Incluso Joanie habia ido a verla para llevarla enormes ramilletes de lilas y boles de sopa casera. Hasta los vecinos iban para interesarse por sus progresos. No habia secretos en Hyattown. Vanessa contaba con los buenos deseos y los consejos de los doscientos treinta y tres habitantes del pueblo.

Excepto uno.

No era que le importara que Brady no hubiera encontrado tiempo para ir a verla. De hecho, se alegraba de su ausencia. Lo ultimo que deseaba era que Brady Tucker estuviera constantemente pendiente de ella y dandole consejos. No queria verlo.

Una ulcera. Aquello era ridiculo. Era una mujer fuerte, competente y autosuficiente… No tenia nada que ver con el tipo de persona a la que atacan las ulceras. Sin embargo, inconscientemente se apreto una mano contra el estomago.

El dolor con el que habia vivido mas tiempo del que podia recordar habia desaparecido. Las noches habian dejado de ser un suplicio por el lento e insidioso ardor que tan a menudo la habia mantenido despierta. De hecho, habia dormido como una nina durante dos noches seguidas.

«Una coincidencia», se aseguro. Lo que necesitaba era descansar. Descansar y un poco de soledad. El agotador ritmo que habia mantenido durante los ultimos anos era capaz de derrotar a la persona mas fuerte.

Decidio que se daria otro mes, tal vez dos, antes de tomar decisiones en firme sobre su profesion.

Al llegar a la puerta de la cocina, se detuvo en seco. No habia esperado encontrar a Loretta alli. De hecho, habia estado esperando hasta que oyo que la puerta principal se abria y se cerraba.

– Buenos dias -le dijo Loretta, ataviada con uno de sus trajes y con las perlas puestas.

– Pense que te habias marchado.

– No. Fui a la tienda de Lester a por un periodico. Pense que tal vez querrias saber lo que esta ocurriendo en el mundo.

– Gracias -dijo Vanessa. Estaba tan enojada que no se movio del lugar en el que estaba. No le gustaba lo que sentia cada vez que Loretta realizaba un gesto maternal. Le agradecia la consideracion, aunque se imaginaba que sus sentimientos eran tan solo la gratitud de una huesped por la generosidad de su anfitriona. Eso la dejaba descorazonada y con un fuerte sentimiento de culpabilidad-. No tenias que molestarte.

– No es molestia. ?Por que no te sientas, querida? Te preparare una infusion. La senora Hawbaker nos ha enviado camomila de su propio jardin.

– Mira, no tienes que… -dijo Vanessa. Se interrumpio al escuchar que alguien llamaba a la puerta trasera-. Yo ire a ver quien es.

Abrio la puerta, sin dejar de decirse que no queria que fuera Brady. No le importaba que fuera Brady. Cuando vio que quien habia llamado era una mujer, se dijo que no sentia desilusion alguna.

– Hola, Vanessa -le dijo una mujer morena, mientras cerraba un paraguas-. Probablemente no te acuerdas e mi. Soy Nancy Snooks. Antes de casarme me apellidaba McKenna. Soy la hermana de Josh McKenna.

– Bueno, yo…

– Nancy, entra -le pidio Loretta, que se habia acercado tambien a la puerta-. Dios, si que esta lloviendo con fuerza…

– Creo que este ano no nos tendremos que preocupar por tener sequia -comento la joven. Permanecio en la entrada, apoyando el peso de su cuerpo unas veces en un pie y otras en el otro-. He venido porque habia oido que Vanessa habia regresado y que daba clases de piano. Mi hijo Scott tiene ocho anos.

Vanessa se imagino lo que venia a continuacion y se preparo para ello.

– Bueno, en realidad no…

– Annie Crampton esta encantada contigo -afirmo Nancy, interrumpiendola-. Su madre es prima segunda mia. Cuando lo hable con Bill, mi marido, estuvimos de acuerdo en que las clases de piano le vendrian muy bien a Scott. Nos vendria mejor los lunes por la tarde, si no tienes otra clase entonces.

– No, no tengo otra clase porque…

– Estupendo. La tia Violet me dijo que cobras diez dolares por Annie, ?no es asi?

– Si, pero…

– Podemos pagarlo. Yo trabajo a tiempo parcial en el almacen de grano. Scott estara aqui a las cuatro en punto. Te aseguro que es muy agradable que hayas vuelto, Vanessa. Ahora tengo que irme a trabajar.

