nada salvo Pilar, y cuando llegue el momento, es decir, cuando pase un poco mas de tiempo y ella cumpla otro ano, le pedira que se case con el. No esta nada claro que acepte, pero tiene toda la intencion de pedirselo. Esa es la respuesta a la carta de Bing. Pilar.

El problema consiste en que Pilar no es solo Pilar. Es miembro de la familia Sanchez, y aunque sus relaciones con Angela esten un tanto tirantes en este momento sigue tan unida como siempre a Maria y Teresa. Las cuatro chicas continuan de luto por sus padres, y por mucho carino que Pilar le tenga, su familia sigue siendo lo primero. Despues de vivir con el desde el mes de junio, ha olvidado lo resuelta que estaba a volar del nido. Siente nostalgia de su vida anterior y no pasa una semana sin que vaya al menos dos veces a casa de sus hermanas. El rara vez la acompana, lo menos posible. Maria y Teresa son corteses y hablan sin parar de cosas inocuas, compania aceptable pero pesada durante mas de una hora seguida, y Angela, que es todo lo contrario de aburrida, no le cae bien. No le gusta el modo en que lo mira, observandolo con una extrana combinacion de desprecio y seduccion en los ojos, como si no llegara a creerse que su hermana haya sido capaz de pillarlo: no es que ella tenga el menor interes por el (?como podria alguien interesarse por un mugriento operario que se dedica a sacar basura de casas abandonadas?); se trata de una cuestion de principio, porque la razon dicta que el se sienta atraido por ella, la hermana guapa, cuya funcion en la vida es la de ser una mujer atractiva y ver como los hombres se prendan de ella. Eso ya es malo de por si, pero aun pesa sobre el el recuerdo de los sobornos con que la compro el verano pasado, los incontables regalos robados que le hizo diariamente durante una semana, y aunque fue por una buena causa, no puede evitar un sentimiento de repulsion por la avidez de Angela, su ansia inagotable por esos objetos estupidos y desagradables.

El 27, deja que Pilar lo convenza para ir a casa de las Sanchez a la cena de Accion de Gracias. Acepta sabiendo que es un error, pero quiere tenerla contenta y sabe que si no va se quedara en el apartamento rumiando su mal humor hasta que ella vuelva. Durante la primera hora, todo va razonablemente bien y se sorprende al descubrir que en el fondo se esta divirtiendo. Mientras las cuatro chicas preparan la comida en la cocina, sale al patio con el novio de Maria, un mecanico de coches de veintitres anos llamado Eddie, a echar un ojo al pequeno Carlos. Eddie resulta ser aficionado al beisbol, un estudioso del juego, instruido y bien informado, y a consecuencia del reciente fallecimiento de Herb Score entablan conversacion sobre el tragico destino de varios lanzadores a lo largo de las ultimas decadas.

Empiezan a hablar de Denny McLain, de los Detroit Tigers, el ultimo hombre que gano treinta partidos y sin duda el ultimo que hara una cosa asi, el mejor lanzador estadounidense de 1965 a 1969, cuya carrera quedo destruida por un afan compulsivo por el juego y cierta tendencia a incluir gansteres en su circulo de amistades. Desaparecido de la escena cuando tenia veintiocho anos, mas adelante fue a la carcel por trafico de drogas, estafa y extorsion, se hincho a comer hasta lograr un colosal peso de ciento cincuenta kilos, y en los noventa volvio a prision por robar dos millones y medio de dolares del fondo de pensiones de la empresa en que trabajaba.

El se lo busco, concluye Eddie, asi que no me da lastima. Pero fijate en un tio como Blass. ?Que cono le paso?

Se refiere a Steve Blass, que jugo con los Pittsburgh Pirates desde mediados de los sesenta a mediados de los setenta, sistematico ganador de dos digitos, lanzador estrella de la serie mundial de 1971, que siguio jugando y en 1972 realizo su mejor temporada (19-8, 2,49 de promedio de carreras limpias permitidas), y entonces, nada mas acabar aquella misma temporada, el ultimo dia del ano, Roberto Clemente, su futuro companero del Salon de la Fama, se mato en un accidente de aviacion cuando iba a entregar paquetes de ayuda humanitaria a los supervivientes de un terremoto en Nicaragua. A la temporada siguiente, Blass era incapaz de lanzar strikes. Habia perdido su excelente control de antes, lo eliminaba un bateador tras otro -ochenta y cuatro veces en ochenta y nueve entradas- y su registro cayo a 3-9 con 9,85 de promedio de carreras limpias permitidas. Volvio a intentarlo al ano siguiente, pero al cabo de un partido (cinco entradas lanzadas, siete bateadores con base por bolas), dejo para siempre el juego. ?Fue la muerte de Clemente la causante del subito desplome de Blass? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero, segun Eddie, en los circulos del beisbol casi todo el mundo cree que Blass padecia algo llamado «culpa del superviviente»: sentia un carino tan grande por Clemente que sencillamente no pudo continuar despues de la muerte de su amigo.

