Irlanda, pero Aziz comento que Dave estaba un tanto indispuesto. Tal vez, comento, le estaba dando gripe.
– Me entere que vas a ir a comer con los Watermead manana -comento amablemente Isobel-. Voy a seguir con las reservaciones, ?te parece bien?
– Si, por favor -repuse agradecido-. ?Quien te dijo?
– La misma Tessa Watermead. Paso por aqui. Le ensene algunas cosas. Estas de acuerdo, ?verdad?
– Si, claro.
Guggenheim, sentado a mi lado en el Fourtrak, repudio mi sugerencia respecto de detenernos a comer. Afirmo que Peterman necesitaba la tetraciclina tan pronto como fuera posible.
Para el pobre de Peterman, sin embargo, ya resultaba demasiado tarde. Cuando salimos al jardin envuelto en la oscuridad, mi antiguo companero estaba tirado en las sombras, la inmovilidad de la muerte era inconfundible. Guggenheim se lamento por su propia carrera; yo, por el recuerdo de las carreras de antano y la velocidad de un gran caballo.
Guggenheim habia traido una aspiradora manual de baterias para encontrar las garrapatas. Hizo su mejor esfuerzo, recorrio el cuerpo de Peterman, pero los restos recolectados lo desilusionaron profundamente. Se inclino sobre el microscopio en la cocina, al tiempo que emitia unos debiles gemidos de desesperacion.
– Nada. Nada. Debe de haberse traido todas en el jabon -su voz sonaba como si yo hubiera echado a perder todo a proposito.
– ?Quiere un trago? -sugeri.
– El alcohol es irrelevante -repuso.
Sin embargo, me servi uno, y despues de un momento me quito la botella de la mano y lleno a medias el vaso que habia colocado en la mesa para el.
– Es anestesia para las causas perdidas -observo-, El portador de la
– Si comprendo, ?sabe? Voy a intentar conseguirle algunas garrapatas mas.
Encontramos una especie de cena en el refrigerador y en la alacena y luego se fue a dormir en silencio y toda la noche a la habitacion de Lizzie.
Por la manana, telefonee a John Tigwood para informarle que Peterman habia muerto. La voz de Tigwood, pomposa y engolada como siempre, sonaba irritable y a la defensiva.
– Marigold English se quejo de que el caballo estaba enfermo y me aseguro que tenia garrapatas.
– ?Disparates! ?Es totalmente absurdo! No quiero que ella o tu vayan por ahi esparciendo esos rumores maliciosos.
Percibi con claridad que temia que todo su tinglado se derrumbara si nadie queria ya dar albergue a los caballos viejos. Tenia una razon tan poderosa como yo para querer mantener en secreto todo el asunto.
– El animal esta ahora en mi casa -repuse-. Si quieres llama a los descuartizadores para que vengan por el.
– Si -convino.
Ambos colgamos el auricular.
Guggenheim, abatido, miraba fijamente por la ventana.
– Sera mejor que regrese a Edimburgo -comento-. A menos que haya otros caballos enfermos.
– Lo averiguare hoy, a la hora de la comida. Todos los chismes y novedades de Pixhill estaran disponibles a esa hora, en casa de Michael Watermead.
Sugirio que, si yo estaba de acuerdo, se quedaria hasta despues de eso y luego se marcharia. Estuve de acuerdo aunque, desde luego, le indique que podria regresar de inmediato si algo importante se presentaba.
No podia creer, segun afirmo, el estado de mi sala tajada por un hacha. Yo conteste que el responsable del hecho; andaba suelto en alguna parte, y que todavia tenia el arma en su poder.
– Pero, ?no esta… bueno… asustado? -pregunto.
– Soy precavido -repuse-. Por eso no lo llevo conmigo a la comida. No quiero que nadie aqui sepa que conozco a un cientifico, especialmente a uno que es experto en garrapatas. Espero que no le moleste.
– Por supuesto que no -miro la habitacion y se estremecio.
Lo lleve a la granja, a pesar de todo, y le mostre los camiones para transportar caballos, que lo impresionaron. Despues me fui a la comida de los Watermead.
