– ?Conoce el apellido de ese jovenzuelo? -le pregunto de repente Sokolov como si le estuviera leyendo el pensamiento-. ?Sabe de quien es pariente?
– No tengo ni idea -respondio Shtrum. Sokolov se inclino hacia el y le susurro al oido.
– ?Que me dice! -exclamo Shtrum. Y recordando la actitud, a su modo de ver inexplicable, del academico piramidal y de Suslakov con respecto a un joven en edad universitaria, anadio alargando las palabras:
– ?A-a-ah, bueno! Asi que era eso. Ya me extranaba a mi. Sokolov se rio.
– Desde el primer dia tiene usted aseguradas las relaciones amistosas tanto en la seccion cientifica como en la direccion academica. Es usted como aquel personaje de Mark Twain que se jacta de sus ingresos ante el inspector de hacienda.
Pero aquella broma no le hizo ninguna gracia a Shtrum, que pregunto:
– ?De veras no ha oido nuestra discusion, usted que se encontraba a mi lado? ?O acaso no deseaba intervenir en mi conversacion con el inspector de hacienda?
Los pequenos ojos de Sokolov sonrieron a Shtrum, y se volvieron buenos y hermosos.
– No se disguste, Viktor Pavlovich. No esperaria que Shishakov apreciara su trabajo, ?verdad? Ay, Dios mio, Dios mio. Pura vanidad cotidiana., mientras que su trabajo es autentico.
En sus ojos, en su voz, habia aquella gravedad, aquella calidez que Shtrum habia esperado encontrar cuando lo visito una noche de otono, en Kazan. Entonces Viktor se habia ido con las manos vacias.
La reunion comenzo. Los ponentes hablaron de las tareas de la ciencia en los penosos tiempos de la guerra, de la disposicion a consagrar las propias fuerzas a la causa del pueblo, a ayudar al ejercito en su lucha contra el fascismo aleman. Hablaron del trabajo de varios institutos de la Academia, sobre la ayuda que el Comite Central del Partido brindaria a los cientificos, y del camarada Stalin, que mientras dirigia el ejercito y el pueblo, todavia encontraba tiempo para interesarse por las cuestiones cientificas, y de los cientificos, que debian mostrarse dignos de la confianza del Partido y del propio camarada Stalin.
Se debatieron tambien algunos cambios en la organizacion requeridos por la nueva situacion. Para gran asombro de los fisicos, estos descubrieron que no estaban satisfechos con los planes de su instituto; se prestaba demasiada atencion a las cuestiones puramente teoricas. En la sala se repetia en un murmullo la sentencia de Suslakov: «El instituto esta distanciado de la vida».
27
En el Comite Central se habia discutido la situacion de la investigacion cientifica en el pais. Se anuncio que el Partido, desde ese momento en adelante, concentraria su atencion en el desarrollo de la fisica, las matematicas y la quimica.
El Comite Central consideraba que la ciencia debia orientarse hacia la produccion, acercarse a la vida, unirse estrechamente a ella.
El mismisimo Stalin habia asistido a ?a reunion, y por lo visto se habia paseado por la sala como de costumbre, pipa en mano, interrumpiendo de vez en cuando su paseo con aire pensativo para escuchar a algun orador o bien absorto en sus propios pensamientos.
Los participantes de la reunion se habian pronunciado en contra del idealismo y de la infravaloracion de la ciencia y la filosofia rusas.
Stalin solo habia hablado dos veces. Cuando Scherbakov abogo por una reduccion en el presupuesto de la Academia, Stalin nego con la cabeza y dijo:
– Hacer ciencia no es como fabricar pastillas de jabon. No vamos a ahorrar con la Academia.
Luego intervino una segunda vez, cuando en la reunion se abordaba el problema de ciertas teorias idealistas nocivas y la excesiva admiracion por parte de algunos cientificos hacia la ciencia occidental. Stalin asintio con la cabeza y dijo:
– Si, pero debemos proteger a nuestra gente de los epigonos de Arakcheyev [87].
