lenos; habia una bandeja de te colocada frente ella, sobre una modesta mesa. Se puso de pie cuando entre y disfruto de mi admiracion por su apariencia. No llevaba pantalones vaqueros en esta ocasion. En su lugar, unas mallas ajustadas negras le cubrian las piernas esbeltas. No traia puesto un sueter viejo y descuidado, sino una falda negra, blusa de seda blanca de manga larga, unas mancuernas grandes de oro y una cadena larga al cuello. No olia a caballos, sino que despedia un aroma sutil de gardenias.

– Parecias hablar en serio.

– Mmm -la bese en la mejilla como si se tratara de un habito antiguo y despues me sente lo suficientemente cerca para poder conversar, aunque no habia nadie que pudiera escucharnos.

– Descubri que han estado transportando debajo de mis camiones -le dije-. Y no se trata de algo tan sencillo como las drogas -ella aguzo su interes mientras yo hacia una pausa-. Fui a ver a uno de los altos funcionarios de aduanas y le pedi que me explicara que no podia salir y entrar con libertad de Inglaterra con las reglamentaciones de la Comunidad Europea. Se alboroto mucho al hablar de gatos, perros y rabia. Parece que las normas de la cuarentena si se aplican. De todas maneras, mis camiones han estado transportando ganado extra, aunque no me refiero a gatos y tampoco a perros.

– No entiendo nada. ?Por que iban a transportar animales vivos en esos recipientes?

– Para que los mozos de cuadra de los caballos no se dieran cuenta de la existencia de esos huespedes.

– Entonces, ?quien ha transportado en secreto estos animales?

– Lewis.

– ?Oh, no, Freddie! ?El tiene un bebe!

– Uno puede amar a su prole y ser un villano.

– ?Quieres decir… no puedes referirte a que… que Lewis ha intentado deliberadamente traer la rabia a Inglaterra?

– No, no se trata de la rabia, gracias a Dios. Solo de una fiebre que enferma temporalmente a los caballos, pero que los despoja de toda su velocidad, de tal manera que nunca vuelven a ganar.

Le conte que la 'langosta' muerta del Trotador era un conejo.

– Langosta, cangrejo, conejo -Nina suspiro-. ?Como lo averiguaste?

– Le pregunte a Isobel que era lo que el Trotador habia encontrado muerto en el foso y ella me lo dijo. Luego revise los archivos de la computadora y ahi estaba el dato. El diez de agosto. El Trotador informo que un conejo muerto habia caido de un camion que estaba reparando. Eso fue un dia despues de que Lewis regreso de Francia en ese preciso camion.

Nina no salia del asombro y escucho con atencion. Le conte paso a paso todo lo que habia descubierto acerca de las garrapatas, los habitos de entrenamiento de Benyi, los viajes de Lewis y al final, le hable de Guggenheim.

– Una vez que un caballo viejo hubiera superado la etapa de la fiebre -explique-, podria vivir con las garrapatas todo el verano y seria una fuente continua de enfermedad para los demas receptores designados. Todo lo que se necesita para ello es pasar rapidamente una barra humeda de jabon sobre el caballo viejo y, en una hora, frotar con el mismo jabon a un nuevo anfitrion. Es muy probable que el mismo Lewis haya llevado a cabo la transferencia - comente sombriamente- cuando llevaba a las victimas desafortunadas al hipodromo en mis camiones.

– ?Fue Lewis el que estrello tu automovil y deshizo tu casa?

– No lo se, pero si estoy seguro de que fue uno de los que me arrojo al mar en Southampton. El dijo: 'Si con esto no le da gripe, ya nada lo hara enfermarse'. Si me odia tanto como para haber hecho el resto, lo ignoro.

– ?De manera que que sigue?

– Manana -repuse-, Lewis va a conducir el camion super seis a Italia para ir a recoger uno de los potros de Benyi. Es un viaje de tres dias, la mayor parte a traves de Francia.

Nina permanecio inmovil. Despues senalo:

– Tengo un paracaidas. Voy a ir en ese viaje.

