiencia.
– Parece la accion razonable que emprenderia cualquier pareja moderadamente educada y con recursos financieros. Es como introducir a un experto. Creo que deberia hablar con el. Debe de haber preparado alguna clase de informe para Sally. Es lo que acaban haciendo siempre los detectives privados.
– Si, tienes razon. Hubo un informe. Uno inicial. Tengo la copia que le enviaron a Sally.
– ?Me la dejaras leer?
– ?Por que no hablas con Matthew Murphy antes? Luego te la dare, si sigues pensando que la necesitas.
– Podrias ahorrarme la molestia.
– Tal vez -respondio ella-. No estoy muy segura de que ahorrarte tiempo y esfuerzo sea exactamente mi tarea en este proceso. Y ademas, creo que visitar al investigador privado sera… ?como decirlo? Educativo.
Sonrio sin humor, y tuve la impresion de que me estaba retando con algo. Me encogi de hombros y me