su despacho un antiguo companero de universidad, actualmente adjunto del fiscal. Llamaria desde alli, pues las cabinas publicas no eran de fiar, ya que, cuando no estaban estropeadas, reclamaban justamente aquellas monedas que no tenia.
Nastia no acostumbraba a dejarse guiar por la primera impresion a la hora de formarse una opinion de la gente. Pero Boris Kartashov le cayo bien desde el momento en que le vio.
Cuando le abrio la puerta a ese gigante de casi dos metros de estatura, vestido con tejanos, una camisa de franela a cuadros blancos y azules y un jersey de pelo de camello gris marengo, Nastia intento contener la sonrisa pero no pudo y rompio a reir a carcajadas. Le saltaron las lagrimas y, sacudida por los accesos de risa, dio gracias a Dios por no haberse puesto el rimel, pues se le hubiese llenado la cara de regueros negros.
– ?Que le pasa? -pregunto el dueno del piso sobresaltado.
Nastia se limito a agitar la mano. Se quito la chaqueta y se la tendio a Kartashov, quien al instante ya estaba retorciendose de risa y sollozando espasmodicamente. Nastia llevaba puestos unos tejanos y una camisa blanca y azul identicos a los suyos, aunque su jersey de pelo de camello era un punto mas claro que el de Boris.
– Ni que nos hubieran fabricado en la misma incubadora -dijo Kartashov entrecortadamente-. Jamas hubiese creido que visto igual que los policias criminales. Pase, haga el favor.
Al ver el piso del pintor, Nastia se pregunto por que Gordeyev le habia tildado de bohemio. El novio de Vica Yeriomina no tenia nada de bohemio, ni en su fisico ni en su atuendo. Pelo corto y bastante espeso, aunque en la coronilla asomaba ya una incipiente calva; un bigote cuidadosamente mantenido, una nariz grande, que tal vez podria haber sido algo mas pequena, y un cuerpo atletico de deportista. No observo la menor senal de desalino ni en su aspecto ni en el piso. Todo lo contrario, los muebles eran comodos y tradicionales. Junto a la ventana habia un gran escritorio, encima del cual se apilaban bocetos y dibujos terminados.
– ?Le apetece un cafe?
– Me encantaria -respondio con alegria Nastia, que nunca conseguia aguantar mas de dos horas sin tomarse uno.
Se sentaron en la cocina, que era limpia y acogedora, y estaba decorada en tonos beige y marron claro; a Nastia tambien le gusto. Comprobo complacida que el cafe era fuerte y tenia buen sabor, que el dueno de la casa manejaba la cafetera turca con agilidad y presteza y, a pesar de lo imponente de su mole, tenia movimientos graciosos y ligeros.
– Hableme de Vica -le pidio.
– ?Que quiere saber exactamente? ?Lo de su enfermedad?
– No, empiece por el principio. ?Como fue a parar al orfanato?
Vica Yeriomina tenia tres anos cuando ingreso en el orfanato despues de que su madre fue condenada a seguir un tratamiento forzoso por su alcoholismo. Unos meses mas tarde, Yeriomina madre fallecia en el centro medico-laboral a consecuencia de la intoxicacion con el alcohol industrial que habia llegado a sus manos de manera inexplicable. La madre de la nina nunca habia estado casada y otros familiares, si los hubo, no se dieron a conocer, por lo que Vica tuvo que ingresar primero en una casa cuna y luego en un internado. Se hizo mayor, curso estudios en una escuela de formacion profesional, obtuvo el titulo de pintora decoradora, empezo a trabajar y le concedieron una plaza en la residencia obrera. Durante la jornada laboral le daba duro a la brocha y en su tiempo libre sacaba todo el partido que podia a su extraordinaria y llamativa belleza. Asi siguieron las cosas durante mucho tiempo, hasta que, hacia mas o menos dos anos y medio, vio en un periodico un anuncio; decia que una empresa buscaba una senorita no mayor de veintitres anos para cubrir una vacante de secretaria. Vica tenia suficiente cinismo para comprender por que razon el anuncio mencionaba la edad. Compro varios periodicos de anuncios, los leyo con atencion y selecciono las ofertas de empleo dirigidas a chicas jovenes de buena presencia. Asi fue como entro a trabajar en aquella empresa.
– ?Cuando la conocio?
– Hace mucho tiempo, cuando era todavia pintora de brocha gorda. Estaba trabajando en el piso de al lado. Al principio venia aqui a tomar te durante los descansos. Un dia se ofrecio a prepararme la comida, dijo que sabia cocinar y que tenia muchas ganas de guisar para un hombre y no para sus amigas de la residencia. No me opuse, pues Vica me gustaba mucho; parecia tan dulce y abierta. Y, ademas, tenia una belleza excepcional.
