En un primer momento, Boris se desconcerto. «Ya estamos -penso-. La chica padece de delirium tremens.» No tenia ni idea de lo que se hacia en estos casos. Tal vez debia explicarle que esas cosas no ocurrian, que se trataba de una jugada de la mente enferma. Tal vez debia asentir y decir amen a todo, fingiendo que se lo creia. Boris opto por una tercera variante que combinaba, a su modo de ver, la intencion terapeutica y la apariencia de conformidad. Cuando, una semana mas tarde, la muchacha continuaba con la mania, le propuso:

– Vamos a intentar dibujar ese sueno. Si existe alguna fuerza que te roba tus suenos, seguro que el dibujo la espantara.

Al contrario de lo que Boris se temia, Vica no le dijo que no y le dejo hacer varios bosquejos hasta que logro representar algo muy parecido a lo que la joven sonaba. Pero no sirvio de nada. Dia a dia, Vica se mostraba mas subyugada por su idea fija pero se negaba en redondo a admitir que estuviese enferma y a consultar a un psiquiatra. Fue el propio Kartashov quien finalmente pidio consejo a un especialista. El medico reconocio que los sintomas externos hacian suponer el inicio de un trastorno mental grave, que la idea de que alguien intentase influir sobre una persona desde una radio y que penetrase en sus pensamientos era caracteristica del sindrome de Kandinsky-Clerambault, pero que no podia afirmar nada con absoluta certeza. Un medico no hacia diagnosticos sin ver al paciente. Si la joven rehusaba acudir a la consulta por su propia voluntad, solo habia una solucion: el mismo, el medico, iria a casa de Kartashov haciendose pasar por un amigo cuando Vica estuviera alli, se quedaria un par de horas, tomaria te y observaria con sus propios ojos a la enferma y su comportamiento. Acordaron organizar la visita en cuanto Boris regresara del viaje. Eso era todo. El 27 de octubre, Boris regreso de su viaje a Oriol, donde habia hecho apuntes del natural para un libro que iba a publicar una editorial de aquella ciudad, y se entero de que Vica habia desaparecido y llevaba tres dias sin ir a trabajar.

– Lo que ocurrio luego, ya lo sabe. Fui a la policia, no me hicieron caso, me puse a llamar a los amigos de Vica. Todo en balde.

– ?Intento hablar con algun otro medico? ?O se dio por satisfecho al obtener la opinion de uno solo?

– Y lo que me costo encontrar a ese uno solo. No conocia a ningun especialista, me desenvuelvo en otros ambientes.

– ?Como encontro entonces al psiquiatra?

– Por mediacion de un amigo, y aun asi fue pura casualidad. Alguna vez me habia dicho que tenia amistades en el mundo de la medicina y que si un dia tuviese problemas de salud, le encantaria ayudarme. Le llame y me recomendo a aquel especialista.

Nastia oyo sonar el telefono en la habitacion pero Boris permanecio sentado sin hacer caso del timbre.

– ?No va a coger el telefono? -le pregunto sorprendida.

– Esta puesto el contestador. Si hace falta, luego devolvere la llamada.

Cuando Nastia se dirigia a casa de Boris Kartashov, tenia la intencion de comprobar si la enfermedad de Yeriomina era o no un invento del propio artista. En la historia existian precedentes, se habia dicho, se conocian casos de individuos a los que se les habia inculcado con habilidad la idea de que tenian problemas mentales para luego utilizarlos con determinado fin. «Ningun medico ha reconocido nunca a Vica, de hecho, todo cuando sabemos de su enfermedad nos lo ha contado el propio Kartashov. ?Y si miente? Cierto, hay un testimonio de Olga Kolobova, su amiga del orfanato, que hablo con Vica de su sueno robado y afirma que esta no se sorprendio cuando se lo menciono y que tampoco lo desmintio. Pero Kolobova, a su vez, puede estar mintiendo y haberse puesto de acuerdo con Boris. ?Con que fin? Posiblemente, tienen algun interes comun. Decidieron quitar a Vica de en medio y montaron esa farsa psiquiatrica. ?Motivo?» De momento, el motivo no estaba claro pero nadie habia trabajado todavia con esta hipotesis. Era probable que tal motivo existiera, que fuera facil de encontrar y, simplemente, todavia nadie lo habia buscado.

