humano, a ennoblecerlo a sus propios ojos. Asume que el futuro es una causa perdida y si el presente es todo lo que cuenta ahora, entonces debe ser un presente imbuido del espiritu del pasado. Por eso rehuye los telefonos moviles, los ordenadores y todos los objetos electronicos: porque se niega a tomar parte en las nuevas tecnologias. Por eso pasa los fines de semana tocando la bateria y otros instrumentos de percusion en un grupo de jazz de seis miembros: porque el jazz esta muerto y ya solo se interesan por el unos cuantos privilegiados. Por eso monto su negocio hace tres anos: porque queria defenderse. El Hospital de Objetos Rotos esta situado en la Quinta Avenida, en Park Slope. Flanqueado por una lavanderia automatica y una tienda de ropa de tiempos pasados, es un pequeno establecimiento comercial dedicado a la reparacion de objetos de una epoca a punto de desaparecer de la faz de la tierra: maquinas de escribir manuales, plumas estilograficas, relojes mecanicos, radios de valvulas, tocadiscos, juguetes de cuerda, maquinas de chicles de bola y telefonos de disco. Poco importa que el noventa por ciento de sus ingresos provenga de enmarcar cuadros. Su tienda presta un servicio unico e inestimable, y cada vez que trabaja en otro producto averiado de las antiguas industrias de hace medio siglo, pone en ello la pasion y fuerza de voluntad de un general librando una batalla.

Tangibilidad. Esa es la palabra que mas utiliza cuando discute sus ideas con los amigos. El mundo es tangible, afirma.

Los seres humanos son tangibles. Estan dotados de cuerpo, y como el cuerpo siente el dolor y padece la enfermedad y experimenta la muerte, la vida humana no ha cambiado ni un apice desde el comienzo de la humanidad. Si, el descubrimiento del fuego dio calor al hombre y acabo con la dieta de carne cruda; la construccion de puentes le permitio cruzar rios y corrientes sin mojarse los dedos de los pies; la invencion del aeroplano hizo posible que saltara oceanos y continentes mientras creaba fenomenos nuevos como el desfase horario y la proyeccion de peliculas durante el vuelo: pero aunque haya cambiado el mundo circundante, el hombre mismo no ha cambiado. Los hechos de la vida son constantes. Vivimos y despues morimos. Nacemos del cuerpo de una mujer y, si logramos sobrevivir a nuestro nacimiento, nuestra madre debe alimentarnos y cuidarnos para garantizar que sigamos viviendo, y todo lo que ocurre entre el momento del nacimiento y la muerte, toda emocion que nos embargue, todo arrebato de ira, toda oleada de deseo, todo acceso de llanto, todo ataque de risa, todo lo que sintamos a lo largo de nuestra vida tambien habran de haberlo sentido todos los que vinieron antes de nosotros, ya seamos cavernicolas o astronautas, ya habitemos en el desierto de Gobi o en el Circulo Polar Artico. Todo eso se le ocurrio en un subito y epifanico estallido cuando tenia dieciseis anos. Hojeando una tarde un libro ilustrado sobre los manuscritos del Mar Muerto, dio con unas fotografias de las cosas que habian descubierto junto con los manuscritos en pergamino: platos y servicios de mesa, cestas de paja, cazuelas, jarras, todo ello absolutamente intacto. Estudio con atencion las fotos durante unos momentos, sin llegar a comprender por que le parecian tan absorbentes aquellos objetos, y entonces, al cabo de unos instantes mas, acabo entendiendolo. Los dibujos ornamentales de los platos eran identicos a los de las vajillas del escaparate de la tienda de enfrente de su apartamento. Las cestas eran identicas a las que millones de europeos utilizan hoy para hacer la compra. Los objetos de las fotografias tenian dos mil anos de antiguedad, y sin embargo parecian nuevos, absolutamente contemporaneos. Esa fue la revelacion que cambio su manera de pensar sobre el tiempo humano: si una persona de hace dos mil anos, que vivia en un alejado reducto del Imperio romano, podia crear un utensilio domestico de aspecto exactamente igual al que se utiliza hoy dia, ?como podian ser su manera de pensar, su personalidad o sus sentimientos diferentes de los suyos propios? Esa es la historia que nunca se cansa de repetir a sus amigos, su argumento en contra de la creencia predominante de que las nuevas tecnologias modifican la conciencia del hombre. Microscopios y telescopios nos han permitido ver mas cosas que nunca, afirma el, pero en nuestra vida cotidiana sigue rigiendo la vision normal. El correo electronico es mas rapido que el postal, sostiene, pero en el fondo no es mas que otra forma de escribir cartas. Va desgranando un ejemplo tras otro. Es consciente de que los vuelve locos con sus conjeturas y opiniones, de que los aburre con sus largas y ociosas peroratas, pero se trata de cuestiones importantes para el y una vez que empieza, le resulta dificil parar.