– Boris… -Nastia vacilo-. ?Nunca le molesto el trabajo que Vica desempenaba en la empresa?
– No me entusiasmaba, cierto, pero no porque tuviese celos sino por consideraciones estrictamente humanitarias. Cuando una joven se gana la vida prostituyendose, y no lo hace porque esto le guste locamente sino porque no sabe hacer nada mas y lo que busca es pasta gansa, resulta triste en todos los sentidos. Pero no podia decirselo en voz alta.
– ?Por que no?
– ?Que podia ofrecerle a cambio? Nada mas contratarla, la empresa le compro un piso, se lo amueblo. Le pagaban al mes lo que yo no gano ni al ano. Mientras Vica pintaba casas, yo le hacia regalos, la llevaba en palmitas. En los ultimos dos anos, las tornas se volvieron, y ya era ella la que me regalaba cosas. Al principio me daba verguenza, luego comprendi…
– ?Que comprendio? -pregunto Nastia, alerta.
– El orfanato. Pruebe a meterse en su piel, imagineselo, y lo comprendera tambien. Todo es comun para todos, todo es igual para todos. Durante su infancia carecio de la mayor parte de las cosas que son de lo mas corriente para cualquier nino que crece en casa con sus padres. Vica necesitaba compensarlo de alguna manera, deseaba «completarse», por asi decirlo. Ansiaba olvidarse del orfanato, la unica amistad que mantuvo fue con Lola Kolobova, con nadie mas. Estaba harta de compartir amigas, deseaba tenerlas para ella sola, contar con un circulo de amistades propias, que ella misma hubiera seleccionado, y no aquellas que el destino habia juntado por accidente en la misma aula, en el mismo grupo o en el mismo dormitorio. Queria poder elegir que hacer y con quien tratar. Desde luego que la seleccion que hizo dejaba mucho que desear pero… Que remedio, nadie escarmienta en cabeza ajena. Lo unico que le importaba era poder escoger amigos a su gusto y a su voluntad; y si en ocasiones se topaba con sujetos dudosos, le traia sin cuidado. Lo mismo ocurria con las comidas y los regalos: queria elegir al objeto de sus cuidados, queria tener familia. Todo esto se me vino encima de golpe y porrazo pero con el tiempo acabe incluso por encontrarle gracia.
– ?Queria casarse con usted?
– Tal vez. Tuvo la sensatez de no decirmelo nunca. ?Acaso podia ofrecerse a alguien como esposa, dado el tren de vida que llevaba?
– ?Y era imprescindible mantener ese tren de vida?
– Como ya le he dicho, Vica queria tener mucho dinero. Entiendame bien, no era codiciosa, todo lo contrario, no acumulaba lo que ganaba sino que lo derrochaba a diestro y siniestro. Esa ansia incontenible de bienestar fue otra forma de recompensa por las miserias de una infancia pasada en un orfanato. Por eso tenia que decidir que era lo que mas deseaba, el matrimonio o el dinero.
– ?Y usted mismo, Boris? ?Le hubiera gustado casarse con Vica?
– Bueno, yo ya habia estado casado dos veces, pago pension alimenticia por mi hija. Por supuesto, me gustaria tener una familia normal, hijos. Pero no con Vica. Bebia demasiado para dar a luz un nino sano y ser buena esposa y madre. Le gustaba jugar a mujer casada cuando venia aqui, a mi casa, pero solo durante dos o, como mucho, tres dias a la semana; no tenia aguante para mas. El resto del tiempo lo pasaba con el cliente de turno, o con sus amigos, o simplemente tumbada en el sofa pensando en las musaranas. ?Mas cafe?
Boris echo granos de cafe en el molinillo y reanudo su relato sobre Vica Yeriomina, juerguista y perdularia.
A lo largo de muchos anos y, en realidad, probablemente, a lo largo de su vida entera, desde que tenia uso de razon, padecia de una pesadilla recurrente. A veces, el sueno se repetia con frecuencia, a veces desaparecia durante varios anos pero siempre acababa por retornar, y obligaba a Vica a despertar temblando de miedo. Sonaba con una mano ensangrentada. Un hombre, al que no podia ver la cara, se limpiaba la mano en una pared blanca, estucada, manchandola con cinco rayas rojas. Aparecia otra mano, a cuyo dueno tampoco podia ver, y con una herramienta dibujaba sobre las cinco rayas una clave de sol. Se oia una risita burlona que poco a poco iba convirtiendose en unas carcajadas repugnantes, cargadas de malicia, cuyas estridencias hacian que Vica despertara aterrada.
A finales de setiembre, Vica fue a ver a Kartashov y antes incluso de cruzar el umbral le declaro:
– Alguien ha espiado mi sueno y lo esta contando por la radio.