contemplo la pantalla negra. Como un operario que busca un cable expuesto, toco el raton. La maquina zumbo y la pantalla destello al cobrar vida.
Hope se quedo de una pieza: el salvapantallas era una foto de Ashley.
Estaba un poco desenfocada, y parecia tomada deprisa a pocos metros de distancia. La mostraba en el acto de girarse con gesto de sorpresa. Su expresion reflejaba miedo.
Hope la contemplo y oyo su propia respiracion entrecortada. Aquella foto le dijo varias cosas, ninguna de ellas buena. Le dijo que O'Connell adoraba ese momento en que Ashley, pillada desprevenida, mostraba miedo.
Era amor, penso. De la peor clase.
Mordiendose el labio, movio el cursor hasta «Mis documentos» e hizo clic. Habia cuatro carpetas: «Ashley amor», «Ashley odio», «Ashley familia» y «Ashley futuro».
Hizo clic en la primera y salio un recuadro: «Introducir contrasena.» Abrio «Ashley odio». Igual que la anterior.
Sacudio la cabeza. Penso que podria encontrar la contrasena si se concentraba, pero le preocupaba el tiempo que llevaba alli. Cerro todo y dejo el ordenador tal como estaba. Luego abrio los archivadores, que estaban vacios aparte de algunos lapices y papeles de impresora.
Cuando se levanto, se sintio un poco mareada. «Deprisa -se dijo-. Estas forzando tu suerte.» Miro alrededor y decidio echar un vistazo al dormitorio.
La habitacion olia a sudor y descuido. Rebusco un poco en una comoda desvencijada. Habia un colchon en un somier, con un revoltijo de sabanas y mantas encima. Se agacho y miro bajo la cama. Nada. Se volvio hacia el armario. Contenia unas chaquetas y camisas, una unica chaqueta negra cruzada, dos corbatas, una camisa de vestir y unos pantalones grises. Nada fuera de lo comun. Estaba a punto de volverse cuando vio en un rincon una unica bota de trabajo, con un calcetin de deporte gris manchado de tierra encima. Estaba parcialmente cubierta por un monton de prendas sudadas.
Una unica bota.
Busco la pareja, sin exito.
Se quedo inmovil, mirando la bota como si pudiera decirle algo. Luego se inclino, extendio la mano hasta el fondo y aparto las ropas para apoderarse de la bota. Era pesada y penso que tenia algo dentro. Como un cirujano que retira un trozo de piel, quito el calcetin y echo un vistazo al interior.
Gimio.
Dentro de la bota habia una pistola.
Fue a cogerla, pero se dijo: «No la toques.» No supo por que.
Una parte de ella quiso cogerla, robarla, quitarsela a O'Connell. «?Es esta la pistola que usara para matar a Ashley?»
Se sintio atrapada, como si la retuvieran bajo el agua. Sabia que si cogia el arma O'Connell sabria que uno de ellos habia estado alli. Y reaccionaria, tal vez de manera violenta. Tal vez tenia otra arma en alguna parte. Tal vez, tal vez. Dudas y cuestiones se debatian en su interior. Deseo que hubiera algun modo de volver esteril el arma, como quitarle el percutor. Lo habia leido una vez en una novela policiaca, pero no sabia como hacerlo. Y llevarse las balas seria inutil. El sabria que alguien habia estado alli, y simplemente las sustituiria.
Miro la pistola. En un lado del canon vio la marca y el calibre: 25.
Sin saber si era lo adecuado, devolvio la bota al rincon del armario y luego puso las ropas exactamente como estaban antes.
Quiso correr. ?Cuanto tiempo llevaba en el apartamento? ?Cinco minutos? ?Media hora? Le parecio oir pasos, voces
Se incorporo, dejo atras el cuarto de bano y fue a la pequena cocina. «Los gatos», recordo. La senora Abramowicz esperaba esa informacion.
No habia mesa, solo un frigorifico, una cocina pequena de cuatro quemadores y un par de estantes llenos de sopas en lata y preparados. No habia comida para gatos, ni raticida para mezclar en una comida letal. Abrio el frigorifico. Algunos embutidos y un par de cervezas eran todo lo que O'Connell guardaba dentro. Cerro la puerta y entonces, casi por instinto, abrio el congelador, esperando ver un par de pizzas congeladas.
Lo que vio fue un mazazo y apenas pudo sofocar un grito.