– No quiero que hagas nada – explique-. Quiero que el tenga todas las oportunidades de recoger otro conejo lleno de garrapatas. Lo que necesito es que observes hacia donde se dirigen. La ruta que Lewis debe tomar para llegar a Italia es a traves del valle del Rodano, que es a donde fue el fin de semana pasado tambien. Debe atravesar el tunel del Mont Blane desde Francia a Italia, pero s' toma otro camino, no hagas ningun comentario. Si quiere detenerse en alguna parte, dejalo. No hagas preguntas. Como si no te dieras cuenta de nada. Bosteza, duerme, actua como tonta.

– Te prometo -respondio con enfasis- que sere tan ciega como un murcielago -hizo una pausa-. Sin embargo, quiero avisarle a Patrick Venables a donde voy a ir.

– No permitas que Patrick haga nada -agregue con ansiedad-. No dejes que los espante -mi instinto me prevenia en contra de que el Jockey Club se enterara de todo demasiado prono, pero posiblemente tambien me aconsejaba que en esta mision, quiza peligrosa, tal vez necesitaria que Venables estuviera al tanto, a guisa de proteccion.

– No quiero que me arresten -dijo Nina un poco en tono de broma- por tratar de enfermar a la mitad de los mejores potros de Pixhill.

– No te arrestaran. Yo -me detuve en seco, una revelacion se presento ante mi con una fuerza tal que me quito el aliento-. ?Maldicion!

– ?Que te pasa?

– Mmm, nada. Cuando vuelvas el miercoles, te esperare. No te preocupes de nada, excepto de no asustar a Lewis.

Cenamos en el restaurante. Discutimos primero el viaje, pero pasamos muy pronto a hablar de nuestras vidas en general. En verdad, disfrutaba de su compania. Le pregunte a Nina cuantos anos tenia su hija mayor.

– Veintitres -sonrio y miro su pasta-. Es mas joven que tu.

– ?Soy asi de transparente?

La sonrisa recatada se profundizo. Pense en todas las habitaciones vacias en los pisos superiores del hotel. Debio haber adivinado lo que pasaba por mi mente. Simplemente espero. Yo suspire.

– No es lo que preferiria hacer -comente-, pero me voy a casa. Cuando todo esto termine…

– Si -repuso ella-. Ya veremos.

Salimos juntos hacia nuestros automoviles. La bese en la boca, no en la mejilla. Aparto la cabeza, y los ojos le brillaban.

– Freddie… -la voz de Nina sonaba evasiva, dejando a mi cargo todo el peso de la decision.

– Tengo que… En realidad tengo que irme -repuse casi con desesperacion-. No voy a enviarte a Francia sin hacer preparativos -me detuve. Esto no era de lo que queria hablar. La bese otra vez y senti que la decision se esfumaba.

– Freddie…

– Te dire manana por que tengo que irme.

La bese con fuerza y luego me volvi para dirigirme al Fourtrak, me sentia torpe y molesto por haber llegado tan lejos para despues retirarme. A ella no parecio importarle. No habia sentimientos de dolor o rechazo en la sonrisa que esbozo cuando se alejaba en el automovil rojo.

Acelere el Fourtrak de regreso a casa y me cambie. Me puse unos zapatos negros suaves y la ropa mas oscura que pude encontrar. Despues camine en medio de las sombras hasta la granja, abri con cautela el candado y entre, cerrandolo detras de mi.

Pasaba de la medianoche. Todos los camiones estaban colocados en su lugar, la luz de la puerta del restaurante brillaba en la oscuridad. Una noche tranquila de domingo. No habia irrumpido en esta ocasion, en una situacion mortal.

Consegui una linterna en la oficina; despues camine sin hacer ruido por la granja hasta la camioneta vieja del Trotador. Desde los asientos delanteros alcanzaba a ver el super seis que Lewis iba a conducir a Milan.

Me las arregle para continuar despierto una hora.

Dormite.

Me desperte con una sacudida. Eran las dos en punto.

Me dormi.

Las tres de la manana. Las cuatro. La medianoche transcurrio, mientras tenia los ojos cerrados.

Cuando llego, se oyo el chasquido del candado y el sonido que hizo al golpear contra la cadena. Me desperte por completo.

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