habitos de lectura y opiniones. En el informe que Alice ayudo a redactar a Paul no mucho despues de empezar a trabajar alli, el PEN exige ahora las siguientes medidas: ampliar las garantias a librerias y bibliotecas publicas menoscabadas por la Ley Patriotica; restringir el uso de las Cartas de Seguridad Nacional; limitar el alcance de los programas de vigilancia secreta; el cierre de Guantanamo y de todas las carceles secretas existentes; el fin de la tortura, las detenciones arbitrarias y el envio de presos a otros paises; la ampliacion de los programas de reasentamiento para escritores iraquies en peligro. El dia que la contrataron, Paul y Linda le dijeron que no se alarmase por los ruiditos metalicos que oiria al hablar por telefono. Las lineas del PEN estaban pinchadas, y tanto el gobierno estadounidense como el chino se habian introducido en sus ordenadores.
Es el primer lunes del nuevo ano, 5 de enero, y acaba de hacer el trayecto hasta Manhattan para iniciar otro turno de cinco horas en el cuartel general del PEN. Hoy trabajara desde las nueve de la manana hasta las dos de la tarde, momento en el cual volvera a Sunset Park para invertir unas cuantas horas mas en la tesis, obligandose a permanecer sentada frente al escritorio hasta las seis y media y escribir a duras penas un par de parrafos sobre
Sigue pensando en su novio mientras sale del ascensor en el tercer piso, y se pregunta si ha llegado finalmente el momento de enfrentarse a el o si debe postergarlo un poco mas, esperar hasta que los dos kilos que perdio en diciembre se conviertan en cuatro, en seis, en tantos como pueda antes de dejar de contar. Paul ya esta sentado a su escritorio, hablando por telefono, y la saluda con la mano desde el otro lado del panel de cristal que separa su despacho de la otra sala, donde se encuentra su pequeno y atestado escritorio, al que ahora se sienta para encender el ordenador. Linda llega un par de minutos despues, con las mejillas encendidas por el aire frio de la manana, y antes de quitarse el abrigo y ponerse a trabajar se acerca a Alice, le planta un besazo en la mejilla izquierda y le desea feliz ano nuevo.
Paul emite un grunido desde el interior de su despacho, un ruido que podria significar sorpresa, decepcion o abatimiento, no esta claro; Paul suele emitir sonidos confusos cuando cuelga el telefono, y mientras Alice y Linda se vuelven a mirar por el panel de cristal, ya se ha puesto en pie y se dirige hacia ellas. Ha ocurrido una novedad. El 31 de diciembre, las autoridades chinas han permitido que Liu Xiaobo reciba la visita de su mujer.
Ese es su nuevo caso, el mas urgente de su actual orden del dia, y desde la detencion de Liu Xiaobo a principios de diciembre apenas han trabajado en otra cosa. Tanto Paul como Linda son pesimistas sobre el futuro inmediato, ambos estan seguros de que la Direccion de Seguridad Publica de Pekin retendra a Liu hasta recabar contra el suficientes pruebas para acusarlo formalmente de «incitar a la subversion contra la autoridad del Estado», lo que podria dar con sus huesos en la carcel durante quince anos. Su delito: escribir en colaboracion un documento titulado Carta 08, una declaracion que pedia reformas politicas, mas respeto a los derechos humanos y el fin del partido unico en China.
