– No, no tengo noticias de Kazan. Habia respondido con voz serena y fuerte, como si quisiera decir que el no tenia relaciones que fueran privadas, particulares, humanas, independientes del Estado.
En el despacho entraron Markov y Savostianov y la conversacion tomo otros derroteros. Markov ponia ejemplos de mujeres que arruinaban la vida a sus maridos.
– Cada uno tiene la mujer que se merece -sentencio Sokolov; luego miro el reloj y salio.
Savostianov, riendo, dijo mientras se iba: -Si en el trolebus solo hay una plaza libre, Maria Ivanovna se queda de pie y Piotr Lavrenrievich se sienta. Si de noche alguien llama por telefono no es el quien se levanta de la cama sino Mashenka la que corre en bata a preguntar quien es. Esta claro: la mujer es la mejor amiga del hombre.
– Yo no tengo tanta suerte -dijo Markov-, A mi mi mujer me dice: «?Estas sordo o que? ?Ve a abrir la puerta!». Shtrum, de repente enfadado, intervino:
– ?Que esta diciendo? Piotr Lavrenrievich es un marido ejemplar.
– Usted no tiene motivos para quejarse, Viacheslav Ivanovich -dijo Savostianov-. Se pasa dia y noche en el laboratorio; esta fuera de alcance.
– ?Cree que no lo pago caro? -pregunto Markov.
– Ya entiendo -dijo Savostianov mientras se relamia los labios, saboreando por anticipado una nueva broma-: ?Quedate en casa! Como se suele decir, mi casa es mi fortaleza, si… la fortaleza de Pedro y Pablo [107].
Markov y Shtrum se rieron y luego, ante el temor de que aquella conversacion informal se alargara, Markov se levanto y se dijo a si mismo:
– Viacheslav Ivanovich, es hora de ponerse a trabajar.
Cuando salio, Shtrum observo:
– El que era tan afectado, que media cada gesto, ahora va por ahi como si estuviera borracho. Es cierto, pasa dia y noche en el laboratorio.
– Si, asi es -confirmo Savostianov-, Como un pajaro construyendose el nido. Completamente absorto en el trabajo.
– Ya no se entretiene con los cuchicheos, ya no va por ahi divulgando rumores. Si, si, me gusta, como un pajaro construyendose el nido.
Savostianov se volvio bruscamente hacia Shtrum. Su rostro joven de cejas claras ahora estaba serio.
– A proposito de rumores -dijo-, debo decirle, Viktor Pavlovich, que la velada de ayer en casa de Shishakov, a la que usted no estaba invitado, fue indignante. Me sorprendio mucho…
Shtrum fruncio el ceno; aquella manifestacion de compasion le parecia humillante.
– Muy bien, dejelo estar -respondio con aire desabrido.
– Viktor Pavlovich -dijo Savostianov-, Se que le trae sin cuidado que Shishakov no le haya invitado, pero tal vez Piotr Lavrentievich no le haya contado la vileza que ha tenido el valor de soltar Gavronov. Hay que ser descarado para declarar que sus trabajos huelen a judaismo y que Gurevich lo definio como clasico solo porque usted es judio. Y las autoridades lo unico que hicieron fue sonreir en senal de aprobacion. Ahi tiene a los «hermanos eslavos».
A la hora de la comida, en lugar de dirigirse a la cantina. Shtrum se quedo deambulando por su despacho. ?Quien se imaginaba que la gente pudiera caer tan bajo? ?Un buen tipo, Savostianov! Y pensar que parecia un chaval superficial con sus eternas bromas y las fotografias de chicas en traje de bano. La charlataneria de Gavronov era insignificante, propia de un psicopata, de un tipo envidioso. Nadie le habia rebatido porque lo que insinuaba era demasiado absurdo, demasiado ridiculo.
Sin embargo aquellas naderias sin importancia le causaban una terrible angustia, le torturaban. ?Como era posible que Shishakov no le hubiera invitado? Se habia comportado de un modo grosero y estupido. Y lo mas humillante es que a Shtrum le importaba un comino ese mediocre de Shishakov y sus veladas, pero asi y todo le dolia como si hubiera sufrido una desgracia irreparable. Entendia que era estupido, pero no podia hacer nada. Si, si, y ademas queria que le dieran un huevo mas que a Sokolov. ?Eso era todo! Pero habia algo que le dolia en lo mas intimo, y tenia ganas de decir a Sokolov: «?Como no le da verguenza, amigo mio? ?Como ha podido ocultarme que Gavronov me ha cubierto de fango? Piotr Lavrentievich, usted ha guardado silencio dos veces: primero, con ellos, y luego en mi presencia. ?Que verguenza!».
