Hablaba con voz suave, templada, como si deseara atenuar, con la cordialidad de su tono, las malas noticias que le estaba dando; pero en sus ojos no habia amabilidad, solo curiosidad maligna.
– Se lo agradezco, camarada Dubenkov -dijo Shtrum.
Atraveso de nuevo el patio, repitiendose: «Esta bien, esta bien». No necesitaba el apoyo de sus superiores, ni el afecto de sus amigos, ni la comprension de su mujer. Podia luchar solo. De vuelta en el edificio principal, subio al primer piso.
Kovchenko, con americana negra y una camisa bordada ucraniana, salio del despacho detras de su secretaria, que le habia anunciado la visita de Shtrum, y dijo:
– Bienvenido, Viktor Pavlovich, pase a mi jata.
Shtrum entro en el despacho amueblado con sillones rojos y divanes. Kovchenko le ofrecio asiento en un divan y se sento a su lado.
Mientras escuchaba a Shtrum sonreia, y su amabilidad recordaba en cierto sentido a la de Dubenkov, Sin duda habia esbozado una sonrisa similar cuando Gavronov hablaba del descubrimiento de Shtrum.
– ?Que quiere que haga? -pregunto Kovchenko, afligido, e hizo un gesto de impotencia-. No somos nosotros los que hemos inventado esto. ?Dice que estuvo bajo las bombas? No podemos considerarlo un merito especial, Viktor Pavlovich. Todos los ciudadanos sovieticos soportarian los bombardeos si se lo ordenara la patria.
Se quedo pensativo un momento; luego dijo:
– Hay una posibilidad, aunque suscitara criticas. Se le podria asignar a Loshakova un puesto de preparadora. Dejaremos que conserve su tarjeta para las tiendas especiales. Eso se lo puedo prometer.
– No, seria humillante para ella -objeto Shtrum.
– Viktor Pavlovich, ?que quiere? ?Que el Estado sovietico se rija por unas leyes y su laboratorio por otras?
– Al contrario, quiero que en mi laboratorio se apliquen las leyes sovieticas. Y segun las leyes sovieticas no se debe despedir a Loshakova, Kasian Terentievich, puesto que hablamos de leyes, ?por que ha rechazado la asignacion del joven Landesman para cubrir una plaza en mi laboratorio? -insistio Shtrum.
Kovchenko se mordio los labios.
– Viktor Pavlovich, tal vez reuna los requisitos que usted necesita, pero debe entender que hay otros criterios que la direccion del instituto debe valorar.
– Muy bien -dijo Shtrum, y repitio de nuevo-: Muy bien. -Luego pregunto en un susurro-: Se trata del formulario, ?no? ?Es que tiene parientes en el extranjero?
Kovchenko hizo un gesto evasivo con los brazos,
– Kasian Terentievich, para continuar con esta agradable conversacion le hare una pregunta: ?Por que obstaculiza el regreso de Kazan de mi colaboradora Anna Naumovna Weisspapier? Le hago saber que es candidata a doctora en ciencias. En este caso no veo contradiccion alguna entre mi laboratorio y el Estado…
Una expresion martirizada asomo en la cara de Kovchenko.
– Viktor Pavlovich, ?por que me somete a un interrogatorio? Yo soy responsable del personal. Intente comprenderlo.
– Muy bien, muy bien -dijo Shtrum, sintiendo que estaba a punto de mostrarse extremadamente grosero-. Con el debido respeto, Kasian Terentievich, no puedo seguir trabajando en estas condiciones. La ciencia no esta a su servicio ni al de Dubenkov. Tambien yo estoy aqui para trabajar y no por los confusos intereses del departamento de personal. Escribire una solicitud a Aleksei Alekseyevich para que nombre a Dubenkov director del laboratorio nuclear.
– Viktor Pavlovich, se lo ruego, calmese.
– No voy a trabajar en estas condiciones.
– Viktor Pavlovich, usted no se imagina como aprecia la direccion su trabajo, y yo personalmente.
– Me importa un bledo si aprecian mi trabajo o no -dijo Shtrum, y vio que en la cara de Kovchenko no se reflejaba la ofensa, sino una gozosa satisfaccion.
– Viktor Pavlovich, no le permitiremos bajo ningun concepto que abandone el instituto. -Fruncio el ceno y anadio-: Y no porque usted sea insustituible. No creera en serio que Viktor Pavlovich Shtrum no puede ser sustituido por nadie, ?verdad? -Luego, casi con dulzura, dijo-: Usted no puede prescindir de Landesman ni de Weisspapier, ?y piensa que en Rusia nadie puede sustituirle?
