?Que diferentes son los hombres entre si! Sperling, a sus cincuenta y ocho anos, rebosa energia. Se las ha arreglado para conseguir colchones, queroseno y una carretada de lena. Por la noche le trajeron a casa un saco de harina y medio de judias. Se alegra de sus exitos como un jovenzuelo. Ayer colgo en las paredes unos pequenos tapices. «No es nada, no es nada, sobreviviremos -repetia-. Lo mas importante es hacerse con reservas de comida y lena.»
Me dijo que era preciso organizar una escuela en el gueto. Me propuso incluso que impartiera clases de frances a Yura y me pagaria un plato de sopa por clase. Estuve conforme.
Fania Borisovna, la gorda mujer de Sperling, suspira: «Estamos perdidos, todo esta perdido»; pero eso no quita para que siga de cerca a su hija mayor, Liuba, un ser amable y bondadoso, no vaya a ser que de a alguien un punado de judias o una rebanada de pan. La menor, Alia, el ojito derecho de la madre, es un verdadero engendro de Satanas -autoritaria, avara, recelosa-, se pasa el dia gritando a su padre y a su hermana. Antes de la guerra vino a hacerles una visita desde Moscu y quedo aqui atrapada.
?Dios mio, que miseria por todas partes! ?Que vengan esos que hablan de las riquezas de los judios y que afirman que siempre tienen guardado dinero para los malos tiempos, que vengan a la Ciudad Vieja! Aqui estan los malos tiempos, peores no puede haberlos. Pero en la Ciudad Vieja no se concentran unicamente los recien mudados con sus quince kilos de equipaje, aqui han vivido siempre artesanos, viejos, obreros, enfermeras… ?En que terribles condiciones de hacinamiento viven estas gentes! ?Y que clase de comida se llevan a la boca! Si pudieras ver las chozas medio en ruinas, ya casi forman parte de la tierra.
Vitenka, veo aqui a tantas personas malas, codiciosas, deshonestas, capaces de las mas perfidas traiciones. Anda por ahi un hombre espantoso, un tal Epstein, que vino a parar aqui desde alguna ciudad polaca; lleva un brazalete en la manga y acompana a los alemanes durante los registros, colabora en los interrogatorios, se emborracha con los politsai [16] ucranianos y lo envian por las casas a extorsionar vodka, dinero, comida. Lo he visto una o dos veces; es un hombre de estatura alta, apuesto, elegante en su traje color crema, incluso la estrella amarilla cosida a su americana parece un crisantemo.
Pero queria contarte otra cosa. Yo nunca me he sentido judia; de nina creci rodeada de amigas rusas, mis poetas preferidos eran Pushkin y Nekrasov, y la obra de teatro con la que llore junto a todo el auditorio de la sala, en el Congreso de Medicos Rurales, fue Tio Vania, la produccion de Stanislavski. Una vez, Vitenka, cuando era una chiquilla de catorce anos, mi familia se disponia a emigrar a America del Sur. Yo le dije a papa: «No abandonare Rusia, antes preferiria ahogarme». Y no me fui.
Y ahora, en estos dias terribles, mi corazon se colma de ternura maternal hacia el pueblo judio. Nunca antes habia conocido ese amor. Me recuerda al amor que te tengo a ti, mi querido hijo.
Visito a los enfermos en sus casas. Decenas de personas, ancianos practicamente ciegos, ninos de pecho, mujeres embarazadas, todos viven apretujados en un cuartucho diminuto. Estoy acostumbrada a buscar en los ojos de la gente los sintomas de enfermedades, los glaucomas, las cataratas. Pero ahora ya no puedo mirar asi en los ojos de la gente, en sus ojos solo veo el reflejo del alma. ?Un alma buena, Vitenka! Un alma buena y triste, mordaz y sentenciada, vencida por la violencia pero, al mismo tiempo, triunfante sobre la violencia. ?Un alma fuerte, Vitia! Si pudieras ver con que consideracion me preguntan sobre ti las personas ancianas. Con que afecto me consuelan personas ante las que no me he lamentado de nada, personas cuya situacion es peor que la mia.
A veces me parece que no soy yo la que esta visitando a un enfermo, sino al contrario, que las personas son amables doctores que curan mi alma. Y de que manera tan conmovedora me ofrecen por mis cuidados un trozo de pan, una cebolla, un punado de judias.
Creeme, Vitenka, no son los honorarios por una consulta. Se me saltan las lagrimas cuando un viejo obrero me estrecha la mano, mete en una pequena bolsa dos o tres patatas y me dice: «Vamos, doctora, vamos, se lo ruego». Hay en esto algo puro, paternal, bueno; pero no puedo transmitirtelo con palabras.
