parece pasar la prueba, pero a Miles le intriga que Angela no se haya molestado en llevar a nadie para que la acompane en esa velada, que por lo visto no tenga novio. El marido de Teresa esta muy lejos, naturalmente, y el ya contaba con que no tuviera compania masculina, pero ?por que Angela no ha invitado a un hombre para que cenara con ellos? A lo mejor no le gustan los hombres a la Senorita Guapa, piensa. Quizas el trabajo en el club Blue Devil le haya quitado las ganas de esas cosas.

Hace diez meses que el sargento Lopez no viene a casa, y la cena empieza con una oracion silenciosa para que siga sano y salvo. Momentos despues de empezar, todo el mundo alza la vista mientras Teresa sofoca una oleada de lagrimas. Pilar, sentada junto a ella, le rodea los hombros con el brazo y la besa en la mejilla. El vuelve a mirar al mantel y se resiste a dirigir sus pensamientos hacia Dios. Dios no tiene nada que ver con lo que esta ocurriendo en Irak, dice para sus adentros. Dios no tiene nada que ver con nada. Se imagina a George Bush y Dick Cheney de espaldas a un muro y fusilados, y entonces, por el bien de Pilar, por el de todos los presentes, espera que el marido de Teresa tenga la suerte suficiente para volver de una pieza.

Empieza a pensar que saldra de esta prueba sin que Angela provoque alguna situacion desagradable. Ya han dado cuenta de varios manjares, todo el mundo esta atacando el postre y despues, como gesto de buena voluntad, se ofrece a fregar los platos, a hacerlo el solo sin ayuda de nadie, y cuando haya lavado y secado los innumerables recipientes, vasos y utensilios, despues de restregar cacerolas y sartenes y colocarlo todo en los armarios, volvera a la sala de estar a buscar a Pilar, les dira que es tarde, que tiene que trabajar al dia siguiente y se marcharan, ellos dos solos, saldran tranquilamente por la puerta y se meteran en el coche antes de que nadie pronuncie una palabra mas. Un plan excelente, quiza, pero en el momento en que acaba su tarta de calabaza (nada de comida cubana hoy, todo estrictamente norteamericano, desde el enorme pavo con su relleno hasta la salsa de arandanos, pasando por las batatas y el postre tradicional), Angela deja el tenedor, se quita la servilleta del regazo y se pone en pie. Tengo que hablar contigo, Miles, le dice. Salgamos al patio, alli estaremos solos, ?vale? Es muy importante.

No es importante. Ni lo mas minimo. Angela necesita algo, eso es todo. Se acerca la Navidad y quiere que le cubra las necesidades otra vez. ?A que se refiere?, pregunta el. Cosas, contesta Angela. Como hizo el verano pasado. Imposible, niega el, robar va contra la ley y no quiere perder su trabajo.

Ya lo hiciste antes, le recuerda ella. No hay razon para que no puedas hacerlo otra vez.

Imposible, repite Miles. No puedo arriesgarme, no quiero lios.

Eres un mentiroso de mierda, Miles. Todo el mundo lo hace. Oigo historias, se lo que pasa. Ese trabajo de limpiar casas vacias es como entrar en unos grandes almacenes. Pianos de cola, barcos de vela, motocicletas, joyas, toda clase de cosas caras. Los operarios arramblan con todo lo que pueden afanar.

Yo no.

No te estoy pidiendo un velero. Y ?para que quiero un piano si ni siquiera se tocar? Solo cosas bonitas, ?sabes lo que te digo? Cosas buenas. Que me hagan feliz.

Te has equivocado de puerta, Angela.

Pero mira que eres idiota, ?eh, Miles?

Vayamos al grano. Supongo que tratas de decirme algo, pero lo unico que oigo son tonterias.

?Te has olvidado de la edad que tiene Pilar?

No lo diras en serio…

?No?

No te atreverias. Es tu hermana, ?recuerdas?

Una llamada a la poli y estas frito, amigo mio.

Corta el rollo. Pilar te escupiria en la cara. No volveria a dirigirte la palabra.

Piensa en esas cosas, Miles. Objetos bonitos. Grandes montones de cosas bonitas. Es mucho mejor que pensar en la carcel, ?no te parece?

