tenian un minuto libre se encontraban, iban a pasear junto al rio y caminaban cogidos de la mano. Su relacion era tan evidente que nadie se burlaba de ellos.
Y de repente circulo un rumor, un rumor difundido por la propia Lidia que habia hecho una confidencia a una amiga, y de la amiga paso a ser del dominio de todo el regimiento. Durante uno de sus habituales paseos Mujin habia violado a Voinova amenazandola con un arma de fuego.
Cuando el caso llego a oidos de Berman, este monto en colera y puso tanto empeno que en diez dias Mujin fue juzgado por un tribunal militar y condenado a muerte.
Antes de que se ejecutara la sentencia llego un miembro del Consejo Militar del Aire, un tal general Alekseyev, con el objetivo concreto de aclarar las circunstancias del delito de Mujin. Lidia acabo de desconcertar al general, se arrodillo ante el y le rogo que la creyera, que la acusacion contra Mujin era una mentira absurda.
Le conto toda la historia. Mujin y ella habian estado besandose en un claro del bosque; despues se quedo dormida y Mujin para hacerle una broma, sin que ella se diera cuenta, le deslizo una pistola entre las rodillas y disparo contra el suelo. Ella se desperto gritando y Mujin comenzo a besarla de nuevo. Se lo habia contado a su amiga, que habia hecho correr otra version, una mucho mas espantosa. La unica verdad de toda aquella historia era su amor hacia Mujin. Todo se resolvio de la mejor manera: la sentencia quedo anulada y Mujin fue trasladado a otro regimiento.
Desde ese suceso los pilotos veian con malos ojos a Berman.
Un dia Solomatin dijo en la cantina que un ruso jamas se habria comportado de esa manera. Entonces un piloto, tal vez Molchanov, repuso que todas las naciones tenian sus villanos.
– Tomemos a Korol, por ejemplo -dijo Vania Skotnoi-. Es judio, sin embargo trabajar en pareja con el es perfecto. Si sales con el en mision de reconocimiento, ten por seguro de que en la cola tienes a un amigo que no te va a fallar.
– Pero ?como quieres que Korol sea judio? -dijo Solomatin-. Korol es uno de los nuestros. En el aire me fio mas de el que de mi mismo. Una vez, sobrevolando Rzhev, me barrio justamente de debajo de la cola un Messer. Y dos veces deje escapar a un fritz tocado para sacar de un apuro a Borka Korol. Y ya sabes que cuando combato me olvido hasta de mi madre.
– Ya veo -dijo Viktorov-. Si un judio es bueno, dices que no es judio.
Todos rieron, pero Solomatin continuo:
– Muy bien, reiros, pero a Mujin no le debio parecer nada divertido cuando Berman lo condeno a la pena capital.
Entretanto Korol entro en la cantina y un piloto le pregunto, interesado:
– Oye, Boria, ?eres judio?
– Si, lo soy.
– ?Estas seguro?
– Completamente.
– ?Circuncidado?
– Vete al cuerno -respondio Korol.
Todos se echaron a reir de nuevo.
Cuando los pilotos se dirigian del aerodromo al pueblo, Solomatin se puso al lado de Viktorov.
– ?Sabes? -le dijo-. Has pronunciado tu discurso en balde. Cuando trabajaba en la fabrica de jabon aquello estaba plagado de judios, todos jefes; he visto con mis propios ojos a esos Samuel Abramovich. Se apoyan mutuamente entre ellos, tenlo por seguro.
– ?De que me hablas? -dijo Viktorov encogiendose de hombros-. ?Es que me has puesto en el mismo saco?
Berman proclamo a los pilotos que una nueva era habia comenzado y que se habia acabado la vida en la reserva. Eso ya lo habian comprendido por si mismos, pero aun asi le escuchaban con atencion, no fuera a ser que deslizara en su discurso una pista sobre su destino, si el regimiento se quedaria en el frente noroeste y se instalarian cerca de Rzhev o si serian transferidos al oeste o al sur.
Berman hablaba.
