deben de sentir los fisicos y quimicos alemanes honrados sabiendo que sus descubrimientos van en provecho de Hitler? Imaginese a un fisico judio cuya familia es asesinada como si fueran perros rabiosos. Es feliz porque ha hecho un descubrimiento, pero este, contra su voluntad, confiere potencia militar al fascismo. El lo ve todo, lo comprende todo, y sin embargo, no puede evitar alegrarse por su descubrimiento… ?Es horrible!

– Si, si -ratifico Karimov-, un hombre que siempre ha pensado no puede obligarse a dejar de pensar.

Salieron a la calle.

– Me da reparo que quiera acompanarme con este tiempo de perros -dijo Karimov-. Hacia poco que estaba en casa y ahora ha tenido que salir otra vez.

– No importa -respondio Shtrum-. Solo le acompanare hasta la esquina.

Miro a la cara de su companero y anadio:

– Me complace pasear con usted por la calle, a pesar de este tiempo desapacible.

Karimov caminaba en silencio y Shtrum tuvo la impresion de que estaba absorto en sus pensamientos y no le escuchaba. Al llegar a la esquina, Shtrum se detuvo.

– Bueno -dijo-, despidamonos aqui.

Karimov le apreto la mano con fuerza y, alargando las palabras, dijo:

– Pronto regresara a Moscu y tendremos que separarnos. Nuestros encuentros han significado mucho para mi.

– Creame, a mi tambien me da pena -dijo Shtrum. Cuando Shtrum caminaba de regreso a casa alguien lo llamo, pero el no se dio cuenta. Luego vio los ojos oscuros de Madiarov, mirandole fijamente. Llevaba levantado el cuello del abrigo.

– ?Que ha pasado? -le pregunto-. ?Se han acabado nuestras reuniones? Piotr Lavrentievich esta enfadado conmigo.

– Si, claro, es una lastima -respondio Shtrum-. Pero en el calor de la discusion hemos dicho una sarta de tonterias.

– ?Quien da importancia a las palabras dichas en caliente? -replico Madiarov.

Madiarov acerco la cara a Shtrum, y sus ojos grandes, amplios, llenos de tristeza, se tornaron aun mas tristes.

– En cierta manera no esta mal que se hayan interrumpido nuestros encuentros.

– ?Por que? -quiso saber Shtrum.

– Tengo que decirselo -dijo Madiarov, casi jadeando-.

Creo que el viejo Karimov colabora. ?Me entiende? Y usted, me parece, lo ha visto a menudo.

– ?Tonterias! No me creo ni una sola palabra -dijo Shtrum.

– ?No se ha dado cuenta? Todos sus amigos y los amigos de sus amigos han sido reducidos a polvo, todo su entorno ha desaparecido sin dejar huella. Solo el ha sobrevivido, y bien que ha prosperado: lo han hecho academico.

– ?Y que? Yo tambien soy academico, y usted.

– Reflexione un poco sobre esa suerte extraordinaria. Ya no es usted un nino, senor mio.

10

– Vitia, mama acaba de llegar -dijo Liudmila.

Aleksandra Vladimirovna estaba sentada a la mesa con un chal sobre los hombros. Se llevo una taza de te a los labios y tras dejarla a un lado dijo:

– Bueno, he hablado con una persona que vio a Mitia [73] justo antes de que estallara la guerra.

Con una calma deliberada y midiendo el tono de su voz a causa de la excitacion, les explico que los vecinos de una companera suya del trabajo, ayudante de laboratorio, habian recibido la visita de un paisano. Su companera habia pronunciado por casualidad, en presencia del invitado, el apellido de Aleksandra Vladimirovna, a lo que este pregunto si aquella Shaposhnikova no tendria algun pariente llamado Dmitri. Despues del trabajo, Aleksandra Vladimirovna se habia dirigido a casa de la ayudante de laboratorio. Alli se entero de que el visitante, corrector de profesion, acababa de ser liberado de un campo penitenciario, donde habia pasado siete anos por haber dejado escapar una errata en el editorial del periodico: en el apellido del camarada Stalin los tipografos se habian equivocado en una letra. Antes de la guerra lo habian trasladado de un campo en la Republica Autonoma de Komi a otro mas severo en el Extremo Oriente por infringir la disciplina, y alli, entre sus companeros de barracon figuraba Shaposhnikov.