Los cientificos presentes en la reunion se lo contaron a sus amigos, bajo el solemne juramento de que no se irian de la lengua. Al cabo de tres dias todo el Moscu cientifico -en decenas de familias y circulos de amigos- discutia a media voz los pormenores de la reunion. Cuchicheaban que a Stalin le habian salido canas, que tenia los dientes negros, estropeados, que los dedos de sus manos eran finos y bellos, y que tenia la cara picada de viruelas. A los jovencitos que escuchaban estas descripciones se les advertia: «Cuidado, mantened la boca cerrada, mira que no os buscais solo vuestra ruina, sino la de todos».
Todos esperaban que la situacion de los cientificos mejorara sensiblemente; las palabras de Stalin sobre Arakcheyev habian arrojado grandes esperanzas.
Unos dias mas tarde arrestaron a un famoso botanico, el genetista Chetverikov. Sobre el motivo del arresto corrian diversos rumores: algunos sostenian que era un espia; otros, que durante sus viajes al extranjero se habia reunido con emigrados rusos; los terceros, que su mujer, alemana, se carteaba antes de la guerra con su hermana que vivia en Berlin; los cuartos afirmaban que el genetista habia intentado introducir en el mercado una clase nociva de trigo para provocar plagas y malas cosechas; los quintos relacionaban su arresto con una frase pronunciada por el sobre el «dedo de Dios»; los sextos, con un chiste de contenido politico que habia contado a un companero de la infancia.
Desde que habia comenzado la guerra se oia hablar relativamente poco de arrestos politicos, y muchos, Shtrum incluido, comenzaron a pensar que aquellas espantosas practicas eran agua pasada.
Todo el mundo se acordaba de 1937, cuando casi a diario se citaban nombres de personas arrestadas la noche antes. La gente se telefoneaba para contarse las novedades: «Hoy por la noche se ha puesto enfermo el marido de Anna Andreyevna…». Le venia a la mente como hablaban por telefono los vecinos sobre los que habian sido arrestados: «Se fue y no se sabe cuando regresara». Volvian a aflorar los relatos sobre las circunstancias de los arrestos: «Llegaron a su casa en el momento en que estaba banando al nino; lo apresaron en el trabajo, en el teatro, en plena noche…». Recordaban «El registro duro cuarenta y ocho horas, lo pusieron todo patas arriba, incluso rompieron el suelo… Apenas han revisado nada; han hojeado los libros solo para salvar las apariencias…».
Rememoraban a decenas de familias desaparecidas que nunca habian vuelto: el academico Vavilov, Vize, el poeta Osip Mandelshtam, el escritor Babel, Boris Pilniak, Meyerhold, los bacteriologos Korshunov y Zlatogorov, el profesor Pletniov, el doctor Levin…
Pero el hecho de que los arrestados fueran eminentes y conocidos carecia de importancia. La cuestion era que celebres o anonimas, modestas e insignificantes, aquellas personas eran inocentes, y realizaban su trabajo honestamente.
?Es que todo aquello iba a comenzar de nuevo? ?Era posible que despues de la guerra a uno le tuviera que dar un vuelco el corazon cada vez que oia pasos en la noche, ante cada toque de claxon?
Que dificil era encontrar un vinculo entre la guerra por la libertad y todo aquello… Si, si, en Kazan se habian equivocado hablando tan a la ligera.
Una semana despues del arresto de Chetverikov, Chepizhin declaro que se marchaba del Instituto de Fisica. Shishakov fue asignado para cubrir su puesto.
El presidente de la Academia habia visitado a Chepizhin en su casa y se decia que el cientifico, apremiado no se sabe si por Beria o por Malenkov, se habia negado a introducir cambios en el programa de trabajo del instituto. Considerando los servicios que Chepizhin habia brindado a la ciencia, en un principio no quisieron adoptar medidas extremas contra el. Al mismo tiempo habia sido relevado de sus funciones administrativas el joven liberal Pimenov, declarado no idoneo para el puesto.
Al academico Shishakov le fueron confiadas la responsabilidad cientifica y la funcion de director, cargo que hasta ese momento desempenaba Chepizhin.
Circulaba el rumor de que Chepizhin, despues de estos acontecimientos, habia sufrido un ataque al corazon. Shtrum se dispuso a visitarlo enseguida pero antes quiso avisarlo por telefono; respondio la asistenta domestica, que le informo de que Dmitn Petrovich se habia encontrado muy mal en los ultimos dias y que, por consejo medico, habia salido de la ciudad en compania de Nadiezhda Fiodorovna; no regresaria hasta dentro de dos o tres semanas.