aquel bate, sino el arma que le habian mencionado los vecinos, y probablemente un rifle tambien: el ciervo de ojos de cristal de la pared asi lo atestiguaba. Confiaba en que el padre de O'Connell no hubiera caido en anotar su matricula, aunque dudaba que no fuera capaz de reconocer el viejo Porsche si volvia a verlo. Intento fijarse en cada detalle mientras salia: tal vez tendria que regresar y queria recordar la disposicion de los muebles. Advirtio los endebles cerrojos de la puerta, y luego salio. La avaricia era algo horrible, y alguien que vendia a su propio hijo no podia ser mas que un peligroso desalmado. Sintio una subita nausea y se apresuro hacia su coche. En el horizonte se perfilaban nubes grises.

Michael O'Connell pensaba que habia estado demasiado silencioso y ausente en los ultimos dias.

La clave para obligar a Ashley a comprender que nadie mas que el podria protegerla se encontraba en minar la vulnerabilidad de todo el mundo. Lo que le impedia a ella reconocer la profundidad de su amor y la necesidad que tenia de estar a su lado era la burbuja que sus padres habian creado a su alrededor. Y cuando pensaba en Catherine, la boca se le llenaba de un sabor a bilis. Era vieja, era fragil, estaba alli sola, y el habia tenido la oportunidad de eliminarla de la ecuacion, pero habia fracasado, incluso teniendola a su alcance. Decidio que no volveria a cometer un error asi.

Estaba sentado ante su ordenador nuevo, jugueteando con el cursor, ajeno al silencio que lo rodeaba. Lo habia comprado despues de que Murphy destrozara el viejo. Miro la pantalla un momento mas y apago el aparato con un par de rapidos clics.

Tenia ganas de hacer algo impredecible, algo que llamara la atencion de Ashley, algo que ella no pudiera ignorar y que le hiciera saber que era inutil huir de el.

Se levanto y se desperezo, alzando los brazos por encima de la cabeza, imitando inconscientemente a los gatos del pasillo. Experimento un subito arrebato de confianza. Era hora de volver a visitar a Ashley, aunque solo fuera para recordarle que estaba todavia alli y seguia esperando. Cogio el abrigo y las llaves del coche. La familia de Ashley no sabia lo cercanos que corren el amor y la muerte. Sonrio, y penso que ellos no comprendian que en todo esto el romantico era el. Pero el amor no siempre se expresa con rosas, diamantes o tarjetas Hallmark. Era hora de hacerles saber que su devocion no habia disminuido. Su mente rebosaba de ideas.

Cuando Scott regreso a casa, el telefono estaba sonando.

Era Sally.

– ?Scott?

– Si.

– Pareces sin aliento.

– Estaba fuera. Acabo de llegar a casa. ?Todo va bien?

– Si -respondio ella-. Mas o menos.

– ?Que quieres decir?

– Bueno, no ha sucedido nada. Ashley y Catherine se han pasado el dia haciendo algo, pero no quieren decir que. He estado en mi despacho tratando de ver como salir de este lio, y Hope apenas ha dicho una palabra desde que volvio de Boston, excepto que tenemos que volver a hablar todos. ?Puedes venir?

– ?Ha dicho por que?

– Ya te he dicho que no. ?Es que no me escuchas? Pero tiene que ver con algo que descubrio en Boston mientras vigilaba a O'Connell. Parece muy inquieta. Nunca la he visto tan hosca. Esta sentada en la otra habitacion con la mirada ausente, y lo unico que dice es que tenemos que hablar ahora mismo.

Scott penso que podria haber vuelto tan meditabunda a Hope, actitud impropia de ella. Trato de no reaccionar al tono casi frenetico de Sally. Estaba demasiado tensa, penso. Le recordo sus ultimos meses juntos, antes de que el se enterara de su lio con Hope, pero cuando, a un nivel profundo e instintivo, sabia que todo iba mal entre ellos.