– La primera cualidad de un piloto de combate consiste en conocer bien su maquina y equipo para utilizarlos eficazmente; la segunda es el amor a su maquina: debe amarla como si fuera su hermana o su madre; la tercera, tener valor, es decir, la cabeza fria y el corazon caliente. La cuarta, sentir el espiritu de camaraderia del que esta imbuida nuestra vida sovietica. La quinta, ?la abnegacion en el combate! ?El exito depende de cada pareja de aviones que trabajan juntos! ?Sigue al lider de la patrulla! Un verdadero piloto tambien le da vueltas a la cabeza en tierra, analiza el ultimo combate, considera: «Ah, asi habria sido mejor, asi no se debe hacer».
Los pilotos, mientras tanto, adoptaban una expresion de fingido interes en sus caras, miraban al comisario e intercambiaban impresiones en voz baja.
– Tal vez escoltemos a los Douglas que llevan viveres a Leningrado -dijo Solomatin, que tenia una amiga en Leningrado.
– ?O tal vez en direccion a Moscu? -pregunto Molchanov cuya familia vivia en Kuntsevo, una localidad al oeste de Moscu.
– Quiza nos envien cerca de Stalingrado -dijo Viktorov.
– Bah, es poco probable -replico Skotnoi.
A el le era indiferente el lugar adonde destinaran al regimiento puesto que todos sus parientes se encontraban en la Ucrania ocupada.
– Y tu, Boria, ?adonde volarias? -pregunto Solomatin-. ?A tu capital judia, Berdichev?
De pronto los sombrios ojos de Korol se oscurecieron de rabia y, en voz alta y clara, le solto un aluvion de insultos.
– ?Suboficial Korol! -grito Berman.
– A sus ordenes, camarada comisario.
– Callese.
Pero Korol ya se habia callado.
El mayor Zakabluka tenia gran reputacion y fama en el arte de la blasfemia y jamas habria amonestado a un piloto de combate soltando tacos en presencia de un superior. El mismo cada manana gritaba a su ordenanza de forma amenazante:
– ?Maziukin, tu puta madre…! -y despues acababa en un tono mas manso-: Va, venga, dame la toalla.
Sin embargo, como buen conocedor del caracter de picapleitos del comisario, el comandante del escuadron no se atrevio a «amnistiar» rapidamente a Korol. Berman redactaria un informe donde expondria como Zakabluka habia desacreditado su liderazgo politico ante los pilotos. De hecho, Berman ya habia informado por escrito a la seccion politica de que Zakabluka, desde que le habian pasado a la reserva, se habia montado su propio senorio, bebia vodka con el jefe de Estado Mayor y tenia un lio con una lugarena, la zootecnica Zhenia Bondariova.
Asi que el comandante Zakabluka no tuvo otra alternativa que lidiar con el asunto.
– ?Que son esos modales, suboficial Korol? ?Dos pasos al frente! ?A que viene este desorden? -grito con voz ronca y amenazadora.
Luego llevo el caso mas lejos:
– Instructor politico Golub, comunique al comisario por que razon el suboficial Korol ha infringido la disciplina.
– Permita que le informe, camarada mayor, que ha discutido con Solomatin, pero no he oido el motivo.
– ?Teniente mayor Solomatin!
– ?Presente, camarada mayor!
– Su informe. ?A mi no! ?Al comisario del batallon!
– Adelante -asintio Berman sin mirar a Solomatin.
Sospechaba que el mayor Zakabluka tenia sus razones para no dar su brazo a torcer. Sabia que era un hombre que destacaba por una astucia inusitada tanto en tierra como en el aire; alli, en lo alto, era donde sabia mejor que nadie adivinar al instante el objetivo del enemigo, su tactica, y se anticipaba a sus movimientos. En tierra sabia cuando era necesario fingirse un tontaina y reir obsequiosamente las bromas burdas de un hombre estupido. Y sabia dominar a sus jovenes tenientes, que no se amilanaban ante nada ni nadie.
Durante el periodo pasado en reserva, Zakabluka habia manifestado interes por la agricultura y, principalmente, por la ganaderia y la avicultura. Se ocupaba tambien de la preparacion de conservas de frutas y hortalizas: hacia