13
Tras cien horas de combate, las fuerzas de los tres frentes -el de Stalingrado, el del Don y el del suroeste- se habian unido.
Bajo el palido cielo invernal, en la nieve removida de la periferia de Kalach, las divisiones sovieticas acorazadas de primera linea entraron en contacto. El nevado espacio de la estepa habia sido roturado por cientos de orugas, quemado por las explosiones de los obuses. Las pesadas maquinas levantaban enormes nubes de nieve y el blanco manto notaba en el aire. Alli donde los tanques hacian bruscos virajes, ademas de la nieve alzaban polvo de arcilla helada.
Los cazas y bombarderos de apoyo sovieticos volaban a baja altura sobre la estepa. Al noroeste retumbaban las piezas de artilleria de gran calibre y relampagos confusos iluminaban un cielo humeante y sombrio.
Dos T-34 se detuvieron uno frente al otro junto a una casita de madera. Los tanquistas, sucios, excitados por el exito de la batalla y la proximidad de la muerte, aspiraban con placer y ruidosamente el aire gelido, que les parecia aun mas agradable despues del calor sofocante y oleoso del interior del tanque. Los tanquistas liberaron sus cabezas de los cascos de piel negra y entraron en la casa. Alli, el comandante del tanque procedente del lago Tsatsa saco del bolsillo de su uniforme una petaca con medio litro de vodka… Una mujer enfundada en un chaqueton guateado y que calzaba unas enormes botas de fieltro dejo sobre la mesa los vasos que tintineaban en sus temblorosas manos, y dijo entre sollozos:
– Creiamos que no saldriamos vivos cuando los nuestros comenzaron a disparar; disparaban y disparaban sin cesar, he pasado dos dias en el sotano.
– Entretanto habian entrado en la habitacion otros dos tanquistas de baja estatura y anchos de hombros, como dos armarios.
– Ves, Valeri ?que hospitalidad! Pero da la casualidad de que nosotros hemos traido algo para hincar el diente -observo el comandante del tanque que procedia del frente del Don. Valeri hundio la mano en un bolsillo profundo del uniforme, saco un pedazo de salchichon ahumado envuelto en una mugrienta proclama de guerra y se puso a romperlo en trozos, reponiendo cuidadosamente con los dedos el tocino blanco que escapaba de las rodajas. Despues de beber, a los tanquistas les embargo una sensacion de bienestar. Uno de ellos, sonriendo con la boca llena, dijo:
– Mirad lo que significa habernos encontrado: vuestro vodka y nuestro salchichon se han unido. La broma fue del agrado de todos, y los tanquistas, sin parar de reir, la repitieron mientras masticaban el salchichon, rebosantes del calor de la camaraderia.
14
El comandante del tanque procedente del sur comunico por radio al jefe de su compania que se habia producido la reunion de tropas en la zona de Kalach. Anadio algunas palabras sobre el hecho de que los soldados venidos del frente suroeste parecian ser gente cabal y que habian vaciado una botella juntos.
El informe siguio los cauces establecidos hasta llegar al alto mando, y al cabo de unos minutos el comandante de brigada Karpov anunciaba al comandante del cuerpo que el encuentro se habia efectuado.
Novikov percibia la atmosfera de exaltacion que habia surgido en torno a el en el Estado Mayor. El cuerpo avanzaba casi sin sufrir perdidas y habia cumplido, dentro de los plazos previstos, los objetivos que le habian fijado.
Despues de haber enviado su informe al comandante del frente, Neudobnov estrecho durante largo rato la mano de Novikov. Los ojos del jefe del Estado Mayor, por lo general amarillos e irritados, se habian vuelto mas limpidos y dulces.
– Ya ve los milagros que pueden realizar nuestros hombres una vez eliminados los enemigos internos y los saboteadores -dijo.
Guetmanov abrazo a Novikov, miro a los oficiales que estaban a su lado, a los choferes, los ordenanzas, los radiotelegrafistas, y se sorbio los mocos sonoramente, para que todos le oyeran.