Los cadaveres congelados de varios gatos la miraron sin verla. Uno de ellos tenia los dientes expuestos, como una gargola, en una mueca aterradora.
El panico se apodero de Hope. Dio un paso atras, la mano sobre la boca, el corazon desbocado, sintiendo nauseas y mareo. Necesitaba gritar, pero tenia la garganta atenazada. Cada fibra de su ser le decia que huyera, que saliera de alli para no regresar nunca. Trato de calmarse, pero era una batalla perdida. Cerro el congelador con mano temblorosa.
En el pasillo oyo de pronto un siseo.
– ?Rapido, querida! ?Alguien sube en el ascensor!
Hope corrio hacia la puerta.
– ?Aprisa! -susurraba la senora Abramowicz-. ?Aprisa!
La anciana estaba en la puerta de su apartamento cuando Hope salio al pasillo. Vio el indicador del ascensor que empezaba a subir, y cerro la puerta de O'Connell. Tanteo con la llave y estuvo a punto de dejarla caer al tratar de encajarla en la cerradura.
La senora Abramowicz retrocedio para dejarle espacio. Los gatos a sus pies se movian inquietos, como si hubieran captado el miedo en la voz de la anciana.
– ?Deprisa, deprisa!
La anciana habia desaparecido en su apartamento, dejando la puerta apenas entornada. La llave por fin giro y Hope se volvio hacia el ascensor. Lo vio llegar a la planta.
Se quedo petrificada.
El ascensor parecio detenerse, pero siguio hacia arriba.
Los oidos le zumbaban y cada sonido parecia lejano, como un eco en un desfiladero. Se evaluo el corazon, los pulmones y la mente, tratando de ver que funcionaba todavia y que estaba paralizado por el miedo.
La senora Abramowicz abrio un poco mas la puerta y asomo la cabeza al pasillo.
– Falsa alarma, querida -suspiro-. ?Has averiguado que les paso a mis gatos?
Hope inhalo hondo para calmarse.
– No -mintio-. Ni rastro de ellos. -Vio decepcion en los ojos de la anciana-. Creo que deberia marcharme ya - anadio, y se guardo la llave del apartamento de O'Connell en el bolsillo de la chaqueta mientras se volvia rapidamente hacia las escaleras. Esperar el ascensor requeriria una sangre fria que ya no tenia.
Hope bajo corriendo, con un nudo en la boca del estomago. Necesitaba salir de alli. De pronto vio una silueta en el portal, acechando en la oscuridad ante ella. Casi se quedo petrificada de terror, pero eran dos inquilinos que entraban. Paso entre ellos, salio a la fria noche y agradecio la oscuridad.
– ?Eh! -protesto uno de ellos, pero ella prosiguio sin mirar atras.
Casi tropezo al bajar los escalones y finalmente se dirigio a su coche, las llaves temblandole en las manos. Subio bruscamente y una voz interior le grito: «?Huye! ?Escapa ahora!» Estaba a punto de arrancar cuando de nuevo se quedo petrificada.
Michael O'Connell venia por la acera opuesta.
Lo observo detenerse ante el edificio, sacar las llaves del bolsillo y, sin mirar en su direccion, subir los escalones y entrar. Hope espero y unos instantes despues vio encenderse las luces en el apartamento.
Temio que de algun modo el supiera que ella habia estado alli. Que hubiera movido algo, dejado alguna cosa fuera de su sitio. Puso el coche en marcha y sin mirar atras condujo hasta la esquina, luego giro y continuo por una amplia calle a lo largo de varias manzanas, hasta que vio un sitio a la izquierda donde aparcar. Lo hizo y penso: «?Cuanto ha sido? ?Tres minutos? ?Cuatro? ?Cinco?» ?Cuantos minutos habian transcurrido entre su salida y el regreso de O'Connell?
El estomago se le tenso, y la nausea del miedo finalmente la vencio. Abrio la puerta y vomito en la acera todo el te Earl Grey de la senora Abramowicz.
Scott empezo temprano a la manana siguiente. Se desperto en su hotel barato antes del amanecer, y condujo bajo la mortecina luz de noviembre hasta un lugar frente a la casa donde habia crecido Michael O'Connell. Apago el motor y permanecio en el coche, esperando, sintiendo los primeros atisbos del invierno colarse en el interior. Era una calle triste, un poco mejor que un camping de caravanas, pero no demasiado. Todas las casas ofrecian un