– Desde la primera palabra comprendi que se trataba de Mitia. Aquel hombre me dijo: «Se tumbaba en las literas y silbaba: Chizhyk-Pizhik, gdie ti bil» [74]. Poco antes de que le arrestaran, Mitia vino a verme y respondio a todas mis preguntas sonriendo y silbando Chizhyk- Pizhik… Esta noche el hombre se marcha en un camion a Laishevo, donde vive toda su familia. Segun dice, Mitia esta enfermo de escorbuto y del corazon. No cree que salga en libertad. Le habia hablado de mi y de Seriozha. Dice que trabaja en la cocina, que tiene un buen puesto.

– Si -dijo Shtrum-, para eso se saco dos titulos.

– No podemos fiarnos de ese hombre; ?y si fuese un provocateur mandado intencionadamente? -pregunto Liudmila.

– ?Por que iba a perder el tiempo un provocateur con una vieja como yo?

– Pues bien que se interesa cierta organizacion por Viktor.

– Pero que tonterias dices, Liudmila -replico Viktor, irritado.

– ?Y por que esta el en libertad? ?Te lo ha explicado? -pregunto Nadia.

– Lo que me ha contado es increible. Parece un mundo diferente, o mas bien una pesadilla. Se diria que viene de otro pais, con sus propias costumbres, su historia medieval y su historia moderna, sus proverbios… Le pregunte por que le habian puesto en libertad. El parecio bastante sorprendido:

«?No lo sabe? Me han dado la baja por invalidez». Por lo que he entendido, a veces liberan a los dojodiaga, es decir a los moribundos. Dentro del campo tienen una jerga especial para las diversas categorias de prisioneros: los trabajadores [75], los enchufados, los perros… Le pregunte acerca de esa extrana condena de diez anos sin derecho a correspondencia que habian dictado contra miles de personas en 1917. Me contesto que no habia conocido a ningun prisionero que estuviera cumpliendo aquella pena, y eso que habia estado en decenas de campos. «Entonces ?que le ha pasado a esa gente?», pregunte. «No lo se», respondio el. «Desde luego en los campos no estan.»

»La tala forestal, los deportados a zonas de poblacion especial, los prisioneros a los que se les multiplica la condena… De pronto me senti acongojada. Y pensar que Mitia ha estado viviendo en un sitio asi hablando en esa jerga: los moribundos, los enchufados los perros… Ese hombre me hablo tambien de como se suicidan algunos prisioneros: no comen durante varios dias, solo beben agua de los pantanos de Kolyma y asi mueren de edema, de hidropesia. Entre ellos dicen “ha bebido agua”, o “ha comenzado a beber”. Por supuesto, eso solo ocurre cuando tienen el corazon enfermo.

Aleksandra Vladimirovna veia la cara tensa y angustiada de Shtrum, la frente surcada de arrugas de su hija. Perturbada, sintiendo la boca seca y que la cabeza le ardia, continuo con su relato:

– Dice que el viaje de traslado en los convoyes es aun mas duro que el campo. Ahi los delincuentes comunes son todopoderosos: te desnudan, te quitan la comida, se juegan a las cartas la vida de los prisioneros politicos; el que pierde tiene que matar a un hombre con un cuchillo, y la victima no sabe hasta el ultimo minuto que han apostado su vida en una partida de cartas… Todavia mas terrible es que en los campos todos los puestos de mando estan en manos de delincuentes comunes: son los sindicos [76] de los dormitorios, los jefes de brigada en los trabajos del bosque. Los prisioneros politicos no tienen derechos, les tutean. Fascista [77], asi es como llamaban los delincuentes comunes a Mitia.

Aleksandra Vladimirovna anadio con voz estentorea, como si se dirigiera a un auditorio:

– Ese hombre fue trasladado del campo donde se encontraba Mitia a otro situado en Siktivkar. Y dice que durante el primer ano de guerra enviaron al grupo de campos donde se habia quedado Mitia a un tipo llamado

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