Liu Xiaobo empezo su carrera como critico literario y catedratico en la Universidad Normal de Pekin, una figura lo bastante importante como para trabajar de profesor visitante en una serie de centros educativos extranjeros, en concreto la Universidad de Oslo y la Universidad de Columbia de Nueva York, la misma de Alice, la universidad en que piensa doctorarse, y el activismo de Liu se remonta a 1989, el ano de los anos, el ano en que cayo el Muro de Berlin, el ano de la
Alice pasa la manana y las primeras horas de la tarde escribiendo correos electronicos a centros PEN de todo el mundo, recabando apoyos para la protesta masiva que Paul quiere organizar en defensa de Liu. Alice trabaja con una especie de fervor justiciero, pues sabe que hombres como Liu Xiaobo constituyen los cimientos de la humanidad, que pocos hombres o mujeres tienen coraje suficiente para levantarse y arriesgar su vida por los demas, y a su lado el resto de nosotros no somos nada, vamos por ahi encadenados por nuestra debilidad, indiferencia y tediosa conformidad, y cuando un hombre como ese esta a punto de ser sacrificado por su fe en los demas, estos deben hacer todo lo posible por salvarlo, y aunque Alice rebosa de indignacion mientras trabaja, tambien lo hace con una especie de desesperacion, siente la inutilidad del empeno que estan a punto de iniciar, sabe que, por grande que sea, su colera no va a cambiar los planes de las autoridades chinas, y aunque el PEN pueda movilizar a un millon de personas que toquen tambores por todo el planeta, pocas posibilidades hay de que sus redobles lleguen a oirse.
Se salta el almuerzo y continua trabajando sin parar hasta la hora de marcharse, y cuando sale del edificio y se dirige al metro, continua bajo el conjuro del caso de Liu Xiaobo, sigue tratando de figurarse como interpretar la visita de su mujer en Nochevieja, el mismo momento que ella paso con Jake y un grupo de amigos en el Upper West Side, besandose todos a las doce de la noche, una costumbre estupida, aunque a ella le gusta de todos modos, le encanto recibir un beso de cada uno y ahora se pregunta, mientras baja las escaleras del metro, si la policia china permitio que la mujer de Liu se quedara con el hasta medianoche, y en ese caso, si ella beso a su marido al dar las doce, suponiendo que los dejaran besarse en primer lugar, y si se lo permitieron, como habria sido besar a su marido en esas circunstancias, con la policia vigilandola y sin garantias de volver a verlo otra vez.
Normalmente lleva un libro para leer en el metro, pero esta manana se ha quedado durmiendo media hora mas y con las prisas por salir de casa a tiempo para el trabajo se olvido de cogerlo, y como el convoy viene casi vacio a las dos y cuarto de la tarde, no hay a bordo gente suficiente para pasar el trayecto de cuarenta y cinco minutos observando a los demas pasajeros, un apreciado pasatiempo neoyorquino, sobre todo para alguien que se ha criado en el Medio Oeste y se ha trasladado a Nueva York, y con nada que leer y sin caras suficientes que estudiar, busca en el bolso, saca un cuaderno pequeno y anota algunas observaciones sobre el pasaje que piensa escribir al llegar a casa. Al regresar, los soldados no solo estan distanciados de sus mujeres, argumenta, sino que ya no saben como hablar con sus hijos. Al principio de la pelicula hay una escena que marca el tono de esa brecha generacional y eso es lo que va a abordar hoy, esa misma escena en la cual Fredric March entrega a su hijo, en edad de ir al instituto, sus trofeos de guerra: una espada de samurai y una bandera japonesa, y Alice encuentra insolito pero perfectamente adecuado que al muchacho no le interesen esas cosas, que prefiera hablar de Hiroshima y la perspectiva de la aniquilacion nuclear que de los regalos que le hace su padre. Su espiritu ya mira al futuro, a la siguiente guerra, como si la que acaba de librarse ya perteneciera al pasado remoto, y en consecuencia no hace preguntas a su padre, no siente la suficiente curiosidad como para enterarse de como ha conseguido esos trofeos, y una escena en que cualquiera se habria imaginado que el chico quisiera oir a su padre hablar de sus aventuras en el campo de batalla termina con el muchacho olvidando llevarse la espada y la bandera cuando sale de la habitacion. El padre no es un heroe a ojos de su hijo: solo un personaje anticuado de una epoca pasada. Un poco despues, cuando March y Myrna Loy se quedan solos en la habitacion, el se vuelve hacia ella y dice: Da miedo. Loy: ?El que? March: ?La juventud! Loy: ?Es que no habia gente joven en el ejercito? March: No. Todos eran viejos…, como yo.
Miles Heller es viejo. La idea le viene de pronto, pero una vez que se asienta en su