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La mitad de los clientes habituales de Merlotte's creian que Bill habia tenido que ver con las marcas en los cuerpos de las fallecidas. El otro cincuenta por ciento pensaba que algunos de los vampiros de otro pueblo o ciudad mas grande habian mordido a Maudette y a Dawn cuando iban de copeo, y que se merecian lo que les habia pasado por querer irse a la cama con chupasangres. Algunos creian que las chicas habian sido estranguladas por un vampiro, y otros que simplemente habian proseguido su promiscua vida sexual hasta acabar de mala manera.
Pero aparte de eso, todos los que venian al bar estaban preocupados porque otra mujer pudiera ser asesinada. Perdi la cuenta de las veces que me dijeron que tuviera cuidado, que vigilara a mi amigo Bill Compton, que cerrara con llave la puerta y no dejara entrar a nadie en casa… Como si fueran cosas que no hiciera ya de por si.
Jason se convirtio en blanco tanto de la conmiseracion como de las sospechas, por haber tenido 'citas' con ambas mujeres. Cierto dia vino a nuestra casa y se lamento largo y tendido, mientras la abuela y yo tratabamos de empujarlo a que prosiguiera -con su trabajo como haria un hombre inocente. Pero por primera vez (que yo recordara) mi atractivo hermano estaba de verdad preocupado. Por supuesto, no me alegraba que se viera en problemas, pero tampoco llegaba a lamentarlo del todo. Se que eso fue mezquino y ruin por mi parte. No soy perfecta.
Soy tan imperfecta que, a pesar de la muerte de dos mujeres a las que conocia, me pase una buena parte del tiempo preguntandome que queria decir Bill con lo de que lo dejara en buen lugar. No tenia ni idea de lo que constituia el atuendo adecuado para visitar un bar de vampiros, y no estaba dispuesta a vestirme con una especie de disfraz estupido, como se decia que hacian algunos asiduos a dichos bares. Y desde luego, no conocia a nadie a quien preguntar. Tampoco era lo bastante alta o esbelta como para ponerme un vestido de licra como el que habia visto a la vampira Diane.
Al final saque un vestido del fondo del armario, uno que habia tenido pocas ocasiones de llevar. Era un atuendo para una cita especial, siempre que desearas conseguir la atencion personal de tu acompanante. Tenia un corte bajo y cuadrado en el cuello y carecia de mangas. Estrecho y blanco, la tela tenia repartidas algunas brillantes flores rojas con largos tallos verdes. Asi vestida, destacaba mi bronceado y me resaltaban las tetas. Me puse unos pendientes de esmalte rojo y zapatos de tacon alto muy sexys, a los que anadi un monedero rojo de paja. Me retoque con maquillaje suave y deje que mi largo pelo ondulado cayera por mi espalda.
La abuela se quedo asombrada cuando me vio salir del cuarto.
– Carino, estas preciosa -dijo-. Pero, ?no tendras algo de frio con ese vestido?
Sonrei.
– No, senora, no creo. Hace bastante bueno al aire libre.
– ?Y no quieres ponerte un bonito sueter blanco encima de eso?
– No, me parece que no -respondi riendome. Ya habia apartado lo suficiente de mi cabeza a los otros vampiros y me parecia que tener aspecto sexy volvia a ser positivo. Me sentia bastante excitada ante la perspectiva de volver a tener una cita, aunque mas o menos le habia contado a Bill que se trataria de una especie de mision para descubrir lo ocurrido. Tambien intente olvidarme de eso, para poder disfrutar de la ocasion.
Sam me llamo para decirme que mi cheque estaba listo. Me pregunto si podia ir a recogerlo, que era lo que soliamos hacer cuando no me tocaba trabajar al dia siguiente. Me acerque con el coche hasta Merlotte's, un poco nerviosa por entrar en el bar tan arreglada.
Pero cuando cruce por la puerta, recibi el premio de un instante de asombrado silencio. Sam se encontraba de espaldas a mi, pero Lafayette estaba mirando a traves de la ventanilla y Rene y JB estaban en el bar. Por desgracia tambien estaba mi hermano, Jason, que se quedo con los ojos como platos cuando se giro para ver que estaba mirando Rene.