Tiene una presencia voluminosa e imponente, de oso desalinado, con barba cerrada de color castano y pendiente de oro en el lobulo de la oreja izquierda; mide un metro noventa y con su anchura, que le hace andar como un pato, pesa ciento veinte kilos. Su uniforme diario consiste en unos mustios vaqueros negros, botas de trabajo amarillas y una camisa a cuadros de lenador. No se cambia con frecuencia de ropa interior. Hace ruido al masticar. No ha tenido suerte en el amor. Entre todas las ocupaciones de su vida, tocar la bateria es con la que mas disfruta. Fue un nino revoltoso, un alborotador indisciplinado y desmedido, de agresividad torpe y dispersa, y cuando sus padres le regalaron una bateria en su duodecimo aniversario, con la esperanza de que sus impulsos destructivos adquiriesen una forma distinta, su intuicion resulto acertada. Diecisiete anos despues, su coleccion ha pasado de las piezas basicas (caja, tam-tam 1 y 2, tamboril, bombo, platillo, platillos charleston) a incluir mas de dos docenas de tambores de diversas formas y tamanos procedentes de todas partes del mundo, entre los que se cuentan ejemplares de murumba, bata, darbuka, okedo, kalangu, rommelpot, bodhran, dhola, ingungu, koboro, ntenga y tabor. En funcion del instrumento, toca con baquetas, mazas o a mano limpia. Su armario de instrumentos esta lleno de accesorios como campanas tubulares, gongs, rombos, castanuelas, cencerros, campanillas, tablas de lavar y kalimbas, pero tambien toca con cadenas, cucharas, guijarros, papel de lija y sonajeros. El grupo con el que toca se llama Mob Rule, [1] y hacen un promedio de dos o tres conciertos al mes, principalmente en pequenos bares y clubs de Brooklyn y el bajo Manhattan. Si ganaran mas dinero, dejaria gustosamente todo lo demas y se pasaria el resto de la vida viajando por el mundo con ellos, pero apenas sacan lo suficiente para cubrir los gastos del local de ensayo. Le encanta el sonido aspero, discordante e improvisado que crean -el funk paliza, como a veces lo llama-, y no les faltan seguidores leales. Pero no son suficientes, ni de lejos, de modo que se pasa la manana y la tarde en el Hospital de Objetos Rotos, enmarcando carteles de cine y reparando reliquias fabricadas durante la ninez de sus abuelos.

Cuando Ellen Brice le hablo el verano pasado de la casa abandonada de Sunset Park, lo vio como una oportunidad de poner a prueba sus ideas, de ir mas alla de sus solitarios e inocuos ataques al sistema y participar en una accion comun. Es el paso mas audaz que ha dado hasta ahora y no tiene problemas para conciliar la ilegalidad de lo que estan haciendo con su derecho a hacerlo. Son tiempos desesperados para todo el mundo, y una casa de madera abandonada que se esta derrumbando en un barrio tan venido a menos como ese no es sino una clara invitacion para vandalos y piromanos, un adefesio que pide a gritos que fuercen la entrada para saquearla, una amenaza al bienestar de la comunidad. Al ocupar esa vivienda, sus amigos y el estan contribuyendo a la seguridad de la calle, haciendo la vida mas llevadera a las personas del barrio. Estamos a primeros de diciembre y ya llevan casi cuatro meses ocupando la casa ilegalmente. Como fue el quien tuvo la idea de instalarse alli y quien recluto a los combatientes del pequeno ejercito, ademas de ser el unico que sabe algo de carpinteria, fontaneria e instalacion electrica, es oficiosamente el cabecilla del grupo. No un amado jefe, quiza, sino un dirigente tolerado, pues todos son conscientes de que el experimento se vendria abajo sin el.

Ellen fue la primera persona a quien invito. Sin ella, nunca habria puesto los pies en Sunset Park ni descubierto la casa, y por tanto parecia apropiado concederle el derecho de ser la primera en negarse. Se conocian desde que eran pequenos, cuando iban a la escuela primaria en el Upper West Side, pero luego se perdieron de vista durante muchos anos, solo para descubrir siete meses antes que ambos vivian en Brooklyn y ademas en Park Slope, no muy lejos el uno del otro. Ellen entro una tarde en el Hospital para enmarcar algo, y aunque al principio no la reconocio (?podria alguien reconocer a una mujer de veintinueve anos a quien ha visto por ultima vez cuando era una nina de doce?), cuando escribio su nombre en la hoja de pedido comprendio al instante que se trataba de la Ellen Brice que habia conocido de nino. Que extrana resultaba la pequena Ellen Brice, ya mayor y trabajando en una agencia inmobiliaria de la Septima Avenida esquina con la calle Nueve, pintora en sus momentos de ocio lo mismo que el es musico en sus ratos libres, aunque el tiene un remedo de carrera y ella no. Aquella primera tarde en la tienda metio la pata con sus habituales preguntas amables pero faltas de tacto y pronto se entero de que seguia soltera, de que sus padres se habian jubilado y vivian en un pueblo costero de Carolina del Norte y de que su hermana estaba embarazada de gemelos. Su primer encuentro con Millie Grant aun quedaba a seis semanas de distancia en el futuro (la misma Millie a quien esta a punto de sustituir Miles Heller), y como Ellen y el estaban los dos oficialmente disponibles la invito a tomar una copa.

Nada salio de esa copa, ni de la cena a que la invito tres noches despues, pero cuando eran ninos tampoco habia habido nada entre ellos de manera que asi continuo siendo tambien en su edad adulta. Ambos estaban libres, sin embargo, y aun cuando no habia idilio alguno entre ellos, continuaron viendose de vez en cuando y empezaron a establecer una modesta amistad. A el no le importaba que no le hubiera gustado el concierto de Mob Rule al que asistio (el estruendoso caos de su trabajo no era para todo el mundo), ni tampoco le

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