Para poner a prueba esta hipotesis habia que intentar detectar contradicciones o, cuando menos, pequenas discrepancias en los testimonios de Kartashov, Lola Kolobova y el medico psiquiatra Maslennikov. Acababa de aparecer un nuevo testigo en potencia, aquel amigo de Boris que le habia recomendado al medico. Alguna explicacion le habria dado el artista al pedirle ayuda.

Nastia acaricio la ilusion de una nueva hipotesis.

– ?Dejo puesto el contestador cuando se marchaba a Oriol?

– Como no. Soy pintor, trabajo por libre, los clientes tratan conmigo directamente, sin intermediarios. Si dejara sus llamadas sin atender, perderia encargos interesantes.

– De modo que, al volver del viaje, ?escucho mensajes de los diez dias anteriores?

– Por supuesto.

– ?Y no habia ninguno de Vica?

– No. Estoy seguro de que, si hubiera pensado estar fuera mucho tiempo, me hubiera avisado sin falta. Ya se lo he dicho, Vica cultivaba la ilusion de que habia alguien que se preocupaba por ella, que queria saber donde estaba y como se sentia. Porque no tuvo alguien asi en su infancia.

– ?Que ha pasado con la casete? ?La ha borrado?

Nastia tenia la total certidumbre de que iba a recibir una respuesta afirmativa y solo habia hecho la pregunta para cubrir el tramite.

– Esta en el cajon. Nunca borro las casetes, por lo que pueda pasar.

– ?Que, por ejemplo?

– Por ejemplo, el ano pasado me ocurrio lo siguiente: me llamaron de una pequena editorial para encargarme ilustrar una coleccion de chistes, me dejaron la direccion y el telefono. Cuando me llamaron, no estaba en casa. No les devolvi la llamada, ilustrar los chistes no es lo mio, ademas, en ese momento trabajaba para varios clientes, estaba muy ocupado. Pero poco despues un companero caricaturista me menciono que estaba sin blanca, y yo me acorde en seguida de aquella llamada. Encontre el mensaje en la casete le di las senas de la editorial y en paz.

– ?Asi que la casete con los mensajes recibidos durante su viaje a Oriol esta intacta?

– Si.

– Vamos a escucharla -propuso Nastia.

Algo se crispo en el rostro de Kartashov. ?O le habia parecido?

– ?No me cree? Palabra de honor, en la cinta no hay mensajes de Vica. Se lo juro.

– Por favor -dijo Nastia implacable.

En ese instante, su anfitrion dejo de caerle simpatico y Nastia se puso en disposicion de combate.

– A pesar de todo, vamos a escucharla.

Entraron en la habitacion y, sin mayor dilacion, Boris saco del cajon la casete. La introdujo en la grabadora, pulso el boton de reproduccion y le tendio uno de los dibujos que contenia una carpeta que habia encima de la mesa.

– Aqui tiene. Es el sueno que Vica sonaba.

Nastia estudio el dibujo mientras escuchaba las voces que sonaban en la grabadora.

– Borka, no se te olvide que el 2 de noviembre, Lysakov cumple los cuarenta. Si no le felicitas, no te lo perdonara mientras viva…

– Buenos dias, Boris Grigorievich, soy Kniazev. Por favor, llameme en cuanto vuelva. Hay que hacer algunos cambios en la maqueta de la portada…

– ?Kartashov, eres un hijo de puta! ?Que pasa con ese conac que me debes desde la ultima partida?…

– Boria, no te enfades. Estaba equivocada, lo reconozco. Perdoname…

– ?Quien es? -pregunto rapidamente Nastia pulsando el boton de stop.

– Lola Kolobova -contesto Kartashov de mala gana.

– ?Se habia peleado con ella?

– No se como explicarselo… Es una vieja historia, y a veces se producen recaidas. No tiene nada que ver con Vica. Se trata del marido de Lola.

– Necesito que me lo cuente -insistio Nastia.

– De acuerdo -suspiro el-. Cuando Lola conocio al que seria su marido, le adverti desde el principio que era un mujeriego. Despues de la boda, Lola se entero de que se la pegaba, y le dolio mucho. Yo, tonto de mi, aunque sabia muy bien que no debia entrometerme, no paraba de darle consejos, de decirle que seria mejor que lo dejara. Para mi el era un punetero mamarracho y Lolka me daba mucha lastima. Pero mis palabras le sentaban como un tiro, y para desquitarse tenia que responderme con insultos a cada sugerencia mia de separarse del marido. Por ejemplo, que yo tenia que ser impotente o marica para decirle esas cosas, o que simplemente sentia

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