los pobres de Londres. La escena me trajo a la memoria el desagradable recuerdo del dia de limosna en San Donato.

Deje el caballo en el establo y segui a Blitheman, el simpatico mayordomo de lord Cromwell, al interior de la casa. Su Senoria aun no habia llegado, me dijo, y me ofrecio una copa de vino.

– La acepto encantado.

– Decidme, senor, ?quereis ver el leopardo de lord Cromwell? A Su Senoria le gusta ensenarselo a las visitas. Esta en una jaula, detras de la casa.

– Si, ya tenia noticias de que habia adquirido uno de esos animales. Gracias.

Segui a Blitheman a traves de la concurrida mansion hasta el patio de la parte posterior. Nunca habia visto un leopardo, aunque habia oido hablar de esos portentosos animales de piel manchada, de los que se decia que eran mas veloces que el viento. El mayordomo me abrio la puerta con una sonrisa de propietario. Un fuerte hedor asalto mis fosas nasales apenas sali; al cabo de unos instantes estaba mirando a traves de los barrotes de una enorme jaula metalica cuyo suelo de piedra estaba sembrado de trozos de carne. En su interior, un enorme gato se paseaba de un lado a otro. Tenia la piel de color dorado y salpicada de manchas negras, y todo en su esbelto y musculoso cuerpo hacia pensar en una fuerza salvaje. Cuando entramos en el patio, se volvio y nos rugio ensenando unos colmillos enormes y amarillentos.

– Un animal temible -comente.

– Quince libras le costo a mi senor.

El leopardo se sento y nos observo ensenando las fauces y grunendo de vez en cuando.

– ?Como se llama? -le pregunte a Blitheman.

– No tiene nombre. No estaria bien darle un nombre cristiano a semejante fiera.

– El pobre animal debe de pasar frio aqui…

Un muchacho en librea se acerco a Blitheman y le hablo al oido.

– Lord Cromwell acaba de llegar -me dijo el mayordomo-. Acompanadme, esta en su despacho.

Lance otra mirada al enfurrunado gatazo y segui a Blitheman al interior de la casa, diciendome que tambien mi senor tenia fama de fiero y preguntandome si la posesion de aquel animal no era un mensaje soterrado a sus enemigos.

El despacho de lord Cromwell era una version a escala reducida del que ocupaba en Westminster y tambien se veia lleno de mesas atestadas de papeles. Por lo general, estaba en penumbra, pero ese dia el sol se reflejaba en la nieve del jardin y una penetrante luz blanca iluminaba los profundos pliegues y arrugas del rostro de Cromwell, que me esperaba sentado a su escritorio. Cuando Blitheman me hizo pasar, me recibio con una mirada hostil, las mandibulas apretadas y el menton agresivamente adelantado. No me invito a tomar asiento.

– Esperaba recibir noticias tuyas antes -gruno a modo de saludo-. Nueve dias. Y el asunto aun no esta solucionado, lo leo en tu cara. -En ese momento, advirtio que llevaba una espada-. ?Por la sangre de Cristo! ?Te atreves a presentarte armado ante mi?

– No, Senoria -respondi apresurandome a descenirme la espada-. Es una prueba, que deseaba presentaros -le explique dejando el arma sobre una mesa en la que habia una Biblia inglesa abierta por una pagina en la que se veia una imagen de Sodoma y Gomorra devoradas por las llamas.

Le informe de todo lo ocurrido: de las muertes de Simon y Gabriel y del descubrimiento del cuerpo de Orphan Stonegarden, de la oferta de cesion del abad, de mis sospechas sobre las ventas de tierras y, por ultimo, de la interceptacion de la carta de Jerome, que le entregue. Mientras la leia, de tanto en tanto me lanzaba miradas con expresion irritada y sin pestanear. Cuando acabo de leer, solto un bufido.

– ?Vive Dios que es un caos peor que el de Bedlam! Espero que ese ayudante tuyo siga vivo cuando vuelvas - anadio brutalmente-. He tenido que engatusar a Rich para que lo readmita; espero no haber malgastado el tiempo.

– Pense que debia venir a informaros, senor. Sobre todo cuando encontre esa carta.

Lord Cromwell asintio y solto un grunido.

