– ?Podreis hacer las cosas aqui anotadas sin hacer preguntas? -las interpelo-. No es mucho. Tengo que saberlo.

Catherine cogio la lista, la leyo rapidamente y se la entrego a Ashley.

– Creo que si -dijo.

– El guion esta escrito ahi. Voy a entregarte un telefono movil que perderas despues de hablar con el -dijo Sally-. Puedes improvisar, claro, pero tienes que dejar claros los puntos principales. ?Lo entiendes?

Ashley leyo el papel y asintio.

– ?Podre…?

– Parece el principio de una pregunta -la interrumpio Sally con una sonrisa triste-. El tema es que debes, repito, debes convencer a O'Connell. Tiene que creerselo. Nos parece que la furia, los celos y una pizca de indecision son la mezcla que lo animara. Si puedes encontrar una forma mejor de expresarlo, adelante. Pero el resultado debe ser exactamente el mismo. ?Entendido? Hope, tu padre y yo contamos con eso. ?Podras hacer tu parte, Ashley, carino? Mucho dependera de tu capacidad de persuasion.

– ?Mucho de que?

– Ah, otra pregunta. De momento no tendras respuesta. Mira ahi abajo. Numeros de telefono. Espero que los memorices, porque al final del dia este papel, y todo lo demas, sera destruido. Es todo por ahora.

– ?Ya esta? -pregunto Ashley.

– Se te pide que hagas una parte, tal como pediste. Pero no sabras el objetivo final. Ademas, no correras casi ningun riesgo. Digamos que tu exposicion al peligro sera muy limitada. Catherine, cuento con que lo comprendas. Y que cumplas con todo lo indicado en la lista.

– No se si me gusta -dijo Catherine-. No se si me gusta actuar a ciegas.

– Bueno, todos estamos en territorio inexplorado. Pero necesito estar segura al cien por cien de nuestras funciones.

– Lo haremos, vale, aunque no veo…

– Exacto: no ves. -Sally se detuvo en la puerta y las miro-. Me pregunto si comprendes cuanto te queremos - dijo-. Y lo que estamos dispuestos a hacer por ti.

Ashley asintio con la cabeza.

– Lo mismo podria decirse de Michael O'Connell -intervino Catherine-, y por eso estamos aqui.

Desde el Porsche, Scott llamo al padre de O'Connell por el movil que Sally le habia proporcionado. Sono tres veces antes de que el viejo respondiera.

– ?Senor O'Connell? -dijo Scott con tono profesional.

– ?Quien es? -Palabras pastosas, tras tres o mas cervezas.

– Soy Smith.

– ?Quien?

– Jones, si lo prefiere.

O'Connell solto una carcajada.

– Oh, si, claro. Eh, ese e-mail que me dio no funciona. Lo intente y me vino de vuelta.

– Un ligero cambio en los procedimientos motivado por cuestiones de seguridad. No se preocupe. -Scott suponia que O'Connell tenia un ordenador solo para acceder a las paginas web pornograficas-. Anote este numero de movil. -Leyo el numero.

– Vale, lo tengo. Pero no he sabido nada de mi chico, y no espero saberlo.

– Senor O'Connell, me consta que las cosas podrian cambiar. Creo que tendra noticias de el en breve. Cuando ocurra, llame a este numero inmediatamente. El interes de mi jefe por hablar con su hijo ha aumentado en los ultimos dias. Su necesidad se ha vuelto, digamos, mas urgente. Por tanto, como podra comprender, cuando usted haga esa llamada el se mostrara bastante mas generoso de lo previsto. ?Entiende lo que estoy diciendo?

O'Connell vacilo.

– Si -dijo-. Si el chico aparece las cosas saldran mejor para mi, lo entiendo. Pero, como le digo, no he sabido nada de el y…

– Tenga paciencia. Por el bien de todos -dijo Scott, y corto la comunicacion.

Echo atras la cabeza y bajo la ventanilla. Sentia que se ahogaba. La nausea casi se habia apoderado de el, pero, cuando intento vomitar, solo pudo toser en seco.

Tomo aire y miro la hoja que le habia dado Sally, con su lista de tareas. Habia algo terrible en su habilidad para organizar, para pensar con precision matematica algo tan dificil como lo que se disponian a acometer. Scott se sintio febril y la boca le sabia a bilis.