– Ten cuidado con el coche -le advirtio Loretta-. Esta lloviendo mucho.

– Lo tendre. Oh y enhorabuena, senora Sexton. El doctor Tucker es el mejor.

– Lo es -afirmo-. Es una buena chica -comento, tras cerrar la puerta, cuando Nancy se hubo marchado-. Veo que se parece bastante a su tia Violet.

– Aparentemente.

– Te advierto que Scott Snooks es un diablillo -dijo Loretta, mientras se preparaba una taza de te.

– Genial -susurro Vanessa. Era demasiado temprano para pensar. Se sento y apoyo la cabeza sobre las manos-. No me habria atrapado si hubiera estado mas despierta.

– Claro que no. ?Quieres que te prepare unas tostadas a la francesa?

– No tienes por que prepararme el desayuno -replico Vanessa. Las manos le ahogaban la voz.

– No es molestia -afirmo Loretta, mientras canturreaba una cancion. Se habia visto privada de su hija durante doce anos. No habia nada que le apeteciera mas que mimar a su hija con un buen desayuno.

– No quiero entretenerte -dijo Vanessa, mirando la taza de te que su madre acababa de prepararle-. ?No tienes que abrir la tienda?

– Lo mejor de tener tu propio negocio es que tu dictas el horario -contesto Loretta. Rompio un huevo en un bol y anadio una pizca de canela, azucar y vainilla-. Ademas, tu necesitas un buen desayuno. Ham dice que te estas recuperando, pero quiere que engordes cinco kilos.

– ?Cinco kilos? -repitio Vanessa, a punto de atragantarse con el te-. Yo no necesito…

Lanzo una maldicion cuando alguien volvio a llamar a la puerta.

– Yo ire a abrir esta vez -anuncio Loretta-. Si se trata de otro posible cliente, le dire que se marche.

Era Brady. Estaba empapado. Sin el resguardo de un paraguas, el agua le caia abundantemente por el cabello. Al ver a Vanessa, sonrio. El placer que le produjo a ella esa sonrisa se transformo en enojo en el momento en el que el abrio la boca.

– Buenos dias, Loretta -dijo. Entonces, le guino un ojo a Vanessa-. Hola, guapa.

Tras lanzar un bufido, Vanessa se concentro de nuevo en su te.

– Brady, ?que sorpresa tan agradable! -exclamo Loretta. Despues de aceptar un beso en la mejilla, cerro la puerta-. ?Has desayunado? -pregunto mientras se dirigia a la cocina para remojar el pan.

– No. ?Estas preparando tostadas francesas?

– Si. Tardare tan solo un minuto. Sientate y te hare un plato.

Loretta no tuvo que repetir la invitacion dos veces. Despues de sacudirse un poco el cabello, Brady se sento a la mesa con Vanessa. Le dedico una alegre sonrisa que oculto convenientemente el hecho de que estaba observando el color de cara que tenia. El hecho de que no hubiera ojeras le compenso por el gesto arisco que ella tenia en el rostro.

– Bonito dia -bromeo.

– Si, claro -replico ella.

Al ver que ella no tenia ganas de hablar, Brady giro la silla y se puso a charlar con Loretta mientras esta preparaba el desayuno.

«No lo he visto desde hace dos dias y ahora se presenta aqui», penso Vanessa. Ni siquiera le habia preguntado como se sentia, a pesar de que no queria que le prestara atencion. Sin embargo, era medico y al que se le habia ocurrido aquel ridiculo diagnostico.

– Ah, Loretta. Mi padre es un hombre con suerte -dijo Brady, cuando ella le coloco un plato de tostadas sobre la mesa.

– Supongo que saber cocinar es una prioridad cuando un Tucker esta buscando esposa -comento Vanessa. Tenia toda la intencion del mundo de ser desagradable.

– No vendria mal -replico Brady mientras se servia un buen chorro de sirope.

Vanessa se puso de muy mal genio, no porque ella no supiera cocinar, sino porque aquella idea machista y retrograda la enfurecio. Antes de que tuviera tiempo de encontrar una respuesta adecuada, Loretta le coloco un plato de tostadas sobre la mesa.

– Yo no me puedo comer todo esto.

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