del garaje del hotel, habia sido accidental y podia desecharse. Era previsible que la reaccion de McDermott al enterarse de la ausencia del jefe de detectives, fuera explosiva. Pero en si misma, no revelaria el destino de Ogilvie ni la razon de su partida.

Por supuesto que era posible que cualquier otra causa hubiera provocado alguna alarma desde anoche, y que ahora mismo Ogilvie y el «Jaguar» fueran objeto de una activa busqueda. Pero segun la informacion radiada, parecia poco probable.

En conjunto, la perspectiva parecia brillante, en especial cuando pensaba en el dinero ya guardado, y en el que tenia que recoger en Chicago, manana.

Ahora solo tenia que esperar que oscureciera.

14

El alborozado estado de animo de Keycase Milne persistia durante la tarde. Reforzada su confianza cuando poco despues de las cinco de la tarde, con cautela, se acerco a la Presidential Suite.

Habia utilizado otra vez la escalera de servicio desde el octavo hasta el noveno piso. El duplicado de la llave hecho por el cerrajero de Irish Channel, se hallaba en su bolsillo.

El corredor de la Presidential Suite estaba vacio. Se detuvo frente a las dobles puertas tapizadas de cuero, escuchando con atencion, pero no pudo oir ningun ruido.

Miro a ambos lados del corredor; luego, con un solo movimiento, saco la llave y la probo en la cerradura. De antemano habia echado polvo de grafito en ella, como lubricante. Entro, se atasco momentaneamente, luego giro. Keycase abrio una de las puertas dobles, dos centimetros. No hubo ningun ruido desde dentro. Cerro con cuidado la puerta y quito la llave.

No tenia intenciones de entrar ahora en la suite. Eso vendria luego. Por la noche.

Su proposito habia sido efectuar un reconocimiento y asegurarse de que la llave servia y estaba lista para cuando decidiera utilizarla. Mas tarde comenzaria su vigilancia, a la espera de la oportunidad que su plan habia previsto.

Por ahora, volvio a su habitacion en el octavo piso, y alli, poniendo en hora el despertador, se dispuso a dormir.

15

Fuera oscurecia. Peter McDermott, excusandose, se levanto de su escritorio para encender las luces. Volvio para encarar una vez mas al hombre tranquilo, vestido de franela, que estaba frente a el. El capitan Yolles, de la Oficina de Investigaciones de la Policia de Nueva Orleans, tenia menos aspecto de policia que ningun otro que hubiera visto Peter. Continuo escuchando con cortesia las conjeturas y sucesos que le relataba Peter, como el gerente de un Banco podria considerar una solicitud de prestamo. Solo una vez durante el largo discurso, el detective lo habia interrumpido para preguntar si podia hablar por telefono. Informado de que podia hacerlo, utilizo una extension en el otro extremo de la oficina y hablo en voz tan baja que Peter no oyo nada de lo que dijo.

La ausencia de reaccion a sus palabras tuvo el efecto de reavivar las dudas de Peter.

– No estoy seguro de que todo o algo de esto tenga sentido -observo Peter al final-. En realidad, comienzo a sentirme un poco tonto.

– Si mucha gente corriera ese riesgo, mister McDermott, haria que el trabajo de la Policia fuese bastante mas facil. -Por primera vez el capitan Yolles saco un bloc y lapiz.- Si resultara cierto algo de esto, como es natural, necesitariamos un informe completo. Entretanto, hay algunos detalles que me gustaria conocer. Uno es el numero de la matricula del coche.

El dato estaba en un memorandum de Flora, confirmando su informacion anterior. Peter lo oyo en voz alta y el detective copio el numero.

– Gracias. Lo otro es una descripcion fisica de ese hombre, Ogilvie. Lo conozco, pero quiero que usted me lo describa.

– Eso es facil. -Por primera vez sonrio Peter.

Al terminar la descripcion, sono el telefono. Peter respondio y luego acerco el telefono al capitan.

– Es para usted.

Esta vez pudo oir el final de la conversacion del detective que consistia en su mayor parte en repetir «Si, senor» y «Comprendo».

En determinado momento el detective levanto la mirada y sus ojos sopesaron a Peter. Respondio a su interlocutor:

– Diria que se puede confiar en el. -Una sonrisa plego su rostro.- Esta preocupado, tambien.

Repitio la informacion concerniente al numero del coche y a la descripcion de Ogilvie. Luego colgo.

– Tiene razon; estoy preocupado. ?Piensa ponerse en contacto con el duque y la duquesa de Croydon?

– Todavia no. Me gustaria algo mas concreto. -El detective miro a Peter, pensativo.- ?Ha visto los diarios de la tarde?

– No.

– Ha habido un rumor que publica el States-ltem, acerca de que el duque de Croydon sera nombrado embajador britanico en Washington.

Peter silbo por lo bajo.

– Acaban de decir por radio, segun dice mi jefe, que esa designacion ha sido confirmada oficialmente.

– ?Eso significa que habra algun tipo de inmunidad diplomatica?

– No, por algo que haya sucedido con antelacion -aclaro el detective-. Si sucedio…

– Pero una acusacion falsa…

– Seria grave en cualquier caso, especialmente en este. Por eso nos movemos con cautela, McDermott.

Peter considero que seria malo para el hotel y para el mismo si se filtrara algo y se enteraban de una investigacion, en caso de que los Croydon fueran inocentes.

– Si lo puede tranquilizar un poco -explico el capitan Yolles-, le dire algo. Nuestra gente ha hecho algunas conjeturas desde que telefonee la primera vez. Piensan que su hombre, Ogilvie, puede estar tratando de sacar el coche del Estado, quizas a algun lugar del Norte. Desde luego, no sabemos en que forma encaja esto con los Croydon.

– Yo tampoco lo puedo imaginar.

– Es posible que saliera anoche, despues que usted lo vio, y se oculte durante el dia. Estando el coche en las condiciones que esta, sabe que no puede viajar a la luz del dia. Esta noche, si aparece, estaremos listos. Ahora mismo se esta difundiendo la alarma a doce Estados.

– ?Entonces usted le atribuye seriedad a esto?

– Le dije que habia dos cosas -el detective senalo el telefono-. Una de las razones de la ultima llamada fue para decirme que tenemos un informe del laboratorio estatal sobre los vidrios rotos y el aro que nuestra gente encontro en la escena del accidente, el lunes pasado. Hubo cierta dificultad sobre un cambio de especificaciones del fabricante, motivo por el que se tardo tiempo. Pero ahora, sabemos que los vidrios y el aro pertenecen a un «Jaguar».

– ?Como pueden estar tan seguros?

– Todavia podemos hacer algo mejor, McDermott. Si conseguimos el coche que mato a la mujer y a la nina, lo probaremos sin sombra de duda.

El capitan Yolles se levanto para retirarse. Peter lo acompano hasta la oficina exterior. Se sorprendio al ver a Herbie Chandler esperando; luego recordo las instrucciones que habia dado para que el jefe de botones se presentara por la tarde o el dia siguiente. Despues de lo ocurrido despues del mediodia, estuvo tentado de

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