De vuelta a casa en el coche, Pilar pregunta de que queria hablarle Angela, pero el evita contarle la verdad; no quiere que sepa el desprecio que siente por su hermana, lo mucho que la odia. Murmura algo sobre la Navidad, un plan secreto que estan tramando entre los dos y que concierne a toda la familia, pero no puede decir ni una palabra porque Angela le ha hecho prometer que guardara silencio hasta nuevo aviso. Eso parece satisfacer a Pilar, que sonrie ante la perspectiva de esa grata sorpresa que las aguarda a todas, y cuando se encuentran a mitad de camino del apartamento, ya no hablan de Angela, sino que cambian impresiones sobre Eddie. Pilar lo encuentra simpatico y nada mal parecido, pero se pregunta si sera lo bastante espabilado para Maria, ante lo cual el no ofrece comentario alguno. En su opinion, la cuestion es si Maria es lo bastante espabilada para Eddie, pero no tiene la menor intencion de ofender a Pilar insultando la inteligencia de su hermana. En lugar de eso, extiende la mano derecha y empieza a acariciarle el pelo, mientras le pregunta que le parece el libro que le ha dejado esta manana, Dublineses.

Al dia siguiente Miles va a trabajar, convencido de que la amenaza de Angela no es sino un farol, un desagradable numerito concebido para minar su resistencia y conseguir que vuelva a robar cosas para ella. No va a caer en esa maniobra tan absurda y transparente, y aunque lo maten no le dara absolutamente nada: ni un palillo, ni una servilleta de papel usada ni siquiera un pedo de Paco.

El domingo por la tarde, Pilar va a casa de las Sanchez a pasar un par de horas con sus hermanas. Una vez mas, no le apetece ir con ella y se queda en el apartamento para preparar la cena mientras ella esta fuera (el es quien hace la compra y la comida), y cuando vuelve a las seis, Pilar le comunica que Angela le ha dicho que no se olvide del acuerdo que tienen entre los dos. Dice que no puede esperar eternamente, anade Pilar, repitiendo las palabras de su hermana con una expresion confusa e inquisitiva en los ojos. ?Que demonios quiere decir con eso?, le pregunta. Nada, contesta Miles, desechando la nueva amenaza con un brusco movimiento de cabeza. Absolutamente nada.

Dos dias mas de trabajo, tres, cuatro dias mas, y entonces, a ultima hora del viernes, justo despues de acabar la ultima operacion de limpieza de la semana, mientras se aleja de otra casa vacia y cruza la calle para ir al coche, ve a dos individuos apoyados en las puertas delantera y trasera del Toyota rojo, dos hombres voluminosos, uno anglosajon y el otro latino, dos tipos muy corpulentos con aspecto de defensas de futbol americano, culturistas profesionales o gorilas de club nocturno, y si son gorilas, concluye, quiza trabajen en un establecimiento llamado Blue Devil. Lo mas sensato seria dar media vuelta y echar a correr, pero ya es demasiado tarde, esos dos lo han visto acercarse y si se lanza a la carrera solo lograra empeorar las cosas, porque no cabe la menor duda de que al final acabaran atrapandolo. No es que el sea un alfenique ni que rehuya las peleas. Mide casi uno noventa, pesa noventa kilos y al cabo de anos de trabajar en tareas que le han exigido mas esfuerzo fisico que mental esta en una forma mas que pasable: fornido, musculoso, atletico. Pero no tanto como cualquiera de los dos tipos que lo aguardan, y como son dos contra uno, solo le queda la esperanza de que hayan venido a hablar y no para demostrar sus dotes combativas.

?Miles Heller?, pregunta el anglosajon.

? Que puedo hacer por ustedes?, pregunta el.

Tenemos un mensaje de parte de Angela.

?Por que no me lo da ella misma?

Porque no la escuchas cuando te habla. Piensa que prestaras mas atencion si nosotros te damos el recado de su parte.

Vale, escucho.

Angela esta cabreada y empieza a perder la paciencia. Dice que tienes una semana mas y que si para entonces no respondes, cogera el telefono y hara esa llamada. ?Entendido?

Si, lo he entendido.

?Seguro?

Si, si, seguro.

?Seguro, seguro?

Si.

Bien. Pero solo para asegurarme de que no vas a olvidar que estas seguro, te voy a hacer un regalito. Como si fuera un cordel de esos que se atan en el dedo cuando quieres acordarte de algo. ?Sabes a lo que me refiero?

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