Al menos Blass tuvo seis o siete anos buenos, dice Miles. Piensa en el pobre Mark Fidrych.

Ah, contesta Eddie, Mark Fidrych, el Pajaro, y entonces empiezan a ensalzar la breve y rutilante carrera de la subita figura que deslumbro al pais por espacio de unos meses asombrosos, el muchacho de veintiun anos que tal vez fue la persona mas encantadora que jamas jugo al beisbol. Nadie habia visto nunca nada igual -un lanzador que hablaba con la pelota, que se hincaba de rodillas y alisaba el polvo del monticulo, cuyo inquieto ser parecia electrizado por continuas sacudidas de frenetica y nerviosa energia-; no parecia un hombre, sino una maquina con forma humana en perpetuo movimiento. Durante una temporada fue predominante: 19-9, un 2,34 de promedio de carreras limpias permitidas, primer lanzador en el Juego de las Estrellas de las grandes ligas, novato del ano. Meses despues, se lesiono el cartilago de la rodilla mientras andaba haciendo el payaso por los exteriores en los entrenamientos de primavera, y luego, peor aun, se rompio el hombro nada mas empezar la temporada oficial. El brazo se le quedo muerto y El Pajaro desaparecio tal cual: de lanzador a ex lanzador en un abrir y cerrar de ojos.

Si, dice Eddie, una pena, pero ni punto de comparacion con lo que le paso a Donnie Moore.

No, ni punto de comparacion, conviene Miles asintiendo con la cabeza.

Es lo bastante mayor como para haber vivido personalmente esa peripecia, y aun recuerda la asombrada expresion en los ojos de su padre cuando alzo la vista del periodico en el desayuno veinte anos atras y anuncio que Moore habia muerto. Donnie Moore, un lanzador de relevo de los California Angels, fue convocado al campo para cerrar la novena entrada frente a los Boston Red Sox en el quinto partido de la serie de campeonato de la liga americana de 1986. Los Angels llevaban una carrera de ventaja, estaban a punto de ganar su primer banderin, pero con dos eliminados y un corredor en primera base Moore realizo uno de los lanzamientos mas desafortunados jamas vistos en los anales del deporte: el que Dave Henderson, jardinero del Boston, saco del campo para hacer un cuadrangular, el que cambio el curso del partido y condujo a la derrota de los Angels. Moore nunca se recobro de la humillacion. Tres anos despues de aquel lanzamiento que le cambio la vida, ausente ya del beisbol, acosado por problemas economicos y conyugales, tal vez loco de remate, Moore entablo una discusion con su mujer en presencia de sus tres hijos. Saco una pistola, disparo tres tiros a su mujer sin causarle la muerte y luego volvio el arma contra si mismo y se volo la tapa de los sesos.

Eddie mira a Miles y sacude la cabeza, incredulo. No lo entiendo, afirma. Lo que hizo no fue peor que lo de Branca con aquel lanzamiento a Thomson en el cincuenta y uno. Pero Branca no se suicido, ?verdad? Ahora Thomson y el son amigos, recorren juntos el pais firmando puneteros bates de beisbol y en todas las fotos salen sonriendose uno al otro, dos viejales estupidos sin ninguna preocupacion en el mundo. ?Por que no anda Donnie Moore por ahi, firmando bates con Henderson, en vez de yacer en su tumba?

Miles se encoge de hombros. Cuestion de caracter, sugiere. Cada hombre es distinto de todos los demas y cuando ocurren cosas horribles, cada cual reacciona a su manera. Moore se volvio chaveta. Branca no.

Le resulta tranquilizador hablar de esas cosas con Eduardo Martinez a la luz de la ultima hora de la tarde en este jueves de Accion de Gracias, y aunque el tema pueda considerarse un tanto sombrio -historias de fracaso, decepcion y muerte-, el beisbol es un universo tan vasto como la vida, y por tanto todas las cosas de la vida, ya sean buenas o malas, tragicas o comicas, caen dentro de su ambito. Hoy estan examinando casos de desesperacion y esperanzas malogradas, pero la proxima vez que se vean (suponiendo que vuelvan a encontrarse), podrian pasarse la tarde entera con montones de anecdotas divertidas que les darian dolor de estomago de tanto reir. Eddie le parece un chaval serio, bienintencionado, y le emociona que el nuevo novio de Maria se haya puesto chaqueta y corbata para ir ese dia de fiesta a casa de las Sanchez, que se acabe de cortar el pelo y que el aire este inundado del aroma a la colonia que se ha echado para la ocasion. El muchacho es una compania agradable, pero tan agradable como util es el simple hecho de que Eddie se encuentre alli, de que se le haya proporcionado un aliado masculino en ese pais de mujeres. Cuando los llaman para cenar, la presencia de Eddie en la mesa parece neutralizar la hostilidad de Angela hacia el, o al menos desviar su atencion y reducir la cantidad de miradas desafiantes que normalmente suele dirigirle. Ahora hay otro a quien mirar, otro desconocido que calibrar y juzgar, a quien considerar digno o indigno de otra de sus hermanas menores. Eddie

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