– Bueno, no se hasta que punto quiere que sea preciso. Pero nuestro mutuo amigo… -Se rio de la palabra-. Bueno, el y yo tuvimos una charla. Una interesante charla. Un analisis en profundidad de los pros y los contra de su… conducta. Y al final el senor O'Connell reconocio que podia representarle muchas desventajas continuar acosando a su hija. Vio la luz de la razon con un poco de ayuda y declaro formalmente que se alejaria de Ashley a partir de ese momento.
– ?Lo cree usted?
– Tengo buenos motivos para creerlo, senora Freeman-Richards. Su sinceridad fue evidente.
Sally hizo una pausa, leyendo entrelineas.
– ?Nadie resulto herido? -pregunto.
– No permanentemente. A menos que el senor O'Connell tenga ahora el corazon roto, pero lo dudo. Sin embargo, quedo muy impresionado respecto a lo desaconsejable de continuar su curso de accion y llego a una clara conclusion, despues de que yo le hiciera ver ciertas realidades. No estoy seguro de que quiera usted conocer mas detalles, abogada. Podria sentirse incomoda.
Sally reparo en que la conversacion tenia un extrano tono afable; como si ella fuese incapaz de oir ciertas cosas sin palidecer o incluso desmayarse. Tenia una sensibilidad victoriana, y Murphy lo sabia.
– No, prefiero no saberlo.
– Muy bien. Le enviare un informe pasado manana o asi. Y si tiene alguna duda o ve algo sospechoso, por favor, llameme y yo me encargare. Quiero decir, siempre existe la leve posibilidad de que el senor O'Connell cambie de opinion una vez mas. Pero lo dudo. Parece una persona debil, senora Freeman-Richards. Muy poquita cosa, y no me refiero a su estatura. Como sea, creo que no volvera a molestar a nadie de su familia. Bien, si necesita que investigue algo mas en el futuro, sabe donde encontrarme.
Sally se sorprendio un poco de la descripcion que Murphy hacia de O'Connell. No encajaba exactamente con sus conclusiones. Pero oirlo la tranquilizo, y por eso no hizo caso a ninguna duda que pudiera albergar.
– Naturalmente, senor Murphy. Parece que ha solucionado usted el asunto de la mejor manera posible. No imagina cuanto me satisface oirlo.
– Ha sido un placer, senora.
Ella colgo y se volvio hacia Hope.
– Bueno, ya esta.
– ?Ya esta que?
– Envie a un investigador privado a explicarle las verdades de la vida a ese gusano. Como era de esperar, cuando se enfrento a alguien fuerte, duro y experimentado, se derrumbo como un castillo de naipes. Los tipos como el son unos cobardes en el fondo. Se les hace saber que no te dejas intimidar, y desaparecen con el rabo entre las piernas.
– ?Eso crees? -respondio Hope-. No se. Mi impresion es que ese tipo es de cuidado, aunque no se decir por que. Mira el lio en que nos ha metido con un pequeno acceso informatico.
– Hope, intentamos negociar de manera justa con el. Intentamos darle una oportunidad para que se marchara, ?no? Incluso le pagamos una importante suma. ?No crees que fuimos justos y comprensivos?
– Si, pero…
– Fuimos sinceros, ?no?
– Supongo.
– Y el no cedio, ?recuerdas? No quiso hacer las cosas mas faciles para nadie. Bien, pues ahora ha recibido una pequena leccion sobre lo duros que podemos ser. Y se acabo.
Hope no sacudio la cabeza, pero tenia sus dudas. Sally lo noto en sus ojos y fue a decir algo, pero se lo penso mejor y dejo que el silencio volviera a instalarse entre ambas.
– Bueno, se acabo -dijo, un poco irritada porque Hope no hubiera mostrado mas apoyo.
Sally cogio el sobre de Murphy y se sento a su escritorio, recordando la conversacion con Hope. Tuvo la curiosa impresion de que las cosas eran al reves: deberia haber sido Hope, que era mas joven y a menudo mas testaruda, quien tendria que haberse dado por satisfecha, no ella.
Abrio el sobre y desparramo el contenido sobre la mesa. Habia una carta, unos papeles grapados, varias fotos y unos disquetes.