– ?Tienes buen aspecto, muchacha! -grito Lafayette con entusiasmo-. ?De donde has sacado ese vestido?
– Oh, hace muchisimo que guardo esta cosa-dije bromeando. El se rio.
Sam se giro para ver de que hablaba Lafayette, y el tambien me miro con ojos atonitos.
– Cielo santo-dijo, soltando el aliento. Me acerque a el para pedirle el cheque, sintiendome bastante cohibida-. Pasa al despacho, Sookie-me indico. Lo segui hasta su pequeno cubiculo en el almacen. Rene me dio un semiabrazo al pasar junto a el y JB me beso en la mejilla.
Sam revolvio los montones de papeles que tenia encima del escritorio, y al fin saco mi cheque. Aunque no me lo entrego de inmediato.
– ?Vas a algun sitio en especial? -me pregunto, casi a reganadientes.
– Tengo una cita-dije, tratando de que sonara como si fuera de lo mas normal.
– Estas magnifica-dijo Sam, y lo vi tragar saliva. Tenia los ojos ardientes.
– Gracias. Emm, Sam, ?puedo coger mi cheque?
– Claro. -Me lo entrego y yo lo guarde en el bolso.
– Entonces adios.
– Adios. -Pero en vez de indicarme que me fuera, Sam se acerco a mi y me olfateo. Puso la cara cerca de mi cuello e inhalo. Sus brillantes ojos azules se cerraron brevemente, como si estuviera analizando mi olor. Exhalo con suavidad; senti sobre mi piel su calido aliento.
Sali por la puerta y deje el bar, asombrada y llena de curiosidad por el comportamiento de Sam.
Cuando regrese a casa, habia un coche que me resultaba desconocido estacionado delante, un Cadillac negro que brillaba como el cristal: el coche de Bill. ?De donde sacaban los vampiros el dinero para comprarse esos coches? Sacudi la cabeza y cubri los escalones del porche hasta entrar en la casa.
Dentro, Bill se giraba expectante hacia la puerta, sentado en el sofa mientras charlaba con la abuela. Esta se acomodaba en el brazo de una vieja silla llena de trastos. Cuando Bill me vio, supe que me habia excedido, se puso muy enfadado. Su rostro permanecio bastante sereno, pero sus ojos despidieron llamas y torcio los dedos como si estuviera recogiendo algo con ellos.
– ?Te parece bien? -le pregunte nerviosa. Senti que la sangre se me subia a las mejillas.
– Si -respondio el al fin. Pero su pausa habia sido lo bastante larga como para enfurecer a mi abuela.
– Cualquiera con algo en la sesera tendra que admitir que Sookie es una de las chicas mas guapas que hay por aqui-dijo, con una voz en apariencia amable pero dura en el fondo.
– Oh, desde luego -reconocio Bill, pero su voz carecia de inflexion, lo cual resultaba significativo.
Bueno, que lo jodan. Yo habia intentando hacerlo lo mejor posible. Me enderece y dije:
– ?Vamos entonces?
– Si-repitio el, y se puso en pie-. Adios, Sra. Stackhouse. Ha sido un placer volver a verla.
– De acuerdo, os deseo que lo paseis bien-dijo ella, apaciguada-. Conduce con cuidado, Bill, y no bebas demasiado.
El arqueo una ceja.
– No, senora.
La abuela lo dejo correr.
Bill me abrio la portezuela del coche para que entrara, parte de una calculada serie de maniobras destinadas a que no se me saliera nada del vestido. Cerro la puerta y se paso al lado del conductor. Me pregunte quien le habria ensenado a conducir un coche. Henry Ford, probablemente.
– Lamento no estar vestida de modo correcto-dije, mirando justo al frente.
Nos alejabamos con lentitud por el bacheado camino de entrada, bajo los arboles. El coche se paro dando mas tumbos.
– ?Quien ha dicho eso? -pregunto Bill con voz muy gentil.
– Me has mirado como si hubiera hecho algo malo -le espete.