ultimos tiempos la desesperaba, y un dia que puso la tetera vacia en el fuego exclamo:

– ?Que te pasa? ?Tienes las manos de mantequilla? Eres mas tonto que el asa de un cubo.

Luego, mientras instalaban los nuevos aparatos en el laboratorio, aquellas palabras de Liudmila, que tanto le habian irritado y ofendido, le volvian constantemente a la mente.

En el laboratorio reinaban Markov y Nozdrin. Savostianov fue el primero en percatarse y dijo en una reunion de produccion:

– ?No hay otro Dios que el profesor Markov y Nozdrin es su profeta!

La arrogancia y la reticencia de Markov desaparecieron. Markov maravillaba a Shtrum por su audacia de pensamiento, por la extrema facilidad con que solucionaba todos los problemas. Shtrum tenia la impresion de que era como un cirujano que, bisturi en mano, operaba entre una red de vasos sanguineos y centros nerviosos. Parecia que de sus manos naciera un ser inteligente de mente poderosa y penetrante, un nuevo organismo de metal dotado, por primera vez en el mundo, de corazon y sentimientos, capaz de alegrarse y sufrir al mismo nivel que las gentes que lo habian creado.

A Shtrum siempre le habia divertido un poco la inquebrantable seguridad de Markov en su trabajo, convencido de que los instrumentos que creaba con sus manos tenian mayor importancia que las futiles cuestiones de las que se habian ocupado Buda o Mahoma, o que los libros escritos por Tolstoi o Dostoyevski.

?Tolstoi dudaba del valor de su inmenso trabajo como escritor! El genio no estaba convencido de estar creando algo necesario para la gente. Pero los fisicos si lo estaban. Ellos no dudaban. Y Markov, mucho menos.

Sin embargo, ahora esta seguridad suya no le parecia tan divertida. A Shtrum tambien le gustaba observar a Nozdrin trabajando con la lima, las pinzas, el destornillador o mientras escogia, con aire pensativo, entre diversas terminaciones de cables para echar una mano a los electricistas que conectaban el circuito electrico con los nuevos aparatos.

El suelo estaba cubierto de manojos de cables y hojas de plomo opacas y azuladas. En medio de la sala, sobre una plancha de hierro fundido, se erguia la pieza maestra llegada de los Urales, que se distinguia por sus formas circulares y triangulares perforadas sobre el metal. Que belleza tan abrumadora e inquietante encerraba aquel bloque de metal que les permitiria estudiar la naturaleza con una perfeccion fantastica…

A orillas del mar, mil o dos mil anos antes, un punado de hombres construyeron una balsa con troncos gruesos sujetos por cuerdas y ganchos. Sobre la arena habian dispuesto sus tornos y bancos de carpintero y en las hogueras fundian el alquitran en vasijas… Pronto se harian a la mar. Por la noche los constructores de la balsa habian vuelto a sus casas, habian respirado el aroma del hogar, sentido el calor en torno al brasero, oido los improperios y las risas de sus mujeres. A veces se entrometian en las rinas domesticas, hacian ruido, levantaban la mano a sus hijos, discutian con los vecinos. Y por la noche, en la calida oscuridad, el rumor del mar se volvia cada vez mas audible, y el corazon se les encogia en el presentimiento del proximo viaje a lo desconocido…

Cuando estaba concentrado en el trabajo, Sokolov por lo general no articulaba palabra. En ocasiones Shtrum se volvia a mirarlo, se cruzaba con su mirada seria y atenta, y tenia la impresion de que todo cuanto habia habido de bueno e importante entre ellos seguia muy vivo.

Shtrum deseaba mantener una conversacion sincera con Piotr Lavrentievich. En realidad, todo era muy extrano. Todas aquellas pasiones humillantes desencadenadas por la distribucion de las raciones, los pensamientos mezquinos sobre el modo de medir la estima y la consideracion que te tenian los superiores. Pero todavia continuaban palpitando en el corazon sentimientos que no dependian de las autoridades, de los exitos o fracasos profesionales, de los premios.

De nuevo las veladas de Kazan parecian jovenes y maravillosas, tenian algo de las reuniones estudiantiles de antes de la Revolucion. Si al menos Madiarov pudiera revelarse como un hombre honesto. Era extrano: Karimov desconfiaba de Madiarov, Madiarov de Karimov… ?Y los dos eran honrados! De eso estaba seguro. Despues de todo, como decia Heine: Die beiden stinken [90].

A veces recordaba una conversacion que habia tenido con Chepizhin acerca del «magma»; ?Por que ahora que habia vuelto a Moscu se removian en su alma todas esas cosas mezquinas e insignificantes? ?Por que pensaba tan a menudo en personas a las que no respetaba? ?Por que las personas mas talentosas, fuertes y honestas eran incapaces de ayudarle?

– Es curioso -dijo Shtrum a Sokolov-. Viene gente de todos los laboratorios para ver el montaje de nuestro nuevo aparato. En cambio Shishakov no se ha dignado honrarnos con su presencia.

– Esta muy ocupado -respondio Sokolov.

– Claro, claro -se apresuro a confirmar Shtrum.

Desde que habian regresado a Moscu era imposible mantener una conversacion sincera y amistosa con Piotr Lavrentievich. Era como si ya no se conocieran.

Shtrum habia dejado de discutir con Sokolov ante el minimo pretexto. Por el contrario, trataba de evitar cualquier polemica. Aunque rehuir las discusiones no siempre era facil; a veces surgian del modo mas inesperado, en el momento que Shtrum menos lo esperaba.

Una vez Shtrum dejo caer:

– Me estaba acordando de nuestras conversaciones en Kazan… A proposito, ?como esta Madiarov? ?Le escribe?

Sokolov nego con la cabeza.

– No lo se. No se nada sobre Madiarov. Ya le dije que dejamos de vernos antes de partir. Cada vez me resulta mas desagradable recordar las conversaciones que teniamos en aquella epoca. Estabamos tan deprimidos que intentabamos echar la culpa de los contratiempos militares a presuntos vicios de la vida sovietica. Todo lo que se nos antojaba una carencia del Estado sovietico ha demostrado ser su fuerza.

?Se refiere a 1937, por ejemplo? -pregunto Shtrum.

– Viktor Pavlovich -replico Sokolov-, en los ultimos tiempos transforma usted todas nuestras conversaciones en discusiones.

Shtrum queria decirle que, por el contrario, su predisposicion era buena, que era el, Sokolov, quien estaba irritable, y que esa irritacion interna le impulsaba a buscar pretextos para discutir.

En cambio, se limito a decir:

– Es probable, Piotr Lavrentievich, que se deba a mi mal caracter, que empeora dia tras dia. Tambien Liudmila Nikolayevna se ha dado cuenta.

Al pronunciar estas palabras, Shtrum penso: «Que solo estoy. Ya sea en casa, en el trabajo o con mi amigo, estoy solo».

29

El Reichsfuhrer Himmler habia organizado una reunion para hablar sobre las medidas especiales que estaban siendo llevadas a cabo por la RSHA, la Oficina Central de Seguridad del Reich. La reunion era de especial importancia ya que estaba relacionada con el viaje de Himmler al cuartel general del Fuhrer.

El Obersturrmbannfuhrer Liss habia recibido ordenes desde Berlin de informar sobre el progreso de la construccion de un edificio especial situado cerca de la direccion del campo.

Antes de inspeccionar la marcha de la obra, Liss debia visitar las fabricas de maquinaria de la empresa Foss y la fabrica quimica encargada de servir los pedidos de la Direccion de Seguridad.

Acto seguido, Liss viajaria a Berlin para informar al Obersturrmbannfuhrer Eichmann, responsable de la preparacion de la reunion.

Liss estaba encantado de que le hubieran encargado aquella mision. Se sentia hastiado de la atmosfera del campo, del continuo trato con hombres rudos y primitivos.

Al subirse al coche, se acordo de Mostovskoi. Probablemente el viejo, confinado en su celda de aislamiento, se esforzaba dia y noche en adivinar con que proposito le habia mandado llamar Liss y esperaba impaciente a que se produjera el proximo encuentro. Pero Liss solo buscaba confirmar algunas hipotesis con la intencion de escribir un ensayo: La ideologia del enemigo y sus lideres.

?Que caracter tan interesante! En efecto, cuando penetras en el nucleo del atomo, las fuerzas de atraccion comienzan a actuar tan poderosamente sobre ti como las fuerzas centrifugas.

El automovil traspaso las puertas del campo, y Liss se olvido de Mostovskoi.

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