Y la agitacion no le impedia continuar repitiendose: «Pero tu tambien te callas. Tu tampoco le contaste a tu amigo Sokolov las sospechas de Karimov acerca de su pariente Madiarov. ?Te callaste! ?Por incomodidad? ?Por delicadeza? ?Mentira! Por miedo, miedo de judio». A todas luces hoy no era su dia. Anna Stepanovna entro en su despacho y, al ver su cara triste, Shtrum le pregunto:
– Anna Stepanovna, querida, ?que le pasa?
«?Se habra enterado de mis preocupaciones?», penso Shtrum.
– Viktor Pavlovich, ?que significa? -dijo-. Asi, a mis espaldas. ?Que he hecho yo para merecerme esto?
A Anna Stepanovna le habian pedido que pasara por el departamento de personal durante la hora de la comida, y alli le habian comunicado que debia firmar su dimision. La direccion habia enviado una circular donde se daba la orden de despedir a todos los auxiliares de laboratorio que no tuvieran estudios superiores.
– Nunca he oido un disparate semejante -dijo Shtrum-. No se preocupe, creame, lo arreglare todo.
Anna Stepanovna se habia ofendido particularmente cuando Dubenkov le habia dicho que la administracion no tenia nada personal contra ella.
– Viktor Pavlovich, ?que pueden tener contra mi? Pero disculpe, por el amor de Dios, he interrumpido su trabajo.
Shtrum se echo el abrigo sobre los hombros y atraveso el patio en direccion al edificio de una sola planta donde estaba el departamento de personal.
«Esta bien -penso Shtrum-. Esta bien.» No pensaba en nada mas. Pero en ese «esta bien, esta bien» se sobreentendian muchas cosas.
Dubenkov saludo a Shtrum y le dijo:
– Estaba a punto de llamarle por telefono.
– ?A proposito de Anna Stepanovna?
– No, ?por que? Debido a determinadas circunstancias los miembros mas destacados de nuestro instituto deben rellenar este formulario.
Shtrum miro el monton de hojas del formulario y exclamo:
– ?Anda! Si hay para una semana de trabajo.
– Venga, Viktor Pavlovich. Solo una cosa, por favor: en caso de respuesta negativa, en lugar de poner una rayita, escriba con todas las palabras: «No, no he estado», «No, no tengo», segun proceda en cada caso.
– Escucha, amigo -dijo Shtrum-. Hay que revocar la orden de despido de nuestra ayudante de laboratorio mas veterana, Anna Stepanovna Loshakova.
– ?Loshakova? -replico Dubenkov-. Viktor Pavlovich, ?como voy a revocar yo una orden de la direccion?
– ?No hay derecho! Salvo el instituto, lo defendio bajo las bombas. Y se la expulsa por razones puramente administrativas.
– Es que si no hay razones administrativas nosotros no despedimos a nadie -le replico Dubenkov en tono pomposo.
– Anna Stepanovna no es solo una persona maravillosa, tambien es una de las mejores trabajadoras de nuestro laboratorio.
– Si de verdad es insustituible dirijase a Kasian Terentievich -dijo Dubenkov-. Por cierto, hay un par de asuntos pendientes que tienen que ver con su laboratorio. Alargo a Shtrum dos papeles grapados. -Es a proposito del nombramiento de un investigador cientifico por concurso. -Echo una mirada al papel y leyo despacio-: Un tal Emili Pinjusovich Landesman.
– Si, lo he escrito yo -dijo Shtrum reconociendo el papel que Dubenkov tenia en la mano.
– Aqui esta la resolucion de Kasian Terentievich: «No cumple los requisitos».
– ?Como dice? -pregunto Shtrum-. ?Los requisitos? Es a mi a quien corresponde decir si los cumple o no. ?Como va a saber Kovchenko lo que yo necesito?
– Eso debera discutirlo con Kasian Terentievich -dijo Dubenkov, y echo un vistazo al segundo documento-: Aqui esta la peticion de los colaboradores que se quedaron en Kazan y aqui su solicitud. -?Y bien?
– Kasian Terentievich senala que no es oportuna; dado que trabajan de manera productiva en la Universidad de Kazan su caso no sera revisado hasta el final del ano academico.