– Muy bien -dijo-. He descubierto mas cosas sobre O'Connell. Nada crucial, pero… -Hizo otra pausa. Una vaga idea empezo a formarse en su mente-. No estoy seguro de como usarlo, pero… Mira, voy para alla. ?Como esta Ashley?

– Parece abstraida, casi distante. Supongo que un psicologo diria que es el principio de una depresion importante. Tener a ese tipo en su vida es como tener una enfermedad grave. Como el cancer.

– No deberias decir eso.

– ?No deberia ser realista? -replico Sally-. ?Deberia ser mas optimista?

Scott hizo una pausa. Sally podia ser dura, penso, y enloquecedoramente directa. Pero ahora, con la situacion de su hija, lo asustaba. No sabia que actitud era la adecuada, la suya propia de «podemos salir de esta» o el «tenemos grandes problemas y todo esta empeorando» de Sally. Quiso gritar. En cambio, apreto los dientes y dijo:

– Voy para alla. Dile a Ashley… -Noto a Sally respirar con fuerza.

– ?Decirle que? ?Que todo va a salir bien? -repuso ella amargamente-. Y, Scott… -anadio tras una breve vacilacion-, intenta traer decidido nuestro proximo paso. O bien una pizza.

– Siguen reacios -dijo ella.

– Comprendo -respondi, aunque en realidad no estaba seguro-. Pero, de todas formas, necesito hablar al menos con uno de ellos. De lo contrario, la historia no estara completa.

– Te entiendo -dijo ella lentamente, pensando sus palabras antes de pronunciarlas-. Uno esta dispuesto, de hecho esta ansioso por contarte lo que saben. Pero dudo que estes preparado para esa entrevista.

– Eso no tiene sentido. Uno quiere hablar, pero ?los demas lo impiden para protegerse? ?O estas tu protegiendolos a ellos?

– No estan seguros de que comprendas correctamente su situacion.

– No digas tonterias. He hablado con mucha gente, lo he repasado todo. Estaban en una situacion sin salida, lo se. Lo que hayan hecho para salir sin duda estara justificado…

– ?De verdad? ?Eso crees? ?El fin justifica los medios?

– ?He dicho eso?

– Si.

– Bueno, lo que queria decir era…

Ella alzo una mano, interrumpiendome, y contemplo el patio, la calle mas alla de los arboles. Suspiro hondo.

– Estaban en una encrucijada. Habia que tomar una decision. Como muchas de las decisiones que la gente, la gente corriente, se ve obligada a tomar, tuvo profundas consecuencias personales. Eso es lo que tienes que comprender.

– Pero ?que eleccion tenian?

– Buena pregunta -replico ella con una risita forzada-. Contestala por mi.

38 Medida de males

Scott recorrio el camino de acceso a la casa de Sally debatiendose entre dudas e incertidumbres. Cuando llego a la puerta, fue a pulsar el timbre, pero vacilo. Se volvio y contemplo la oscura calle. Estaba seguro de que Michael O'Connell merodeaba por alli. Se pregunto si aquel psicopata lo estudiaba con el mismo esmero que el. Dudaba que fuera posible adelantarse a sus movimientos, ganar ventaja. Intuia que en algun lugar de aquella manzana, alli mismo, en ese instante, O'Connell estaba oculto en la oscuridad, vigilandolo. Scott sintio un arrebato de ira y quiso gritar en voz alta. Penso que todo lo que habia descubierto en su viaje, lo que habia creido tan impredecible, era en realidad previsto y anticipado por aquel hombre. No podia desprenderse de la idea de que, de algun modo, O'Connell se habia enterado de todo lo que el habia hecho.

Un gemido de rabia escapo de sus labios. Se aparto de la puerta, furioso, queriendo enfrentarse al hombre que creia estaba vigilando.

Entonces la puerta se abrio tras el. Era Sally.

Ella siguio la mirada de Scott. En ese segundo, comprendio lo que el estaba buscando.

– ?Crees que esta ahi fuera? -pregunto.

– Si -dijo Scott-. Y no.

– ?Te decides?

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