– Debieron recordarme que el cartujo estaba alli; Grey me va a oir. Pero ya nos encargaremos del hermano Jerome. Las cartas a Edward Seymour no me preocupan. Desde que murio la reina, toda la familia Seymour se desvive por obtener mi favor -dijo lord Cromwell, y se inclino hacia mi-. Lo que si me preocupa son esos asesinatos sin resolver. No deben trascender; no quiero que afecten al resto de mis negociaciones. El priorato de Lewes esta a punto de ceder.

– ?Al fin han dado su brazo a torcer?

– Me lo comunicaron ayer; la cesion se firmara esta misma semana. Por eso ha venido a verme Norfolk; nos repartiremos las tierras del priorato. El rey esta de acuerdo, en principio.

– Debe de ser una hacienda enorme…

– Lo es. Yo me quedare con las propiedades de Sussex, y el duque, con las de Norfolk. Nada como la perspectiva de obtener tierras para sentar a la mesa de negociaciones a dos viejos enemigos. -Lord Cromwell solto una risotada-. Tengo intenciones de instalar a mi hijo Gregory en la casa del prior y convertirlo en terrateniente. -Su Senoria hizo una pausa y volvio a fulminarme con la mirada-. Creo que intentas distraerme, Matthew…

– No, senor. Se que las cosas han ido despacio, pero es el rompecabezas mas complicado con el que he tenido que…

– ?Que tiene que ver la espada en todo esto?

Le explique como la habiamos encontrado y mi charla con Oldknoll.

– Mark Smeaton… -murmuro lord Cromwell frunciendo el entrecejo-. No parecia que fuese de los que causan problemas despues de muertos. -Su Senoria se levanto, se acerco a la mesa y cogio la espada-. Desde luego, es un arma esplendida; ojala hubiera tenido una asi cuando servia en Italia, en mi juventud.

– Tiene que haber alguna relacion entre los asesinatos y Smeaton.

– Yo puedo ver una -respondio lord Cromwell-. Una relacion con la muerte de Smeaton, en todo caso. La venganza.

– Lord Cromwell se quedo pensativo; al cabo de unos instantes, se volvio hacia mi y me miro muy serio-. Esto no debe salir de este despacho.

– Lo juro por mi honor.

El vicario general dejo el arma sobre la mesa y empezo a dar vueltas por el despacho con las manos a la espalda. La negra toga se agitaba en torno a sus piernas.

– El ano pasado, cuando el rey decidio librarse de Ana Bolena, tuve que actuar deprisa. Yo habia unido mi destino al de la reina desde el comienzo, y la faccion papista intentaba hacerme caer con ella; el rey estaba empezando a prestarles oidos. De modo que tenia que ser yo quien lo librara de ella. ?Lo comprendes?

– Si. Si, lo comprendo.

– Lo convenci de que habia cometido adulterio y que por tanto podia ser ejecutada por traicion, sin necesidad de sacar a relucir sus inclinaciones en materia de religion. Pero tenia que haber pruebas y un juicio publico. -Yo permanecia inmovil, mirandolo en silencio-. Elegi a varios de mis hombres mas fieles y le asigne a cada uno un amigo de la reina: Norris, Weston, Brereton, su hermano Rochford… y Smeaton. Su mision era conseguir una confesion o algo que pudiera pasar por una prueba de que habian yacido con ella. El hombre al que asigne a Smeaton era Robin Singleton.

– ?Singleton falseo pruebas contra Smeaton?

– Smeaton parecia el mas facil de amedrentar; solo era un muchacho. Y asi fue; confeso haberse acostado con ella tras una sesion en el potro de la Torre. El mismo que utilice con ese cartujo, que efectivamente debio de coincidir con el en los calabozos, porque todo lo que te dijo que le habia contado Smeaton es cierto. -El tono de lord Cromwell era ponderado, carente de emocion-. Y una de las visitas que el cartujo vio llegar esa noche debio de ser Singleton. Lo mande a asegurarse de que en sus ultimas palabras desde el patibulo, una tradicion a la que habria que poner fin, el muchacho no se retractaria de su confesion. Singleton le recordo que, si hablaba mas de la cuenta, su padre pagaria las consecuencias.

– Entonces, ?lo que se rumoreaba era cierto? -le pregunte mirandolo a los ojos-. ?La reina Ana y los que fueron acusados con ella eran inocentes?

El vicario general se volvio hacia mi. La cruda luz ilumino su cenudo rostro y despojo a sus ojos de toda expresion.

– Por supuesto que eran inocentes. Nadie se atrevera a decirlo, pero todo el mundo lo sabe, como lo sabia el

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