– ?Te doy las gracias, Piotr Pavlovich! -dijo-. Recibe un agradecimiento ruso, un agradecimiento sovietico. Te da las gracias el comunista Guetmanov. Me quito el sombrero ante ti; gracias.
Y de nuevo beso y abrazo al conmovido Novikov.
– Lo has preparado todo, has instruido a los hombres a la perfeccion, lo has previsto todo y ahora has recogido los frutos de tu trabajo -le elogio Guetmanov.
– Que va, no estaba previsto -dijo Novikov, a quien escuchar las palabras de Guetmanov le procuraba un placer casi insoportable a la vez que cierta incomodidad. Y agitando un fajo de informes de guerra anadio-: Estas son mis previsiones. Confiaba sobre todo en Makarov, pero este se quedo rezagado, se desvio de la ruta asignada y desperdicio una hora y media en una escaramuza innecesaria en su flanco. En cuanto a Belov, estaba convencido de que avanzaria sin prestar atencion a sus flancos, pero el segundo dia, en lugar de rebasar un centro de resistencia enemiga y avanzar sin demora hacia el noroeste, se enzarzo en una refriega contra unidades de artilleria e infanteria, e incluso paso a la defensiva, despilfarrando once horas con esas tonterias. Fue Karpov el primero en llegar a Kalach; avanzo a toda velocidad, como una flecha, sin mirar atras ni una sola vez y sin preocuparse de lo que sucedia en sus flancos, y logro ser el primero en cortar las principales lineas de comunicacion de los alemanes. He aqui mi conocimiento de los hombres. He aqui mis previsiones. Y yo que pense que Karpov estaria tan ocupado vigilando sus flancos que tendria que hacerle avanzar a garrotazos…
Guetmanov sonrio.
– Esta bien, esta bien. Todos conocemos el valor de la modestia; es algo que nos ensena nuestro gran Stalin…
Novikov era feliz. Penso que probablemente amaba de veras a Yevguenia Nikolayevna, si se habia pasado el dia pensando tanto en ella; continuaba mirando alrededor y le parecia que de un momento a otro la veria llegar.
Bajando la voz hasta reducirla a un susurro, Guetmanov dijo:
– Lo que nunca olvidare, Piotr Pavlovich, es la manera en que retrasaste el ataque durante ocho minutos. El comandante apremia. El comandante del frente exige que lance inmediatamente los tanques a la brecha. Stalin, segun me han contado, llamo a Yeremenko para preguntarle por que no habia comenzado el ataque. Hiciste esperar a Stalin, y asi fue como penetramos en la brecha sin perder un solo tanque ni un solo hombre. Es algo que no olvidare en toda mi vida.
Por la noche, cuando Novikov habia salido con su tanque hacia Kalach, Guetmanov fue a ver al jefe del Estado Mayor y le dijo:
– Camarada general, he escrito una carta donde informo de la actitud del comandante del cuerpo, que retraso por propia voluntad ocho minutos el inicio de una operacion decisiva, de grandisima importancia; una operacion capaz de decidir el destino de la guerra. Se lo ruego, tenga en cuenta este documento.
15
En el momento en que Vasilevksi informo a Stalin por radio de que los ejercitos alemanes habian sido cercados, Stalin tenia a su lado a su secretario, Poskrebishev. Stalin, sin mirar a Poskrebishev, permanecio algunos segundos sentado con los ojos cerrados, como si estuviera dormido. El secretario contuvo la respiracion, esforzandose por no hacer el menor movimiento.
Era la hora de su triunfo. No solo habia vencido al enemigo presente, tambien se habia impuesto sobre el pasado. La hierba creceria mas espesa sobre las tumbas campesinas de los anos treinta. El hielo, las colinas nevadas mas alla del Circulo Polar conservarian su placido mutismo.
Sabia mejor que nadie en el mundo que a los vencedores no se les juzga.
Stalin deseo tener a su lado a sus hijos, a su nieta, la pequena hija del pobre Yakov. Tranquilo, con el animo sosegado, acariciaria la cabeza de su nieta sin dignarse mirar el mundo que se extendia mas alla del umbral de su