No quiero consolarte diciendo que la vida aqui ha sido facil para mi, te sorprendera que mi corazon no se haya desgarrado de dolor. Pero no te atormentes pensando que he padecido hambre. No he pasado hambre ni una sola vez. Tampoco me he sentido sola.
?Que puedo decirte de los seres humanos, Vitia? Me sorprenden tanto por sus buenas cualidades como por las malas. Son extraordinariamente diferentes, aunque todos conocen un identico destino. Imaginate a un grupo de gente bajo un temporal: la mayoria se afanara por guarecerse de la lluvia, pero eso no significa que todos sean iguales. Incluso en esa tesitura cada cual se protege de la lluvia a su manera…
El doctor Sperling esta convencido de que la persecucion contra los judios es temporal y cesara cuando concluya la guerra. Muchos, como el, comparten ese parecer, y he observado que cuanto mas optimistas son las personas mas ruines y egoistas se vuelven. Si alguien entra mientras estan comiendo, Alia y Fania Borisovna esconden enseguida la comida.
Los Sperling me tratan muy bien, tanto mas cuanto que yo soy de poco comer y aporto mas comida de la que consumo. Pero he decidido marcharme, me resultan desagradables. Estoy buscandome un rinconcito. Cuanta mas tristeza hay en un hombre y menor es su esperanza de sobrevivir, mejor, mas generoso y bueno es este.
Los pobres, los hojalateros, los sastres que se saben condenados a morir son mas nobles, desprendidos e inteligentes que aquellos que se las ingenian para aprovisionarse de comida. Las maestras jovencitas; Spielberg, el viejo y estrambotico profesor y jugador de ajedrez; las timidas chicas que trabajan en la biblioteca; el ingeniero Reivich, debil como un nino, que suena con armar al gueto con granadas de fabricacion casera… ?Que personas tan admirables, que poco practicas, agradables, tristes y buenas!
Me he dado cuenta de que la esperanza casi nunca va ligada a la razon; esta privada de sensatez, creo que nace del instinto.
Las personas, Vitia, viven como si les quedaran largos anos por delante. Es imposible saber si es estupido o inteligente, es asi y basta. Yo tambien he acatado esa ley. Dos mujeres procedentes de un shtelt cuentan exactamente lo mismo que contaba mi amigo. Los alemanes estan exterminando a todos los judios del distrito, sin compadecerse de ninos o ancianos. Los alemanes y los politsai llegan en vehiculos, toman a algunas decenas de hombres para hacerlos trabajar en el campo, les ordenan cavar fosas, y luego, dos o tres dias mas tarde, los alemanes conducen a todos los judios hasta esas fosas y fusilan a todos sin excepcion. Por doquier, en los alrededores de la ciudad, estan surgiendo estos tumulos judios.
En la casa de al lado vive una chica polaca. Cuenta que en su pais las masacres de judios no se interrumpen ni un instante, son aniquilados del primero al ultimo. Solo han logrado sobrevivir judios en algunos guetos de Varsovia, Lodz, Radom. Cuando me he parado a pensarlo, he comprendido perfectamente que no nos han congregado aqui para conservarnos con vida, como bisontes en la reserva del bosque de Biarowieia, sino como ganado que enviaran al matadero.
Conforme al plan, nuestro turno debe de estar previsto para dentro de una o dos semanas. Pero, imaginatelo, aun comprendiendo eso, sigo curando a los enfermos y les digo: «Si se lava el ojo regularmente con esta locion, dentro de dos o tres semanas estara curado». Examino a un viejo que dentro de seis meses o un ano podria ser operado de cataratas. Continuo dando clases de frances a Yura, me desmoraliza su pesima pronunciacion.
Entretanto los alemanes irrumpen en el gueto y desvalijan, los centinelas se divierten disparando contra los ninos detras de las alambradas y cada vez mas gente corrobora que nuestro destino se decidira el dia menos pensado. Y asi es, la vida continua. Hace unos dias se celebro incluso una boda. Los rumores se multiplican por decenas. Ahora un vecino me informa, ahogandose de alegria, de que nuestras tropas han tomado la ofensiva y que los alemanes se retiran. O bien circula el rumor de que el gobierno sovietico y Churchill han presentado a los alemanes un ultimatum, y que Hitler ha dado la orden de que no se mate a mas judios.
Otras veces dicen que los judios seran intercambiados por prisioneros de guerra alemanes.
Asi, en ningun otro lugar del mundo hay mas esperanza que en el gueto. El mundo esta lleno de acontecimientos, y todos esos acontecimientos tienen el mismo sentido y el mismo proposito: la salvacion de los judios. ?Que riqueza de esperanza! Y la fuente de esa esperanza es solo una: el instinto de vida que, sin logica alguna, se resiste al terrible hecho de que todos vamos a perecer sin dejar rastro. Miro a mi alrededor y