Creia que toda su vida habia girado en una periferia secundaria. Habia ido a la guerra, porque sabia que le correspondia a su generacion, pero luego dio un paso atras y se mantuvo a salvo. Las ensenanzas que impartia ayudaban a los estudiantes, pero no a si mismo. Su matrimonio habia sido un desastre humillante, salvo por Ashley. Y ahora, ya en la madurez, por primera vez se le pedia que hiciera algo verdaderamente excepcional, algo que rompia los cuidadosos limites que habia impuesto en su vida. Una cosa era actuar como un padre colerico y decir «Voy a matar a ese cabron» como simple desahogo. Y otra muy distinta era dar los pasos necesarios para matarlo efectivamente. Entonces vacilo y se pregunto si podria hacer algo mas que decir algunas mentiras al padre de O'Connell.

«Mentir -penso-. En eso soy bueno. Tengo mucha experiencia.»

Miro de nuevo la lista. Sabia que las palabras no iban a ser suficientes. Puso el coche en marcha y se dirigio a la primera ferreteria que encontro. Tarde, tal vez a medianoche, tenia que hacer un viaje hasta el aeropuerto. No esperaba dormir mucho en las horas siguientes.

Era media manana, y en la casa solo quedaban Catherine y Ashley. Sally se habia marchado vestida como para ir al despacho, con otras ropas guardadas en el maletin. Hope tambien habia salido como si no sucediera nada fuera de lo corriente, con la mochila al hombro. Ninguna de las dos les habia dicho nada sobre lo que les depararia el dia. Y tanto Catherine como Ashley habian visto una expresion furtiva en sus ojos.

Si Sally y Hope habian dormido bien la noche anterior, no se noto en sus gestos tensos y palabras cortantes. Se habian movido con una disciplina militar que sorprendio a Ashley. Nunca las habia visto comportarse con aquellos movimientos resueltos y aquellas miradas de acero.

Catherine entro resoplando.

– Algo se esta cociendo, querida -dijo. Traia en la mano el papel de Sally.

– Eso es expresarlo suavemente -respondio Ashley-. Maldita sea. No puedo quedarme fuera como una espectadora.

– Tenemos que seguir el plan. Sea cual sea.

– ?Cuando ha funcionado un plan elaborado por mis padres? -repuso Ashley, aunque advirtio que sonaba como una quinceanera petulante.

– Eso no lo se, pero Hope suele hacer exactamente lo que dice que va a hacer. Es solida como una roca.

Ashley asintio.

– Firme como un ladrillo -dijo-. Despues del divorcio, mi padre solia ponerme esa cancion de Jethro Tull en su aparato de musica y bailabamos por todo el salon. Era dificil encontrar cosas comunes, asi que empezaba a ponerme todo el rock and roll de los sesenta que tenia. Rolling Stones, Grateful Dead, los Who, Janis Joplin. Me enseno el baile drug, el watusi y el freddy. -Miro por la ventana, sin saber que su padre habia recordado lo mismo dias antes-. Me pregunto si el y yo volveremos a bailar alguna vez. Siempre pense que lo hariamos cuando me casara, delante de todos los invitados. Me sacaria y dariamos unas vueltas por la pista y todo el mundo aplaudiria. Yo con un largo vestido blanco, el con esmoquin. Cuando era pequena lo unico que queria era enamorarme. No una relacion triste y enojosa como la de mis padres, sino algo mas parecido a Hope y mi madre, excepto que seria un chico guapo, guapo de verdad. Y cuando le contaba esto a Hope, ?sabes?, siempre me decia que seria magnifico. Nos reiamos e imaginabamos vestidos de novia y flores y todas esas cosas de chicas. -Dio un paso atras-. Y mira, el primer hombre que me dice en serio que me ama, resulta una pesadilla.

– La vida es extrana -dijo Catherine-. Tenemos que confiar en que sepan lo que hacen.

– ?Crees que lo saben? -Ashley empuno el revolver y dijo-: Si tengo la oportunidad… -Entonces apunto a la lista-. Muy bien. Acto primero, escena primera. Entran por la derecha Ashley y Catherine. ?Cual es nuestra, primera intervencion?

Вы читаете El Hombre Equivocado
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ОБРАНЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату