David veia las caras de las personas. Desde que les habian hecho bajar del tren solo habia visto sus espaldas, y ahora todo el convoy parecia avanzar de frente hacia el. Sofia Osipovna, de repente, se habia vuelto extrana: su voz sonaba diferente en el espacio plano de hormigon; toda ella, al entrar en la camara, habia cambiado. Cuando le dijo: «Sujetate fuerte a mi, pequeno», David percibio que tenia miedo de soltarle y quedarse sola. Pero no pudieron permanecer al lado de la pared. Les apartaron de alli y les obligaron a moverse a pequenos pasos. David noto que el se movia masrapido que Sofia Osipovna. La mano de la mujer se aferraba a la del nino, lo apretaba contra ella. Pero una especie de fuerza dulce e insensible estiraba gradualmente a David y los dedos de la mujer comenzaron a abrirse…
El gentio se volvia cada vez mas denso, sus movimientos se ralentizaban y los pasitos eran mas cortos. Nadie dirigia el movimiento en la caja de hormigon. A los alemanes tanto les daba si la gente estaba inmovil en la camara de gas o bien giraba en zigzag y semicirculos como locos. Y el nino desnudo daba pasitos minusculos y absurdos. La curva de movimiento que efectuaba su cuerpecito ligero habia dejado de coincidir con la curva de movimiento del cuerpo grande y pesado de Sofia Osipovna, y de pronto se separaron. No tenia que sujetarlo de la mano, sino como hacian aquellas dos mujeres, madre e hija, que febrilmente, con la sombria obstinacion del amor, se apretaban mejilla contra mejilla, pecho contra pecho, fundidas en un solo cuerpo indivisible.
El numero de personas seguia creciendo, y a medida que aumentaba su densidad, el movimiento de los cuerpos dejaba de obedecer las leyes de Avogadro. Cuando perdio la mano de Sofia Osipovna, el nino grito. Pero de repente paso a formar parte del pasado; ahora solo existia el presente. Los labios de la gente respiraban cerca, los cuerpos se rozaban, los pensamientos y los sentimientos se unian, se entrelazaban.
David cayo en un remolino que, impulsado desde la pared, retrocedia hacia la puerta. David vio a tres personas unidas, dos hombres y una anciana. La mujer defendia a sus hijos que, a su vez, la sostenian. Y de repente se produjo un nuevo movimiento al lado de David. El ruido tambien era nuevo, no se confundia con el susurro y el murmullo general.
– ?Dejad libre el camino!
A traves de la masa compacta se abria paso un hombre que, con los brazos robustos y tensos hacia delante, el cuello grueso y la cabeza inclinada, queria escapar de aquel ritmo hipnotico del cemento; su cuerpo se rebelaba ciega e irreflexivamente, como un pez en la mesa de una cocina. Enseguida se apaciguo, perdio el aliento y empezo a dar pasitos como hacia todo el mundo.
El desequilibrio que el cuerpo del hombre habia causado cambio el rumbo del flujo rotatorio y David se encontro de nuevo junto a Sofia Osipovna. La mujer se apreto contra el nino con una fuerza que solo los obreros del Sonderkommando habrian podido valorar: cuando vaciaban la camara de gas nunca intentaban separar los cuerpos de los seres queridos estrechamente abrazados.
Sonaban gritos cerca de la puerta; al ver la densa masa humana, la gente se negaba a pasar al interior.
David vio como se cerraba la puerta: el acero, suave y ligero, como atraido por un iman, encajo hermeticamente con el acero del marco, hasta formar un solo cuerpo.
En lo alto, detras de una reja metalica y cuadrada que habia en la pared, David vio algo que se movia. Le parecio que era una rata gris, pero enseguida comprendio que era un ventilador que se ponia en marcha. Sintio un tenue olor dulzon.
El rumor de pasos se calmo; a veces se oian palabras confusas, gemidos, lamentos. Hablar ya no servia para nada, moverse no tenia sentido: esas son acciones que se proyectan hacia el futuro, y en la camara de gas ya no hay futuro. Los movimientos que David hizo con la cabeza y el cuello no despertaron en Sofia Osipovna el deseo de volverse y mirar que estaba observando otro ser humano.
Sus ojos, que habian leido a Homero, el Izvestia, Las aventuras de Huckleberry Finn, a Mayne Reid, la Logica de Hegel, que habian visto gente buena y mala, que habian visto gansos en los vastos prados de Kursk, estrellas en el observatorio de Pulkovo, el brillo del acero quirurgico, La Gioconda en el Louvre, tomates y nabos en los puestos del mercado, las aguas azules del lago Issik-Kul, ahora ya no eran necesarios. Si alguien la hubiera cegado en ese instante, no habria notado la perdida de la vision.
Respiraba, pero respirar se habia convertido en un trabajo fatigoso, y ese acto tan sencillo la agotaba. Deseaba concentrarse en su ultimo pensamiento a pesar del estruendo de campanas que resonaba en su cabeza. Pero no lograba concebir ningun pensamiento. Estaba de pie, muda, sin cerrar los ojos que ya no veian nada.
El movimiento del nino la colmo de piedad. Su sentimiento hacia el nino era tan sencillo que ya no hacian falta palabras ni miradas. El nino agonizante respiraba, pero el aire que inspiraba no le traia la vida, se la llevaba. Su cabeza se volvia: continuaba queriendo ver. Miraba a los que se habian desplomado en el suelo, las bocas desdentadas abiertas, bocas con dientes blancos y de oro, los hilos de sangre que manaban de la nariz. Vio los ojos curiosos que observaban la camara de gas a traves del cristal; los ojos contemplativos de Roze se cruzaron por un momento con los de David. El todavia necesitaba su voz, le hubiera preguntado a tia Sonia que eran esos ojos de lobo. Y necesitaba tambien el pensamiento. Solo habia dado unos pocos pasos en el mundo, habia visto las huellas de los talones desnudos de los ninos sobre la tierra caliente y polvorienta; en Moscu vivia su madre, la luna miraba desde arriba y desde abajo la miraban los ojos, en la cocina de gas hervia la tetera… Ese mundo, donde corria una gallina decapitada, el mundo donde vivian las ranas que hacia bailar sujetandolas por las patas delanteras y donde bebia la leche por la manana; ese mundo continuaba interesandole.
Durante todo ese tiempo unos brazos fuertes y calidos habian estrechado a David. El nino no entendia que en los ojos se le habian hundido las tinieblas, en el corazon, un desierto, y el cerebro se le empano, invadido del sopor.
Sofia Osipovna Levinton sintio el cuerpo del nino derrumbarse en sus brazos. Luego volvio a separarse de el. En las minas, cuando el aire se intoxica, son siempre las pequenas criaturas, los pajaros y los ratones, las que mueren primero, y el nino con su cuerpecito de pajaro se habia ido antes que ella.
«Soy madre», penso,
Ese fue su ultimo pensamiento.
Pero en su corazon todavia habia vida: se comprimia, sufria, se compadecia de vosotros, tanto delos vivos como de los muertos. Sofia Osipovna sintio nauseas. Presiono a David contra si, ahora un muneco, y murio, tambien muneca.
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Cuando un hombre muere, transita del reino de la libertad al reino de la esclavitud. La vida es la libertad, por eso la muerte es la negacion gradual de la libertad, Primero la mente se debilita, luego se ofusca. Los procesos biologicos en un organismo cuya mente se ha apagado continuan funcionando durante cierto tiempo: la circulacion de la sangre, la respiracion, el metabolismo. Pero se produce una retirada inevitable hacia la esclavitud: la conciencia se ha extinguido, la llama de la libertad se ha extinguido.
Las estrellas del firmamento nocturno se apagan, la Via Lactea desaparece, el Sol se ha apagado, Venus, Marte y Jupiter se esfuman, el oceano se petrifica, millones de hojas mueren, el viento deja de soplar, las flores pierden su color y aroma, el pan desaparece, el agua desaparece, el frio y el calor del aire desaparecen. El universo que existia en un individuo ha dejado de existir. Ese universo es asombrosamente parecido al universo que existe fuera de las personas. Es asombrosamente parecido al universo que todavia se refleja en las cabezas de millones de seres vivos. Pero aun mas sorprendente es el hecho de que ese universo tiene algo en el que distingue el rumor de sus oceanos, el perfume de sus flores, el susurro de sus hojas, los matices de su granito, la tristeza de sus campos otonales, y el hecho de que existe en el seno de las personas y, a la vez, existe eternamente fuera de ellas. La libertad consiste en el caracter irrepetible, unico del alma de cada vida particular. El reflejo del universo en la mente del individuo es el fundamento del poder del ser humano, pero la vida se transforma en felicidad, libertad, se convierte en valor supremo solo en la medida en que el individuo existe como mundo que nunca se repetira en toda la eternidad. Solo se puede experimentar la alegria de la libertad cuando encontramos en los demas lo que hemos encontrado en nosotros mismos.
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