Las fotos eran de O'Connell, tomadas ante su apartamento. Los papeles contenian su modesto historial policial y los datos laborales y de estudios que Murphy habia desenterrado, junto con algo de informacion familiar, incluyendo nombres y direccion de sus padres. Una nota ponia que su madre habia muerto. Otra nota, esta pegada a los CD-Rom, advertia: «Estan encriptados. Un informatico podra abrirlos sin problema. Quiza contengan informacion sobre su hija, incluso fotos. Los cogi del apartamento de OC, pero supongo que tendra copias ocultas en alguna parte. El ordenador que el usaba resulto destruido por accidente durante nuestra entrevista, asi que la informacion del disco duro se habra perdido.»
La carta de Murphy describia la reunion con O'Connell en su apartamento, pero no daba detalles reales sobre su «conversacion». Al final venia la minuta, que incluia un descuento de cortesia.
Sally cogio un talonario de cheques y relleno uno para Murphy. Lo metio en un sobre sencillo con una nota que decia simplemente: «Gracias por su ayuda. Lo llamaremos si vuelve a ser necesario.»
Metio todo el material, incluyendo los disquetes, en un sobre marron, lo rotulo como «Gusano de Ashley» con grandes letras y, con alivio, se acerco al enorme archivador y lo metio en el fondo del cajon inferior, donde esperaba que permaneciera durante anos.
Hay una curiosa claridad en la luz de la tarde en la falda de las Green Mountains, como si las cosas se volvieran mas nitidas, mas definidas a medida que el dia se convierte en noche en las ultimas semanas del otono. Catherine estaba junto a la ventana de la cocina, que daba al oeste, mirando a Ashley. La joven estaba fuera, enfundada en un brillante abrigo amarillo, sentada en el linde del patio. Tras ella habia un prado que conducia al bosque. El dia anterior habian ido a Brattleboro y comprado cartulina, un caballete y acuarelas, y Ashley estaba ahora pintando sola, tratando de captar los ultimos tonos del dia mientras descendian sobre las montanas y se entretenian en la copa de los pinos. Catherine trato de leer el lenguaje corporal de Ashley; parecia contener frustracion y entusiasmo al mismo tiempo. Estaba relajada, disfrutando del momento con el pincel en la mano y los colores desplegados ante ella. Tuvo la impresion de que la joven y el cuadro eran lo mismo: ambos estaban en proceso de ser disenados.
La noche que llego Ashley habian pasado largas horas bebiendo te y hablando de lo sucedido. Catherine escucho con asombro y una creciente inquietud.
Volvio a mirar por la ventana y la vio pintar una larga franja de cielo celeste en la cartulina que tenia apoyada en el caballete.
– No esta bien -musito.
Temio que Ashley, de algun modo (no estaba segura de por que), estuviera «infectada» por Michael O'Connell. Temio que se volviera contra todos los hombres a causa de las acciones de uno solo.
Se agarro al borde del fregadero para sostenerse. Le daba miedo afrontar sus propios pensamientos. No queria pensar: «No quiero que Ashley se vuelva como Hope.» Y de inmediato sintio una punzada de culpabilidad, pues amaba a su hija. Hope era lista, hermosa y simpatica. Hope inspiraba a los demas, sacaba lo mejor de los chicos con los que trabajaba y las chicas a las que entrenaba. Hope era todo lo que una madre podia querer en una hija, excepto una cosa, y esa era la montana que Catherine no podia escalar. Y mientras contemplaba a su… ?que? -?sobrina?, ?nieta adoptiva?- se sintio atrapada por difusos temores. El problema, aunque Catherine no lo reconocio en ese momento, era que se trataba de temores infundados.
– ?Como murio Murphy? -pregunte.
– ?Como? -repitio ella-. Seguro que puedes imaginarlo. Balas. Navajas. Golpes. Lo que prefieras.
– …
– Es el porque lo que nos preocupa. Dime, ?llegaron a detener a alguien por el asesinato de Murphy?
– No, que yo sepa.
– Bueno, me parece que tu busqueda de respuestas se ha dirigido a la direccion equivocada. No se arresto a nadie. Eso te dice algo, ?no? ?Quieres que yo, o un detective o un fiscal, diga: «Bueno, Murphy fue asesinado por X, pero no tenemos suficientes pruebas para hacer un arresto»? Eso seria agradable, ordenado y claro. -Vacilo-. Pero nunca he dicho que fuera una historia sencilla.
Lo que decia era cierto.
– ?Puedes pensar como Murphy, Sally, Hope y Ashley?