– Controlo el lugar y necesito alguna ayuda en materia administrativa. Podrias trabajar para cubrir el coste. ?Sabes algo de ordenadores?

John nego con la cabeza, pareciendo un idiota. Todo lo que sabia hacer era recoger platos, vasos y lavarlos. Y este tipo no necesitaba un ayudante de camarero.

– Bien, conseguiremos que un hermano que sepa de esas malditas cosas te eche una mano. El te ensenara. -El hombre sonrio un poco. -Trabajaras. Te entrenaras. Estara bien. Y hablaras con mi shellan. Ella se sentiria muy feliz si te quedaras con nosotros mientras estes en la escuela.

John entrecerro sus parpados, creciendo su cautela. Esto sonaba de todas formas como un bote salvavidas. ?Pero como era que este tipo queria salvarlo?

– ?Quieres saber por que hago esto?

Cuando John asintio con la cabeza, el hombre se quito el abrigo y desabotono la mitad superior de su camisa. Dejo la cosa abierta, exponiendo su pectoral izquierdo.

Los ojos se pegaron a la circular cicatriz que le era ensenada.

Cuando el se puso la mano sobre su propio pecho, el sudor estallo a traves de su frente. Tenia una rara sensacion de que algo trascendental se deslizaba en el lugar.

– Eres uno de nosotros, hijo. Es tiempo de que vuelvas a la casa Det. Familia.

John dejo de respirar, un extrano pensamiento se deslizo por su cabeza: Por fin, me han encontrado.

Pero entonces la realidad se le precipito hacia delante, chupando la alegria de su pecho.

No le pasaban milagros. Su buena suerte se le habia secado antes de que hubiera sido consciente de que habia tenido alguna. O tal vez era mas bien la fortuna la que lo habia evitado. En cualquier caso, este hombre vestido de cuero negro, que venia de alguna parte, ofreciendole una escotilla de salvamento del horrible lugar en el que vivia, era demasiado bueno para ser verdad.

– ?Quieres mas tiempo para pensartelo?

John nego con la cabeza y se distancio, escribiendo, quiero quedarme aqui.

El hombre fruncio el ceno cuando leyo las palabras. -Escucha, hijo, estas en un momento peligroso de tu vida.

Vaya mierda. Habia invitado al tipo a entrar, sabiendo que nadie vendria en su ayuda si gritara. Sintio su arma.

– Bien, calmate. Ya me diras. ?Puedes silbar?

John asintio con la cabeza.

– Aqui esta el numero donde puedes localizarme. Silba en el telefono y sabre que eres tu. -El tipo le dio una pequena tarjeta. -Te dare un par de dias. Llama si cambias de idea. Si no lo haces, no te preocupes por ello. No recordaras nada.

John no tenia ni idea de que hacer con ese comentario, entonces el se quedo mirando fijamente los numeros negros grabados, perdiendose en todas las posibilidades e improbabilidades. Cuando miro hacia arriba, el hombre se habia ido.

Dios, no habia oido abrir y cerrarse la puerta.

Capitulo 21

Mary salio del sueno con un violento espasmo. Un profundo grito retrono en su sala de estar, rompiendo la tranquila manana. Se irguio de golpe, pero fue apartada hacia un lado otra vez. Entonces el sofa entero estaba inclinado alejado de la pared.

En la gris luz del alba, vio el petate de Rhage. Su abrigo.

Y comprendio que el habia saltado detras del divan.

– ?Las persianas! -Grito el. -?Baja las persianas!

El dolor en su cortante voz la turbo haciendola correr por la habitacion. Ella cubrio cada ventana hasta que la unica luz que entraba desde fuera entraba por la cocina.

– Y aquella puerta, tambien…-Su voz se resquebrajo. -La de la otra habitacion.

Ella la cerro rapidamente. Ahora estaba completamente oscuro excepto por el brillo de la TV.

– ?El cuarto de bano tiene ventana? -pregunto el bruscamente.

– No, no tiene. ?Rhage, que ha pasado? -Ella comenzo a inclinarse hacia el borde del sofa.

– No te acerques a mi.-Las palabras sonaron estranguladas. Y seguidamente una maldicion picante.

– ?Estas bien?

– Solo deja…que recobre el aliento. Necesito que me dejes solo ahora.

Ella dio la vuelta al sofa de todas formas. En la oscuridad, vagamente solo podia distinguir la gran silueta de el.

– ?Que ha pasado Rhage?

– Nada.

– Si, obviamente. -Caray, ella odio la tenaz rutina del tipo. -?Es por la luz solar, verdad? Eres alergico a ella.

El rio asperamente. -Se podria decir eso. Mary, para. No vengas aqui.

– ?Por que no?

– No quiero que me veas.

Ella lo alcanzo y encendio la lampara mas cercana. El sonido de un silbido resono en la habitacion.

Cuando su vista se adapto, vio a Rhage tumbado boca arriba, un brazo atravesando su pecho, el otro sobre sus ojos. Habia una repugnante quemadura sobre la piel expuesta por las mangas enrolladas. El hacia muecas por el dolor, sus labios retirados hacia atras…

Se le helo la sangre.

Colmillos.

Dos largos caninos estaban alojados entre sus dientes superiores.

El tenia colmillos.

Ella debio jadear por que el refunfuno.-Te dije que no miraras.

– Jesucristo. -Susurro ella. -Dime que son falsos.

– No lo son.

Ella camino hacia atras hasta que se tropezo contra la pared. Santo…buen Dios.

– ?Que…eres tu? -Ella se ahogaba.

– Nada de luz solar. Colmillos con onda. -El respiraba desigualmente. -Haz una conjetura.

– No…no es…

El gimio y luego ella escucho un movimiento, como si el se removiera. -?Puedes hacerme el favor de apagar aquella lampara? Se me han tostado las retinas y necesitan algo de tiempo para recuperarse.

Ella se inclino hacia delante y apreto el interruptor. Abrigandose con sus brazos a su alrededor, escucho los sonidos roncos que el hacia cuando respiraba.

El tiempo paso. No dijo ninguna cosa. No se sento, se rio y se saco la falsa dentadura. No dijo que era el mejor amigo de Napoleon o Juan el Bautista o Elvis, como un tipo de loco chiflado.

Tampoco volo por el aire e intento morderla y matarla. Tampoco se convirtio en murcielago.

Oh, vamos. Penso ella. No podia tomarselo en serio, ?verdad?

Pero el era diferente. Fundamentalmente diferente a cualquier hombre que hubiera conocido. Que si…

El gimio suavemente. Por el brillo de la TV, vio como su bota sobresalia del divan.

No tenia sentido que pensara en lo que el era, pero sabia que ahora estaba sufriendo. Y no iba a abandonarlo sobre el suelo en la agonia su habia algo que ella pudiera hacer por el.

– ?Como puedo ayudarte? -Dijo ella.

Hubo una pausa. Como si lo hubiese sorprendido.

– ?Puedes traerme algo de helado? No de frutos secos o de chips si tienes. Y una toalla.

Cuando regreso con un bol, ella pudo escuchar como luchaba por sentarse.

– Dejame que vaya. -Dijo ella.

– El estaba quieto.- ?No tienes miedo de mi ahora?

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