Maudie me saludo con afecto y Michael con calidez.
La mayoria de los invitados habituales se encontraba ahi, incluyendo a los Usher y a Bruce Farway. Los ninos pequenos no estaban, ya que habian ido a pasar el fin de semana con Susan y Hugh Palmerstone. Me di cuenta de que tenia la secreta esperanza de ver a Cinders nuevamente en casa de los Watermead.
Le pregunte a Michael si ya habia aceptado a alguno de los caballos viejos.
– A dos -respondio, al tiempo que asentia-. Son muy inquietos. Todo el tiempo trotan por el fondo del potrero como si fueran caballos de dos anos.
Le hice la misma pregunta a Dot y dio una respuesta diferente.
– Benyi dice que podemos posponer este asunto con Tigwood por unos cuantos dias. No se que le sucede, en realidad es extrano que haya accedido a mi peticion. Detesto tener cerca de casa a esos caballos viejos.
El veterinario que les habia dado el visto bueno a mis pasajeros geriatricos tambien se encontraba entre los asistentes; estaba comparando notas con Bruce Farway.
– Supe que los descuartizadores fueron a tu casa -comento el veterinario.
– Uno de los caballos viejos que trajimos se murio -repuse con resignacion-. Alguien mas ha tenido problemas? ?A uno de sus caballos se le contagio el bicho del ano pasado?
– No, gracias a Dios.
– ?De que bicho del ano pasado esta hablando? -pregunto preocupado Bruce Farway.
El veterinario respondio:
– Una infeccion no especificada. Les dio fiebre. Les prescribi algunos antibioticos y se recuperaron -fruncio el entrecejo-. Nos preocupo, en realidad, porque todos esos caballos perdieron condicion y velocidad despues de estar enfermos. Aunque, gracias al cielo, no se propago.
Lorna, la hermana de Maudie, se acerco a Farway, dando a entender que ella tambien era duena. Me aleje de ellos, segregado, en cierta forma, por todo lo que habia descubierto mientras me preguntaba que mas ignoraba.
Ed, el hermano de Tessa, se hallaba solo y malhumorado. Trate de animarlo.
– ?Recuerdas el comentario que nos dejo pasmados a todos la semana pasada? Acerca de que Jericho Rich acoso a Tessa.
– Es verdad lo que dije -insistio a la defensiva.
– No lo dudo.
– La estaba manoseando. Yo lo vi. Tessa lo abofeteo.
– ?En verdad?
– Jericho Rich le echo pestes y la amenazo con llevarse sus caballos. Tessa le respondio que si lo hacia, iba a vengarse. Es una tonta. ?Como podria desquitarse de un hombre asi?
Mas tarde, me sente junto a Maudie durante la comida, pero no quedaba mucho de la diversion que habia encontrado en su mesa hacia una semana. Maudie lo percibio y trato de disipar mi tristeza, aunque me fui despues de] cafe, sin lamentarlo.
Le informe a Guggenheim que no habia ningun caballo que tuviera fiebre en Pixhill, y lo lleve al aeropuerto. De camino a casa me detuve a cargar gasolina y, despues de pensarlo un poco, telefonee a Nina.
– Deberas traer un paracaidas cuando te presentes a trabajar manana -adverti.
– ?Que?
– Para que puedas aterrizar detras de las lineas enemigas en la Francia ocupada.
– ?Se trata del golpe que te dieron? ?Ojala me explicaras!
– ?Puedo verte en alguna parte? ?Que te parece el Cotswold Gateway? Llegare antes de las seis.
– Esta bien.
Entonces cambie de rumbo y conduje al noroeste; hora y media mas tarde llegue al hotel grande y anticuado que se encontraba en la carretera principal A40. Ella ya estaba ahi cuando llegue. Era la Nina autentica, la de personalidad atrayente, no la version esmirriada y ordinaria.
Estaba sentada en el vestibulo, en un sillon de tela cruda junto a una chimenea en la que ardian vivamente los