Miro a Shtrum y este tuvo la sensacion de que, en cualquier momento, Kovchenko iba a pronunciar las palabras que todo el tiempo, como una niebla invisible, habian estado suspendidas entre ellos, rozando sus ojos, sus manos, su cerebro.
Shtrum bajo la cabeza, y en ese instante dejo de existir el profesor, el doctor en ciencias, el cientifico famoso, el autor de un importante descubrimiento, capaz de ser altivo y condescendiente, independiente y brusco. Solo era un hombre encorvado, estrecho de espaldas, de nariz aguilena, pelo rizado, con los ojos entornados, como si estuviera esperando recibir una bofetada en la mejilla; miro al hombre de la camisa bordada ucraniana, y espero.
Kovchenko dijo en voz baja:
– ?Vamos, Viktor Pavlovich, no se preocupe, no se preocupe! No hay motivos. ?Por que monta tanto alboroto por una nimiedad?
54
Por la noche, cuando su mujer y su hija se fueron a dormir, Shtrum empezo a rellenar el formulario. Las preguntas eran casi las mismas que antes de la guerra, y como eran identicas, a Viktor Pavlovich le parecieron inutiles y portadoras de nuevas preocupaciones.
Al Estado no le interesaba si las herramientas matematicas que utilizaba Shtrum para realizar su trabajo eran apropiadas; si el montaje instalado en el laboratorio era idoneo para los complejos experimentos que debian efectuarse; si era buena la proteccion de los investigadores contra las radiaciones; si era satisfactoria la amistad y la relacion profesional entre Shtrum y Sokolov; si los jovenes colaboradores estaban preparados para llevar a cabo calculos extenuantes y si comprendian cuantas cosas dependian de la paciencia, el esfuerzo constante y la concentracion.
Era un cuestionario magistral, el formulario de los formularios. Querian saberlo todo sobre el padre de Liudmila, sobre su madre, el abuelo y la abuela de Viktor Pavlovich, donde habian vivido, cuando habian muerto, donde estaban enterrados. ?Por que motivo el padre de Viktor Pavlovich, Pavel Iosifovich, habia viajado a Berlin en 1910? La curiosidad del Estado era seria, tetrica. Shtrum miro el formulario y se sorprendio al dudar de si mismo: ?Era un hombre de fiar?
1. Apellido, nombre, patronimico… ?Quien era el hombre que rellenaba el formulario a altas horas de la noche?: ?Shtrum? ?Viktor Pavlovich? Su madre y su padre nunca se habian casado, solo habian convivido, y se habian separado cuando Vitia tenia dos anos. Se acordaba de que en los documentos de su padre figuraba el nombre de Pinjus y no Pavel. «?Por que soy Viktor Pavlovich? ?Quien soy? ?Me conozco de veras? ?Y si me llamara Goldman o Sagaidachni? ?Y si fuera el frances Desforges, alias Dubrovski?»
Y, acechado por las dudas, paso a responder la segunda pregunta.
2. Fecha de nacimiento… ano… mes… dia…, segun el antiguo y el nuevo calendario. ?Que sabia el de aquel oscuro dia de diciembre? ?Podia afirmar con certeza que habia nacido precisamente aquel dia? ?No deberia anadir, para declinar la responsabilidad, «segun dice…»?
3. Sexo… Shtrum escribio sin vacilar: «Hombre». Luego penso: «Vaya hombre estoy hecho; un verdadero hombre no se habria callado tras la destitucion de Chepizhin».
4. Lugar de nacimiento, segun las antiguas divisiones administrativas (provincia, distrito, volost, pueblo) y las nuevas (oblast, distrito, region urbana o rural)… Shtrum anoto: «Jarkov». Su madre le habia contado que habia nacido en Bajmut, pero que la partida de nacimiento la habian expedido en Jarkov, donde se habia trasladado dos meses despues de su nacimiento. ?Era preciso anadir una explicacion?
5. Nacionalidad… Aqui estaba el quinto punto. Tan sencillo e insustancial antes de la guerra; ahora, sin embargo, habia cobrado una importancia particular. Apretando la pluma entre los dedos, escribio con trazo decidido: «Judio». Aun no sabia el precio que pagarian cientos de miles de personas por responder a la quinta pregunta del formulario con las palabras: calmuco, balkar, checheno, tartaro de Crimea, judio…